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miércoles, 9 de mayo de 2018

EL RELATO DE HOY




LA QUIMERA DEL ORO EN CABO VÍRGENES


Por Sergio Pellizza (*)




Las altas presiones reinantes en los cuatro horizontes habían inmovilizado el viento convirtiéndolo solo en una masa de aire quieta. Sobre el Chaltén lo que había quedado de un viento del oeste charlaba intrascendencias como siempre lo hacía con el monte sagrado. Este aire decía: -Sé que es aburrido Chaltén, pero al no poder moverme no tengo novedades para contarte. 

-No durará mucho-, contestó el monte. Mientras esperamos a que te muevas… -¿Te acuerdas del naufragio del vapor francés Artique? En 1884, tiempos humanos.  No embocó la entrada del Estrecho de Magallanes y quedo varado en un banco frente a Cabo Vírgenes por la niebla?...

-Sí que me acuerdo -dijo el aire quieto-. Interesante historia para recordar y pasar el tiempo esperando que la bendita temperatura haga lo suyo y me permita moverme, dando espacio a la entrada de bajas presiones que me permitan moverme. 

-Según recuerdo -dijo el monte-, el vapor encallado Artique después de ver que no podía ser rescatado, tomaron la mercadería que aun podía servir y lo abandonaron. El buque terminó siendo saqueado de todo lo que podía ser útil. Uno de los últimos en llegar fue el cazador tehuelche Lukache, hijo del cacique Foyel y una cautiva cristiana. 

Así fue -dijo el aire quieto-, menuda desilusión de Lukache, al ver que las cosas que pudo juntar excavando en la arena, carecían de valor alguno para vender; Cuando de pronto vio brillar algo entre el  pedregullo, multitud de arenillas doradas.

“¿Será oro?”, pensó enseguida el indígena. “No, ¡de dónde oro en esto páramos!” Pero juntó un puñado de arena en la palma de la mano y comenzó a examinarlo. Aquello era oro… Lo mostró después a otros: efectivamente era oro de ley. El codiciado metal llenó en un periquete la fantasía de cuanto aventurero andaba en cien leguas a la redonda. La noticia voló. Enseguida se supo en Punta Arenas. Luego en Santiago y Buenos Aires. ¡Oro en Cabo Vírgenes!… Los cables vibraron con la noticia electrizante. Se formaron compañías para la explotación del codiciado mineral. Por varios años los diarios mantuvieron encendida la llama de la esperanza. Pero las empresas auríferas tuvieron éxito al comienzo y luego fue menguando la cantidad de oro extraído. Varias fracasaron en el intento no obteniendo ningún resultado económicamente aprovechable y se fundieron. De cualquier manera la fama de Cabo Vírgenes, se quedó por un tiempo más, alimentada por la prensa interesada. Pasó el Estrecho de Magallanes y, como se hallaron vestigios de oro más al sur se prosiguió la búsqueda en Río Cullen, en San Sebastián y en cuanto rincón fueguino tuviera visos de ser depositario del codiciado metal.

 Los cateos en las nacientes del río Anita. Un modesto riachuelo que nace en los turbales de los altos, al oeste de la isla Grande de Tierra del Fuego y luego de recorrer unos 100 kilómetros entre bosques y pantanos, desemboca sin pena ni gloria en el Estrecho de Magallanes. 

Las hábiles maniobras de quienes se encargaron en ese momento de seguir aprovechando el mito de los incautos hasta llegaron a sembrar oro en el lecho de este río que paso a convertirse en “Río Oro”. Que no era más que un fraude y del oro de ese río solo quedó el nombre.

A todo esto Lukache, el indígena que descubrió los primeros vestigios auríferos dejó una huella que podemos intuir fue muy nebulosa. De acuerdo a la pertenencia de raza los historiadores le han conferido diversas habilidades: los que lo creían araucano sostenían que era simpático y de buena predisposición a parlamentar. Los demás dicen que era un tehuelche indómito, de temperamento guerrero, obstinado y rebelde. En lo que todos coinciden es que era un eximio cazador de avestruces y guanacos y que su habilidad sobre el caballo y con las boleadoras le granjeó un rápido respeto por parte de amigos y enemigos. Cómo logró amasar una considerable fortuna en oro, joyas y abundante plata, es un misterio que aún no se devela. Como tampoco se ha podido saber cómo la suma de estos hechos alimentaron con rapidez la leyenda. 

La más conocida sostiene que su tesoro de incalculable monto fue enterrado en las laderas del Cerro Fortaleza que se ubica a la vera de la Ruta 258, entre las poblaciones de El Foyel y El Bolsón. Vanos han sido los intentos por localizar el tesoro tantas veces evocado por viajeros y viejos pobladores. Las pistas conducen a ese lugar de accedo sencillo pero, quien se atreve, generalmente solo a ubicarlos, irremediablemente muere en el intento y, en consecuencia, prosigue el misterio sobre su exacta ubicación. La tentación a saquear su tesoro es tan vieja como la historia. Las afiebradas mentes que lo han intentado encontrar no han regresado de semejante empresa, pero, al no haber comentado a nadie su secreta ambición y partida, nadie ha atado a ese motivo la muerte y desaparición del buscador de tesoros. 

Sin embargo la idea de la veracidad de su existencia trae año a año a diversas personas en busca del tesoro inexpugnable que sigue virgen en el cerro Fortaleza. Algunos investigadores afirman que en realidad lo que sucedió es que Lukache accedió a una de las entradas de la Ciudad Encantada y paulatinamente fue saqueando aquellos tesoros para ocultarlos en esa formación rocosa del Cerro Fortaleza, bautizado así por su inexpugnable ubicación. Esto sumaría a la leyenda un elemento más para su credibilidad: Lukache no sólo sabía la ubicación de aquella mítica ciudad sino que logró salir con vida y con tesoros y ocultarlos tan bien que hasta la fecha permanecen en el misterio de las cosas que están esperando ser descubiertas. 

 De repente el aire quieto se convierte suave brisa, luego viento fuerte. La temperatura había comenzado a movilizar los centros de alta y baja presión a su natural manera, de hacer que todo se mueva acuerdo a la natural armonía de la zona.

El viento del Oeste con una cómplice sonrisa de complicidad se despide del Chaltén y le dice muy bajo al oído, en secreto.

-Nosotros solo sabemos dónde están eso que los hombres llaman tesoros y no se trata de oro solamente. Será un misterio para los humanos hasta que lo descubran. Pero sería deseable que valorizaran mucho más los verdaderos tesoros que tienen a la vista, tan cerca como el hermoso paisaje y pocos se dan cuenta de su existencia.





(*) Escritor de Río Gallegos. El presente relato se tomó de su libro “Destellos del faro. Selección de relatos sobre el Cabo Vírgenes y su faro”.





sábado, 5 de mayo de 2018

EL CUENTO DE HOY




GUERRAS

Por Ezequiel Murphy (*)




Cada vez que suena el teléfono siento que todo se puede repetir, cada vez que suena 
a veces no atiendo, 
o levanto el tubo y corto. 
Muchas veces no suena el teléfono. No suele sonar, casi no me llaman. 
¿Qué hora es? ¿Hoy es martes? Al reloj de pared le falta una aguja, pero marca la hora. Creo que solo la hora, 
sin el minutero es nada 
Ya está oscureciendo otra vez. 
No voy a cocinar, me tomo un té y nada más 
Y nada más. 
Hace frío, cuando viene Laura me dice que suba la calefacción. 
Laura: solo anda un calefactor, el del comedor. 
-Sí, no llamé a un gasista para que arregle los otros. 
Qué chiquita que era Laura. Pero no tanto. 
Dice que no lo recuerda. Me parece raro. 
Un pedazo de pan medio duro me quedó, el té se enfrió rápido. 
Antes pasaba el panadero, un día dejó de venir, no vino 
nunca más. 
¡Qué invierno! Esta silla está rota, renguea. Bueno no me quejo, mejor que renguee a que le falte una pata. Tendría que tirarla. ¿Para qué sirve una silla de tres patas no? 
Escucho poco. Eso creo, eso me dicen. 
Eso dice Laura, que no recuerda a su hermano, su hermano mayor. 
Bueno la verdad yo tampoco recuerdo algunas cosas, 
por eso no quiero que suene el teléfono. Sigo soñando eso sí. 
Sueño muchas veces que la charla sigue, que él me explica, que yo me disculpo; sueño que él vuelve sin zapatos. Yo le había regalado los zapatos con los que se fue ese día. El último día que los vi. 
Sueño que mi casa está llena de pozos. Bueno eso es verdad el patio está lleno de pozos, algún animal los hace, qué sé yo. 
¿Cuándo llueve? 
Cuando llueve se llenan los pozos de agua, 
y ahí queda el agua, a veces se congela, en invierno veo espejos de escarcha en todo el patio. 
A veces pienso que debería tapar los pozos, pero soy una mujer mayor, no puedo… y además no sé si quiero, tampoco quiero que mi patio sea refugio de animales… sean los que sean. 
¿Qué hora es? Las nueve con algo 
¿Minutos? Ninguno, solo horas. ¡Qué invierno! ¿Y aquél? 
Murió Omar, enviudé, Laura se fue de la casa, se juntó, se murió Roko, después el gato. Ya no quise tener mascotas. 
Quedé sola. Pero la soledad me había llegado mucho antes, muchos años antes. En un minuto. En el minuto después que me cortó el teléfono y yo quedé hablando, gritando, esperando una respuesta, que no llegaría, 
dando un respuesta que ya llegaba tarde. En ese minuto llegó la soledad. 
nada que ver con estar con gente, con vivir con alguien, no, no. Es otra cosa, 
tal vez por eso no noté que todos se iban de a poco. 
Omar me preguntaba: ¿era él? ¿Qué dijo? ¿Qué le dijiste? Y yo no contesté, nunca contesté. 
Hace frío, ¿Qué año es? 
Y ahora, yo me pregunto: ¿Qué debería haber hecho? ¿Por qué no dije otra cosa? Porque es lo que cualquiera hubiera dicho y hecho, ¿o no? Así que me arrepiento a medias. La soledad me arrepiente, 
Cuando suena el teléfono siento, que todo se puede repetir, 
y el temor es ese, 
que si hay alguien del otro lado, que dice que es mi hijo, que sobrevivió a la guerra, que está en el hospital, que va a volver y me dice que está con un compañero al que le faltan las piernas, 
o una pierna o un brazo, 
no sé 
Y ese que dice que es mi hijo me pide que le demos albergue a su compañero, que su compañero no tiene a nadie, me dice que debemos cuidarlo, recibirlo en nuestra casa. 
Si suena ese teléfono, que casi nunca lo hace, pero si lo hace, tengo miedo 
que del otro lado él me diga lo mismo, que todo se repita y yo, 
y yo, le repita lo mismo: no hijo, para eso está el Estado, que se encargue el gobierno. Que ese que dice que es mi hijo me ruegue. Y yo que soy la madre siga tratando de encontrar las palabras más adecuadas, le digo que no, que no podemos hacernos cargo de un discapacitado, de un inválido. 
Y como no entiende le digo que no podría soportar ver a un mutilado en casa. ¿Un mutilado? ¿Eso le dije? Sí, creo que sí, de esa manera él sentiría pena por mí. ¿Esa era la idea? 
Sí, creo que sí, fui agregando palabras, para que entienda, solo para que entienda. Y entendió. 
Mamá, mamá, callate, el mutilado soy yo. 
el tiro se lo pegó en la cabeza, un minuto después de colgar el teléfono 




Nota del autor: 

Luego de la guerra de Malvinas surgió un rumor, uno de tantos. Desde el hospital un sobreviviente llama a su casa, habla con su madre. Le dice que sobrevivió y que va a volver, y le pide que también reciba a un compañero herido, no se sabe bien si sin una o las dos piernas, cambian las versiones. La madre se niega, le sugiere que el gobierno se haga cargo y que por la armonía de la familia es mejor que no lo lleve. Luego el hijo le contesta que es él al que le faltan las piernas, corta el teléfono y se suicida de un tiro. 



(*) Escritor comodorense.



martes, 1 de mayo de 2018

LA NOTA DE HOY




UNA VISITA A LA FERIA





Del 26 de abril al 14 de mayo, en el predio ferial de la Sociedad Rural de la CABA, se realiza la 44ta Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Cabe señalar que aunque se denomina “Internacional”, la Feria también tiene una dimensión nacional. Es así que ofrece a las provincias un espacio para la ubicación de sus stands; en los cuales, además de la exposición de libros, tienen lugar presentaciones y otras actividades literarias. También está programado un "día de la provincia"; fecha en la cual se realiza un acto alusivo durante el que el respectivo estado puede presentar a sus escritores y sus obras. Existen distintos criterios respecto a la selección de los autores que se presentan en esta oportunidad, dado que el acotado tiempo disponible obliga a ello. Pero aquellos que no pueden estar en este espacio disponen aún del puesto oficial para difundir sus creaciones; lugar donde parece adecuado la mayor participación posible de autores y una amplia exhibición de la obra provincial disponible.

Como lo hace todos los años, Literasur se acercó a efectos de descubrir las huellas de la Literatura Patagónica en el evento.

Iniciando el recorrido por el Pabellón Ocre, asiento habitual de los stands de las provincias, se observa, en lugar destacado y con un amplio espacio disponible, el puesto de Tierra del Fuego; que fue premiado por su cuidadosa presentación en una edición anterior del salón. En el lugar puede encontrarse una informativa folletería. Entre las actividades previstas se encuentran la presentación de los libros “Bestiario de América” de Jorge Bernard, “Prisioneros del fin del mundo” de Silvana Cecarelli, “Gauchos en Malvinas” de Mario Beccaceci, “Legados fueguinos” de Cecilia Belloti y “Entre dos mundos” de Margarita Maldonado; ejemplares de los cuales, junto a otros, se exhiben en las vitrinas del puesto. Por fortuna, a diferencia de otras oportunidades, algunos de los volúmenes se pueden adquirir; facilitando la difusión de las letras fueguinas. También se presentará la revista cultural “Fuego”, actividad a cargo de Cany Soto; y tendrán lugar charlas y manifestaciones musicales y poéticas. Cabe destacar que el día de la provincia se realiza el 10 de mayo, a las 18 horas, en la Sala “Alfonsina Storni”.

A su lado, como mostrando la unidad patagónica, se halla el prolijo stand de Santa Cruz, donde además de exponerse los ejemplares de las publicaciones originales de las obras de Juan Hilarión Lenzi, encuadernadas en cuero; pueden verse, entre otros libros, los volúmenes que se presentarán en el stand en los días sucesivos: “Hermana distancia” de Mirta del Pino, “El cuerpo simbólico” de Alejandro Allochis, “Mil relatos y una vida” de Diego Ayaquintuy, “La vida a cuentagotas. A veces la magia sucede” de Marcia González, “Prostitución del Alma” de Sheila Lincheski, “Danza con fotos” de Osvaldo Mondelo: y los dos libros que tuvieron mención especial en el concurso de selección de obras a presentar en el acto oficial, “El después” de Rubén Martínez Cansina y “Desafíos que impulsaron la aviación” de Leonardo Wozniak. El día 11 de mayo a las 15 horas, en la Sala “Adolfo Bioy Casares”, se celebra el día de la provincia de Santa Cruz; oportunidad en la cual se presentarán las obras seleccionadas al efecto: “Poética” de Daniel Rasgido, “Mi Burbuja Ambiental” de Gregorio Mansilla, “La Manta de Retazos” de Blanca Alegre, “La deposición de Del Val y el Ascenso de Kirchner” de AA.VV y “Santa Cruz de hielo” de Andrés Berón y Luis Ferrarassi.

Adentrándose en los otros pabellones, se encuentra alguna que otra presencia de la Literatura Patagónica. Se destaca el stand de la Librería “Patagonia Sur”, nuevamente presente; un esfuerzo privado que todos los años expone un abundante material de la región. Además de permitir comprar el material de los autores sureños; facilita un espacio para que algunos de ellos puedan presentar sus libros y disponer de un sitio para firmarlos. ¿Qué otra oportunidad pueden tener muchos escritores australes para ofrecer sus obras en Buenos Aires? 

Otro puesto donde se observan varios ejemplares con temas sureños, es el de la casa editora “Publicaciones Navales”. Ofrece diferentes títulos de temática sureña; muchos de ellos relacionados con el mar austral.

Una exploración atenta nos lleva a encontrar, aquí y allá, en las distintas editoriales, tanto de difusión masiva como de ediciones de autor, ejemplares de temática y/o autoría sureña. También se observa la presencia de algunos autores del sur en las actividades centralizadas que la institución responsable de la realización de la Feria; lo que puede ser consultados en el programa del evento que figura en la página de internet del salón.

La Patagonia siempre despierta curiosidad en el resto del país; y así lo sienten quienes se acercan a la Feria, deseosos de ver una muestra de la cultura de esa región. Leyendo los guarismos de los visitantes el año pasado, hablan de una concurrencia de miles de personas por día. Sin dudas, la Feria es una excelente vidriera para dar a conocer la Literatura Patagónica; no sólo a la Nación sino a otros países que participan de la misma. Además de ser un lugar de exhibición de las creaciones sureñas, también es un adecuado ámbito para conversaciones y acuerdos entre entidades e instituciones que pueden llevar estas obras a otras latitudes.

Parecería ser una oportunidad que hay que aprovechar, para el bien de los escritores -y también de las editoriales- regionales.



J. E. L. V.

viernes, 27 de abril de 2018

EL POEMA DE HOY






ABRIL

Por Olga Starzak





Abril con su tibia resolana
acaricia  el  recuerdo
de  aquel otoño en sepia

Los leños en el hogar
crujen  al ritmo de la piel sedienta.
En  la penumbra del cuarto
se cuela un halo de luz  
audaz,  atrevido...
Acompañan  su  recorrido 
esas manos expertas.

Se esfuman las sombras 
y los labios evocan la palabra AMOR
Tierna
           Visceral
                          Intensa.




 Abril de 2018.





viernes, 20 de abril de 2018

LA NOTA DE HOY





DE ESPECIAS VIVIRÁ EL HOMBRE


Por Jorge Castañeda (*)






Desde los tiempos más remotos el hombre supo meter mano a las especias de todo tipo, color, olor y sabor. Junto al oro y las joyas: regalo de reyes. Moneda para el pago de rescates han significado poder y riquezas para quienes han controlado su tráfico y comercio. Dieron esplendor a los pueblos que las supieron monopolizar y supo nacer de ellas el arte de condimentar.

A mí me gusta contemplar los especieros ordenados en las alacenas y el gusto de destaparlos y olerlos es incomparable. Su aroma me perfuma el alma. Me trae recuerdos de mi madre y de su cocina sabrosa y sencilla.

Escribiendo esta crónica me siento un Marco Polo, un Colón, un Vasco de Gama y como dice la Biblia “acerco los tamos a mi nariz”.

Tengo en mis manos polvo de achiote, que sirve como colorante de quesos, helados, salchichas y cremas. Y para la carne y los embutidos quiero una pizca de las delicadas hojas de ajedrea, condimento picante para rebozar pescados.

La albahaca para la salsa pesto donde es reina y señora desvela las delicias de cualquier mesa que se precie, o un pellizco para la base de las pizzas. De albahaca son mis recuerdos y de albahaca los olores de la cocina mediterránea.

Para los guisados yo quiero utilizar alcaravea con sus tallos, sus semillas y las raíces primarias. Y quiero que con el extracto de sus semillas que me preparen Kümmel, licor de los dioses.

Me veo saborizando los panes con las semillas de amapola y también los dulces y los pasteles. ¡¡Un manjar!!

Dadme anís para las tartas y los licores y el cielo derribado del anís estrellado para condimento de las carnes y con su aceite hacer pastis. ¡Salud!

Al apio lo quiero mucho, ya sea en ensaladas o aromando la sopa y el puchero, ¡qué rico!

Me pongo exquisito y manirroto. A las estigmas del azafrán las apetezco ya en hebras o en polvo. En vasijas pequeñas es un diminuto tesoro de color y de sabor. Me pongo exigente y sólo quiero comprar el procedente de “cierta región de La Mancha” porque no solamente de quijotes vive el hombre.

Ante la canela me saco el sombrero. Para el café una delicia, para maridar con los postres, para el ponche y los pasteles. En rama o en polvo nunca ausente. Corteza derribada, fragante y fina.

Compro cardamomo si me encuentro holgado de dinerillos para los panes y los curries. Si es el de Ceilán soy Gardel.

Del cebollino solo expreso que sus hojas son ricas en la ensalada y para aromatizar los quesos. Todo un arte.

El cilantro se ha impuesto a trompicones en la alta cocina de todo el mundo; señor en la sopa y para sazonar potajes y platos con carne y pescados. Me gusta pero sin abundar.

El clavo tiene historia y prosapia. Son los capullos secos de la flor del clavero: para marinar las carnes: clavo, clavo y clavo.

Yo ante el comino pongo la capa: para las empanadas, infaltable en el cuscús, está como un señor en mi especiero.

Del curry poco hablo porque suele mezclar entre 16 y 20 especias distintas. En la india es el rey y en Madrás se hace fuerte y picante.

Para los exquisitos la cúrcuma. El daikón con su forma de rábano para ensaladas o como guarnición. La endrina con cuyas bayas se preparan mermeladas y jaleas. El epazote, pariente del cilantro, para guisados y platos con alubias.

Señores estoy nombrando al estragón y me pongo de pie. Su sabor es único y característico, ingrediente esencial de las hierbas más finas.

De la galanga utilizo las raíces para los embutidos. La hierbabuena es una gran señora de los platos: por mi ascendencia árabe la tengo entre mis preferidas y la cultivo en mi jardín. Su aroma me llena el corazón de recuerdos.

El hinojo con sabor de anís, ya crudo o cocinado. El hisopo para los platos con frutas.

El jengibre está en un pedestal. Su raíz es un condimento esencial para muchos platos. Para la salsa bechamel el macis. La mejorana ni hablar con las verduras y los huevos: relaciones de buena vecindad.

El laurel merece toda una crónica por sí solo. Tiene antigüedad, linaje, nobleza, honor, gloria, arquitectura y literatura. Sus hojitas sahúman como un incienso pagano y gastronómico. Salud hojas de acanto.

La mostaza tiene la humildad que le dejó el evangelio. Pequeña pero fuerte. Vale oro. La nuez moscada me trae recuerdos de mi infancia con su exótico y pequeño rallador.

Si del orégano hablamos lo remito al lector al poema de las Odas Elementales donde Pablo Neruda supo glosar sus maravillas.

De perejil somos. Nos emperejilamos por cualquier cosa. Siempre está a mano. Verde y salvador. Quiero plantas tan grandes como para dormir la siesta bajo su sombra.

El pimentón nunca falta: esta siempre preparado para aderezar los pulpos y los platos típicos de la cocina española.

Por las pimientas muchos dieron sus propias vidas. Están siempre presentes. Son imprescindibles. En todas sus variedades. Merecen un poema, una crónica y mucho más.

Y de la sal, de donde viene la palabra salario, se puede escribir muchos libros, hacer una Biblia con su historia que es en definitiva la historia del hombre.

Para el asado de cordero dadme romero. Para condimentar aves viva la salvia. La pasta gruesa de tahini la tengo en frascos que atesoro para condimentar los garbanzos y toda la cocina del Oriente Medio.

Cuando salgo a caminar por la estepa patagónica vengo con manojos de tomillo silvestre entre mis brazos. ¡Que aroma para aderezar las salsas!

La vainilla tiene una larga tradición repostera. Se extrae por la fermentación de la vaina de una orquídea trepadora. Y así ha sabido trepar a las cremas, los helados, los pasteles y cuantas otras delicias.

El último párrafo es para el wasabi que merece un ditirambo. Rábano picante japonés para condimentar el sushi y el sashimi, pequeños bocadillos de sabor tan atractivos como para pintar una naturaleza muerta. 

Sé de mis limitaciones. Pido perdón. Seguro que hay omisiones vergonzosas. Especias de todo el mundo, perdonadme si faltan algunas: ¡Qué tengáis larga vida!







(*) Escritor de Valcheta. Crónica tomada de su libro “Crónicas & crónicas” (Edición de la Imprenta de la Legislatura de Río Negro, Viedma, 2015).