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sábado, 22 de septiembre de 2012

EL POEMA DE HOY






EL MAR Y NO LA TIERRA


   Por Ana María Junyent


(Homenaje a los Tripulantes que no volvieron)






Sobre el salado espejo azul verde
surcaba dejando huella
de blanca espuma,
escoltaba su trajinar, bandada
de alegres gaviotas;
Se acunaba el “barco amarillo”
(no importa su nombre, fueron
muchos los que no retornaron)
Sus tripulantes esperaban
divisar el puerto,
el reencuentro con su familia,
el beso de sus pequeños hijos.
De pronto la mar, se hizo
dueña  de sus cuerpos.
Si entre oleajes dejaron
el sudor de su trabajo,
quiso el océano mecer
sus sueños eternos .
Entendió acaso
que él y no la tierra
debía atesorar sus cuerpos
de los que surcan sus aguas.
Nutrieron su alma y su mirada
con el color penetrante de ese mar
embravecidos  o calmos,
y quedaron sumergidos
en algún jardín especial
crecido en el fondo del abismo.
Hasta allí llegarán como único
y apenado consuelo, las flores que
desde la orilla arrojan
los quebrantados familiares,
llevando en sus pétalos los besos…
…que ya no podrán ser…



De la Flota Amarilla de Puerto Rawson (Chubut)

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL RELATO DE HOY






LA NOCHE DICE...


Por Ada Ortiz Ochoa (*)







Vengo desde las profundidades de la nada... o del todo absoluto.
Sólo sé que traigo mi mensaje para mover conciencias, para sacudir las telarañas del entendimiento.
Para obligarte a ti a que vuelvas tus ojos hacia adentro, a la esencia misma de tu ser y tomes nota de tu debilidad o de tu fuerza...
Recuerda que todos necesitamos conocernos para luego reacomodar los pasos, corregir senderos o realizar nuevos planes.
Recuerda qué pasó con tu amigo. ¿Necesito refrescarlo? ¡Bueno, lo haré!

Puedo comenzar por decir que Luca había muerto.
La soledad le había acompañado en la vida y ella le había fiel hasta la muerte. Mientras su cuerpo adquiría la frialdad del duro invierno..., sin primaveras por delante, el viento comenzó a aullar amenazador y trágico.
Los pocos amigos que tenía no se hicieron presentes. La soledad lo invadía por dentro y por fuera. ¿Cuánto de bueno había tenido su existencia?
Era muy pequeño cuando la vida se ensañó con él, luego todo había sido una cadena de amargos desencantos, con algún otro momento de felicidad.
Fue un mozo arrogante y peleador, que parecía disputarle al diario vivir unas migajas de comprensión.
Ahora, ya rígido, su rostro se notaba surcado de infinitas arrugas, pero tenía aspecto de sosiego, de calma...
El tiempo podría haberse detenido allí, en ese mismo instante que parecía... ¡tanta era la quietud del cuadro!... algo intemporal e intangible.
De pronto la puerta se abrió.
Una alargada silueta se dibujó a contraluz... Era una mujer. Caminó como en trance. Parecía débil e insegura.
Un rayo de luz dejó, momentáneamente, apreciar su rostro.
Una expresión de incredulidad dejó paso a otra de dolor, de aterradora lucidez.
¡Luca estaba muerto!..., se sentía vacía y ella misma invadida de mortal desgano.

¿Recuerdas ahora? Ese fue el final de Luca.
He querido que hoy me escucharas, para que la reflexión llegue a tu enloquecida cabeza.
No quieras saber mi nombre, ni ver mi rostro.
Nadie me conoce, yo soy la profundidad de la noche.



(*) Escritora de Sierra Grande.

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domingo, 16 de septiembre de 2012

LOS RELATOS DE HOY




DOS RELATOS BREVES 


Por PASCUAL MARRAZZO (*)








Estoy


   Siempre estoy, aunque me apoye en el silencio de un teclado perezoso o presione los números mudos de tu teléfono. Como una llama solitaria,  temerosa, ahogándose en sus cenizas, al acecho de otra lengua de fuego que baile excitada y chispeen de alegría con la mía. Acorazando el corazón con el aire frío de esta noche, acuchillando tu ventana con las voces azules que cantan los jacarandaes. Bajo los palos borrachos que lucen las flores y las espinas del enamoramiento. Aferrado a tu nombre, entre todos los colores que dejan las sombras escondidas en las plazas. A la espera de que elijas un trozo de tu vida, un tiempo de tu mejor leño, mi corazón incandescente quiere arder contigo.






Extraño mi corazón



Es de la ceguera del amor que me ha curado el matrimonio, pero ahora que divorciado y desnudo me atrapan los harapos de la vida. Es mi razón que corre mientras el corazón sólo late y viaja en pequeñas jornadas. Ha quedado en libertad, es libre y no hay nada para festejar. Es lo peor que le puede haber pasado. Un corazón en libertad es la jaula del hombre que habita y ese hombre soy yo, más la tortura de no existir. Hubiese preferido un corazón a la deriva, aunque éste fuera el camino del sufrimiento. El corazón roto del desenlace o el corazón silencioso de la muerte. Quisiera volver a mi corazón sangrante, ese que soportaba las pasiones en toda su intensidad cuando no existía la razón ni el presentimiento y tenía la arrogante felicidad de ser soltero. Ahora vestido de años y cargado de experiencias que pesan, busco nuevamente la ceguera, el abandono de la razón y un corazón que vuele. Busco desesperadamente a esa mujer, que me lo pueda encarcelar.



(*) Escritor de Neuquén.

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jueves, 13 de septiembre de 2012

EL POEMA DE HOY







  Llegaste de lejos


Viniste en diciembre navegando mares.
Te trajo el destino a este rincón.
Allá se quedaba tu verde colonia
tu infancia, la guerra y tanto dolor.

Llegaste a estas tierras con solo trece años
trayendo esperanzas y gran ilusión.
aquí conociste el gran desarraigo
también el cansancio y marginación.

Después con el tiempo aprendiste el idioma
ganado con fuerza de un trabajador
el mate, el himno, el tango  y bandera
de esta Patria grande que te cobijó.

Fuiste muy querido, echaste raíces
y este hermoso valle te vio sonreír
a la dulce Alcira aquí conociste
jurando por siempre muy juntos vivir.

Llegaste de lejos, te trajo el destino
y aquí con cariño formaste tu hogar,
hiciste tu rancho, amaste a tu esposa
y a tus tres retoños los viste jugar.

Tus ojos celestes, figura cansada
con la pala al hombro te veo llegar,
esperando todos tu sonrisa buena,
y el humor de siempre silbando al entrar.

Pero otro diciembre te fuiste de nuevo,
esta vez  solito ya sin regresar, ¿Por qué?
no me explico, te fuiste tan joven,
eras fuerte, sano y bueno como el pan.

Después con los años aprendí a valorarte
aunque pase el tiempo  nunca he de olvidar,
tu voz, tu cariño, tu figura humilde,
tus ásperas manos, tu tierno mirar.




Letra: Inés Luna 
Música Humberto Gaviña

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domingo, 9 de septiembre de 2012

EL POEMA DE HOY




    28 (*)



Por Antonio Vicente Ugo (**)




Cielo de tan duro, congelado,
allá en el Sur donde yo supe verlo.
Un sol de amanecer que sin saberlo
apaga las estrellas que me ha dado.

Luego ese viento que alcancé a quererlo
y el jarillal sentido y maltratado,
o el gaviotín sobre el acantilado
cuyo vuelo no alcanzo a comprenderlo.

Estampa pobre de la remembranza,
de la que sólo queda la esperanza
de volver saturado de alegría.

Pero comprendo que los años fueron
y aquellos ojos que tanto lo quisieron
ya nada habrán de ver de lo que había.




(*) Soneto número 28 del poemario “La tierra que me diste”.
(**) Poeta chubutense, por opción.

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