Zona de Colonia Alejandra - Santa Fe |
GALENCIA
Por Jorge Eduardo Lenard Vives
Durante mi niñez, varias veces
escuché mencionar en la casa de mis abuelos maternos en Gaiman, los nombres de
dos lugares que mi imaginación infantil, limitada entonces por el paralelo 42,
tornaba comarcas exóticas y lejanas: Sauce Corto y Pájaro Blanco. Eran los
sitios del norte del país donde habían marchado sendos grupos de colonos
galeses del Valle del Chubut, en pos de su prosperidad. El recuerdo estaba aún
presente entre aquellos que mantenían la tradición oral, escuchada por boca de
quienes habían vivido los hechos o de sus descendientes.
Con el correr del
tiempo conocí ambos parajes. Primero fue Sauce Corto. Supe así que el punto
donde había arribado hacia 1881 el conjunto de inmigrantes procedente de Camwy,
estaba en la provincia de Buenos Aires; al pie de la sierra de Cura Malal.
Resultado de la visita fue una nota publicada por Literasur en 2008,
“Intermezzo Bonaerense”. El tour, además, me permitió conocer a Héctor Dos
Santos; un historiador preciso y detallista, que había investigado las peripecias
de esos pobladores y las había volcado en su libro “120 años en la historia de
Coronel Suárez”. En ese texto hallé también la solución a un problema que había
enfrentado durante mi búsqueda iniciada en el pueblo de Sauce Corto, partido de
Coronel Suárez. No había hallado allí ningún apellido galés. Todos los
lugareños me indicaban que debía inquirir en la cabecera del municipio. En el
libro de Dos Santos encontré la explicación: el Sauce Corto de los chubutenses
había mutado su nombre por el de Coronel Suárez a principios de siglo XX.
Encontré esta
misma dificultad de “geo-referenciación” al tratar de localizar la otra
colonia, la de Pájaro Blanco. La sabía ubicada en Santa Fe. Un rastreo más
minucioso me llevó a un paraje que lleva ese nombre, varios kilómetros al sur
de la ciudad de Reconquista. A poco de arribado al territorio e iniciadas las
primeras averiguaciones, supe que no era ese el rincón exacto del asiento de
los galeses exiliados. En realidad, se conocía como Pájaro Blanco a una amplia
zona en la cual se había establecido primero la Colonia California, poblada por
norteamericanos, en 1866; y luego la Colonia Galesa, “Galense” o “Galencia”,
hacia 1868. También supe que el comentario que alguna vez había oído, que los
colonos del Valle habían venido para ubicarse en un preexistente emplazamiento
inglés, no era cierto. En realidad, ellos fundaron su propio establecimiento
luego de que los estadounidenses erigiesen el suyo. A ese asentamiento galés se
lo nombraba como “Colonia Inglesa”; pero recién años más tarde, en 1870, se
radicó allí una verdadera colonia con inmigrantes provenientes de la remota
Albión, la Alexandra Colony.
Pude obtener toda
esa información, y mucha más, gracias a que también aquí un estudioso se había
dedicado a dilucidar, con verdadera pasión, la historia local. Guido Abel Tourn
Pavillion es un erudito de Alejandra, cuya investigación, amalgamada con su
amor por la Literatura, dio lugar a una gran cantidad de textos como “Colonia
Alejandra”, “Historia de la Comuna de Alejandra”, “Pioneros en la “Alexandra
Colony”, “El Clan Morgan”, “Colonia Alexandra. Un lugar del Pájaro Blanco”,
“Galeses de la Patagonia en el Pájaro Blanco”, “Alejandra. Historia Político
Institucional”, “Los Galeses de Santa Fe”, “De Rorá al Río de la Plata. Saga de
la Familia Tourn”, “Encuentro del Aborigen y el Inmigrante en el Pájaro
Blanco”, “Las Iglesias Evangélicas en la Alexandra”, “Las Colonias del Pájaro
Blanco”, “Los Galeses en el Pájaro Blanco y su dispersión al norte
santafesino”, “Interpretación y análisis de las cartas de David y Richard
Morgan”, “Interpretación y análisis de las cartas del Rev. Frederich H. Snow
Pendleton a Jean Pierre Baridón”, “Interpretación y análisis de las cartas
coleccionadas por Percy Heurtley”, “Pionero del Pájaro Blanco en el norte
santafesino”, “Correspondencia y Documentos de la Colonia Alexandra”,
“Genealogía de cien familias colonizadoras y pobladoras de Alejandra” e
“Historia de una fotografía”. Tal bibliografía revela a las claras el interés
del escritor por difundir el acervo local; tributo emotivo a sus ancestros que
permite conocer mejor una parte de la epopeya patagónica continuada en el norte
del país.
Otro autor
regional, Edgardo Ronald Minninti Morgan, incursionó en la solera regional con
su monografía “Colonia California y Galencia en el Pájaro Blanco”. Como es
también literato de ficción (con narraciones largas como “Dicen que fue el
último”, “Los Solitarios” y “El Flaco”; y volúmenes de cuentos cortos como
“Para Leer en el Tren Bala”, “Para Leer en la Cola del Banco” y “Para Leer Dos
Veces”) y de poesía (“Mandato Cumplido”, “Madrugales”, “Una Rosa Roja”
“Palabras para Pintar” , “Óleos para Leer” y “Con Acento”); creó una novela
ambientada en la zona, “Salvajes Palmeras del Pájaro Blanco”, donde se menciona
la presencia galesa.
Este rescate de
las “colonias perdidas” me permitió, entre otros aspectos, comprobar una vez
más con qué rapidez el polvo del tiempo cubre el pasado y dificulta su
conocimiento. Los hechos quedan sepultados; surgen en su lugar mitos y leyendas
y, si nadie se ocupa por buscar la verdad, tiende a mezclarse ficción y
realidad. Y, además, pude advertir de nuevo ese oculto entramado que relaciona
personas disímiles y lugares distantes, en forma inopinada y sorpresiva, al
influjo de los pespuntes azarosos de la musa Clío; que llevan, en esta ocasión,
a unir las orillas del manso y sinuoso río Chubut con las riberas feraces del
majestuoso Paraná.
Nota:
el autor agradece la valiosa colaboración de la señora Mariana Noemí Lovatto,
de Colonia Alejandra; sin la cual no hubiera sido posible la redacción de esta
nota.