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miércoles, 29 de junio de 2011

EL POEMA DE HOY



a Doña María Epul de Cañuqueo *


machi y camaruquera de Cerro Negro

– Chubut – Patagonia argentina



Por Celia Amanda Sala Davies




Hay viento y quietud
en esta soledad desazonada que desanda caminos,
caminos mesetarios
y que en su fónico andar cautiva cerrojos en círculos cerrados.
Es una agónica ansiedad de piel sufriente en busca de un auxilio.
Es una angustia que crece, crece y se espirala sabulosa en su vientre.
Lo que importa es llegar a Cerro Negro
no importa ni el camino ni el vehículo ni siquiera el peregrino.
Lo que importa es llegar a esas míticas lomadas
a esas manos consagradas al intenso laboreo sanitario
a ese espíritu manso siempre abierto en diagnóstico certero
a esos yuyos procesados con secretos saberes ancestrales.
Y hay quietud y viento
en esta soledad que desanda caminos también camaruqueros.
Y hay amor…
un amor agradecido
que prevalece
en la pertinaz memoria de la gente.




* Primer Premio Poesía, Eisteddfod “Mimosa” Puerto Madryn, 29 de julio de 2006.




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domingo, 26 de junio de 2011

EL POEMA DE HOY




XXXIII



Por Sandra Pien (*)




Los perros huelen un peligro

sube desde el mediodía

un sueño inconcluso

un vaso de agua en la Cruz del Sur

por donde se inscribe el primer aire matinal

lenta descripción de juegos.

Ante los ojos azules

dolorosamente feliz

la trama de laberintos y escenarios

el jardín el mirador el río

respiración de imágenes

que siempre regresan

o que nunca se van del todo.





(*) Poeta y periodista. Radicada actualmente en Buenos Aires, vivió durante un tiempo en El Calafate; experiencia que le dejó una profunda pasión por la Patagonia reflejada en su poemario “Patagonia. Rumbo Sur”. El poema que hoy se publica pertenece a su último libro, “Aquí no duele (50 poemas)”, presentado en el mes de junio de este año.




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miércoles, 22 de junio de 2011

EL POEMA DE HOY





APRENDIZ DE PÁJARO (*)




Por Cecilia Glanzmann



I

¿Soy el que dejó en la cuna

el cortejo de lo impredecible


o soy el que cargó en los hombros

la conciencia,
como un saco
fragante de lavanda y de jazmines

lacerado por cardos y espinillos
para caminar lo impredecible?

">


II

Soy sueño en esta vigilia humana

sucio el pico de tierra

de alada tierra suelta

en mi soy,
picoteo ciego

dormido

desvelado
los akásicos códices
y en ellos
saboreo gozoso el rocío del alba

iluminada de símbolos.


En el Árbol, soy aprendiz de pájaro.



(*) del libro del mismo título: APRENDIZ DE PÁJARO, Vinciguerra, Bs.As. 2010 - Primer Premio-Poesía-Concurso Abierto 2008 “María Inés Ure” GENTE DE LETRAS, en su XXX Aniversario.




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sábado, 18 de junio de 2011

LA NOTA DE HOY





LA “ARQUITECTURA BLANCA” DE GAIMAN


Por Jorge Eduardo Lenard Vives



Adornan el paisaje de la región española de Guadalajara unas típicas construcciones de pizarra, cuyo color obscuro las reúne bajo el nombre de “arquitectura negra”. Bellas en su tosquedad, resultan una genuina manifestación de la cultura local; transformada también en atracción turística. Contemplar esos edificios trae de inmediato a la imaginación las viviendas levantadas por los primeros pobladores de Gaiman, utilizando rocas provenientes de la loma cercana; irregulares sillares de arenisca de tonalidad clara con las que se hicieron casas rústicas como las hispanas, en un estilo que bien podría llamarse “arquitectura blanca”.





Expresiones bien conservadas de esta mampostería son la primera vivienda de Gaiman y la casa de la familia Griffiths; ubicadas allí donde la calle 28 de Julio intenta trepar la loma, sin conseguirlo; y se obliga a hacer un recodo caprichoso en dirección al puente con el nombre de John C. Evans. También en el Cañadón de las Viudas y sus inmediaciones se pueden ver varios ejemplos, incluyendo la fachada del Colegio Camwy. Con seguridad, algún paseante atento descubrirá mucha otras obras de “arquitectura blanca” en la región.



Éste es uno de los dos estilos de arquitectura vernácula del Valle del Chubut que un simple “diletante”, como el autor de esta nota, puede identificar. El otro es el de las sobrias edificaciones de ladrillos a la vista, cocidos en los hornos de la zona y dispuestos en aparejo inglés (en general, alternando una o dos hiladas a soga y una a tizón), techo de chapa de zinc acanalada, sencilla carpintería de madera dónde sólo se destaca, como ocasional ornamento, las cenefas en el borde del tejado; y, habitualmente, arcos en puertas y ventanas. Tal tipo de albañilería se encuentra tanto en el radio urbano de Gaiman, como en la zona de chacras. Se advierte en galpones, viviendas y también en varias de las capillas, por ejemplo, la Bethel “Vieja”. Ambos estilos fueron inspirados en la arquitectura tradicional del norte europeo de fines del siglo XIX; sobre todo en aquella que se observa en las campiñas inglesa y galesa, como la presente en la región de los Costwolds.

Esta arquitectura peculiar es uno de los varios legados de la Colonia; junto con la tradición culinaria, el culto religioso y las expresiones artísticas (en particular, las relacionadas con las letras, en su variante lírica; y con la música, en especial la coral).

Ahora bien… ¿qué hace esta referencia arquitectónica, en una columna por lo habitual dedicada a la Literatura Patagónica? Además de pretender llamar la atención sobre un fenómeno cultural propio del Valle del Chubut, un tanto olvidado, el autor de esta nota encuentra cierta similitud en la forma en que se ponderan ambas demostraciones artísticas.




Si bien en la actualidad existe una valoración importante de la Literatura regional, con numerosos escritores que la cultivan y editoriales que los publican; no sucede lo mismo respecto a los autores del pasado. Las creaciones más tradicionales de la Literatura Patagónica, tan atractivas para el buen lector como la “arquitectura blanca” de Gaiman para el buen observador, están, al igual que ella, un poco olvidadas. E incluso, corren un riesgo similar: que nuevas obras, sin quererlo, las difuminen, las diluyan; si no son rescatadas del olvido para ser disfrutadas.

No se trata en este artículo de proponer una comparación forzada ni una mala metáfora. Sólo se pretende señalar que, en esencia, la aparente postergación de las dos manifestaciones culturales obedece a la misma causa: aún no están difundidas en forma adecuada entre el público que podría interesarse en ellas.



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martes, 14 de junio de 2011

LA NOTA DE HOY

fotografía: Norma de Benedeti



TOURING CLUB




por Olga E. Cuenca

No por el sol, resguardado en su pereza, sí por el movimiento obligado de las gentes, se quiebra la película de escarcha.


La niebla acaricia las dos aguas del Museo Pueblo de Luis y humedece los ventanales del Feruglio.


A nadie se le ocurriría pensar que la culpa es del xilsa o del nordés. Sin embargo ...

La escarapela con la que el bicentenario distinguió al viejo hotel ondea en la puerta.


En la calle tropiezan los vacíos con la tierra removida.

Casa Thies, Ayuso, Casa Nuevo, Sudeste, la farmacia Margara, Blanco y Negro...

la quinta del jefe de estación,

cruzaron a la vereda del pasado.


Pero el Touring está allí. Encendido, tibio su interior. Despierto.

Casi un siglo abrazado a vientos que fueron, por origen,

oceánicos, itálicos, ibéricos.

Que es por junio, y el invierno aún no llega.


El reloj puntea hacia las diez de un día que no es hoy.

Es el agujero de la llave a través del cual, el tiempo resuelve ... de memorias:


El "granaíno" prepara el paladar para la copita de anís que recibirá mientras Doña Pepa elige las mejores verduras para el comedor. Se acomoda cerca del mostrador para disfrutar del trago y de la copiosa charla que dará descanso al monólogo de la pala y apilará una que otra añoranza.


El joven que ha salido temprano de su casa, espera en la confitería por el micro que lo llevará de nuevo a Gaiman. Frente a él, un pedazo de pan con dos enormes orejas, unas fetas de jamón, otras de queso y un tazón casi sopero de café con leche, son la respuesta contundente para un pedido que nunca se atrevió a hacer y que se repite cada día de clases.


Un mes atrás se habían reunido en la confitería. La profesora viajera había escuchado azorada el pedido de la alumna. ¡Y llevaba unos cuantos años ejerciendo la docencia! Mas, aquella solicitud rayaba en lo insólito.


¿¡Elegir en Buenos Aires la tela para un vestido de novia!? ¿Qué tiene que ver la Prehistoria americana con esto? Lo cierto es que se dejó convencer y ahora -casi presa de un ataque de pánico por tamaña responsabilidad- desenvuelve el paquete que contiene la pieza de encaje bordado y lo extiende sobre la cama, vigilando de reojo las reacciones de la futura novia.

Las manos del tiempo siguen inmóviles.


Entre ellas siempre habrá espacios

para claveles, narcisos y camelias.

Afuera, en la calle que quiere volver, de la mano del sol, el frío despierta.









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