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martes, 8 de julio de 2014

EL POEMA DE HOY



RESIGNACIÓN



Por Antonio Vicente Ugo (*)




Volveré al sur, la tierra prometida
para hallarte, tal vez, como motivo,
disimular, en fin, que muerto o vivo
para siempre serás la más querida.

Ese rasgo cruel yo no lo esquivo,
pero también es cierto que lo mida,
y con serena decisión, decida
volver otra vez a ser cautivo.

No retornes al sur, algo me dice,
no es lo mismo volver que haber partido,
no encontraré las cosas que deshice.

Que la tierra tendrá el mismo carisma
pero a ella ya la habré perdido.
Y mejor será así, para ella misma.





(*) Poeta chubutense, por opción. De su poemario “La tierra que me diste”.
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sábado, 5 de julio de 2014

EL POEMA DE HOY



NADA

Por Jorge Curinao (*)




Todo y nada es Historia:
el sol partido,
la triste crónica del pájaro atropellado,
el mozo sin idioma,
las piedras del sueño,
el oleaje del vaso lavado,
las nubes sobre los muros,
las sombras que pueblan los días,
el zumbido del cansancio,
el mudo enojado con el mundo,
el azar del sepulturero,
el testimonio desamparado de las madres sin techo,
el florista de las mañanas,
el recolector de vestigios,
los mensajes para nadie.
Sin embargo,
en la piel de las estatuas todo es mentira:
gloria perversa que corre sobre los calendarios ciegos del tiempo.




(*) Escritor de Río Gallegos. De su libro Plegarias del Humo (2009)

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martes, 1 de julio de 2014

EL POEMA DE HOY



ENSALMO DEL FAROLITO


Por Ramón Minieri (*)




Este farolito solo
en la esquina de dos calles
en qué piensa
madre

ese farolito fiel
para quién se esmera
para quién
para nadie

los portones de hierro negro
nunca se abren

para qué encienden faroles
quién apaga las ciudades
quién sabe

y este de la luz lisiada
mitad
renqueando en el viento

pero adónde
aunque pudiera

adónde
iba a marcharse.




(*) Escritor de Río Colorado. De su poemario “Libro de ciudades”, Río Colorado, 2009.

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jueves, 26 de junio de 2014

EL CUENTO DE HOY



LUEGO... HAY UN DESPUÉS

Por Ada Ortiz Ochoa (*)



La casa tiene un techo de brillante chapa acanalada, que sobresale con un reborde de pestañas onduladas.
Dejo deslizar mi mirada por las ásperas paredes. Las ventanas cerradas dan un aire de indiferencia al aspecto general de la imponente construcción.
La verja llena de filigranas metálicas, contiene la tupida mata multicolor, que descuidada, crece sin control. Yuyos y plantas de jardín se encuentran entreverados, así como el bien y el mal, se deslizan amalgamados en toda existencia humana.
Tengo la sensación de ser un escombro de la vida, desesperadamente necesitado del apoyo solidario de una mano fraterna, o del beso de Dios para limpiar mi frente. Pero aquí estoy, conquistador sin conquistas, guerrero sin luchas, vencedor sin triunfos...
Titubeo atribulado, sin poder dar un paso. Llagas en mi alma muerden sin asco.
Un temblor recorre mi cuerpo y casi sin sentirlos mis pies avanzan, uno y el otro, más adelante en esa dirección. Hacia puerta la principal.
El golpe seco del llamador, no parece ser el resultado del impulso de mi mano.
Siento corridas y voces en el interior...
Cuando la puerta se abre, me quedo contemplando el rostro flaco de la mujer y los ojos asombrados de los pequeños.
Simplemente digo:
-He vuelto.
Como un eco me llegan las voces animadas y debo afirmarme ante el abrazo de mi mujer y de mis hijos...
No puedo recobrar la voz, en mi interior acepto:
-Es el destino.


(*) Escritora de Sierra Grande
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lunes, 23 de junio de 2014

LA NOTA DE HOY



DINOSAURIOS

Por Jorge Eduardo Lenard Vives





El reciente hallazgo en la provincia del Chubut de los fósiles del dinosaurio más grande descubierto hasta el momento en el mundo, trajo de vuelta al ruedo el interés por estas maravillosas creaturas que poblaron el orbe unas decenas de millones de años atrás. Parte de la fascinación por tales animales prehistóricos, proviene de la “dinosauriomanía” que generó hace más de dos décadas la película “Parque Jurásico”, de Steven Spielberg. El filme, además de presentar una plausible tecnología que podría permitir la recreación de un mundo extinguido en el pasado, transformó a los arcaicos seres, hasta entonces sólo objeto de estudio e interés por parte de los paleontólogos, en simpáticos peluches escamados atractivos para el público más joven. Pero antes de la cinta estuvo el libro, del mismo título, de Michael Crichton.

No era la primera vez que las letras mentaban a los dinosaurios. En el cuento de ciencia ficción “El ruido del trueno”, de Ray Bradbury, unos cazadores que viajan en el tiempo se enfrentan a un tiranosaurio rex sin mayores consecuencias; pero al retornar al futuro no pueden escapar de las consecuencias del “efecto mariposa”. El cuento escrito en 1952 fue reeditado, junto con otros relatos y dos poemas de similar tema, en su volumen “Dinosaurios” de 1983.

Aun antes, en “El mundo perdido” de Arthur Conan Doyle, una de las novelas de la serie del victoriano profesor Challenger, los aventureros que se internan en las selvas de los Andes Septentrionales encuentran un fabuloso territorio donde, en anacrónica superposición, moran estos terribles lagartos y una tribu troglodita. La novela termina cuando el profesor libera en un salón de conferencias de Londres, por accidente, un pterodáctilo; que luego de provocar el espanto entre los asistentes, se escapa volando por el cielo nocturno con rumbo desconocido. También Julio Verne hace que los osados navegantes del mar subterráneo de su “Viaje al centro de la Tierra”, asistan al enfrentamiento entre un ictiosaurio y un plesiosaurio.

En la Patagonia, la rememoración de los antediluvianos saurios se remonta a la carta que dirige Martín Sheffield en 1922 a Clemente Onelli; a partir de la cual se origina la conocida expedición al mando del Ingeniero Emilio Frey. Pese al fracaso de los exploradores, la atractiva idea despertó el estro de los escritores; quienes volcaron en imaginativas obras la posibilidad de la supervivencia de algún ejemplar de la estirpe. Tenemos así, entre otras creaciones, los cuentos “El palo” de Liborio Justo, “El manuscrito de Sheffield” de Fernando Nelson, la novela “El Lago” de Paola Kaufmann; y la excelente “nouvelle” “Gondwana” de Jorge Honik, cuyo protagonista despierta del letargo para contar su desdichada historia a los seres humanos:

“Amigos radioescuchas. Les habla Bedebel, saurio gigantesco del cretácico. (...) Como mis hermanos fui condenado a la extinción. Pero sobreviví. Yo sólo, aislado en un mundo que ya pertenece a otros, a ustedes radioescuchas. Sobreviví porque fui señalado por la mano de Quién... (...) ...de Quién necesitaba un archivo viviente de su raza para que diera testimonio de aquella época de esplendor y de la decadencia que la continuó”.

Finalizado su testimonio, retorna al lecho de cieno que lo cobija, para continuar su sopor:

“Bedebel volvió a hundirse en las frías aguas, mientras en la superficie un gran remolino sellaba su regreso a las profundidades. Cuando llegó al final y fue cubierto por los removidos barros que lo habían acunado por millones de años, ya dormía.”

Los científicos nunca encontraron en la región un dinosaurio vivo. Sin embargo, hallaron una ingente cantidad de sus restos petrificados; hasta constituir una reserva paleontológica de significado mundial. Tanto en Neuquén y Río Negro, como en Chubut y Santa Cruz, se fueron descubriendo nuevos vestigios de los soberbios reptiles del Mesozoico, con características muchas veces únicas; a quienes se pusieron nombres muy patagónicos: Patagosaurus Fariasi, Titanosaurus Australis, Volkheimeria Chubutensis, Argentinosaurus Huinculensi... Junto con los ratros, aparecen algunas obras que popularizaron los conocimientos científicos en torno a sus peculiaridades; con títulos como “Dinosaurios en la Patagonia” de Rodolfo A. Coria, y “Con un pie en la Patagonia”, por Luis M. Chiappe y Lowell Dingus.

Los ensayos no se detienen en la mera enunciación técnica de los descubrimientos y sus implicancias, sino que transforman la búsqueda en una novela de detectives. Al mismo tiempo, amplían detalles sobre el paisaje natural y humano donde los hallazgos tienen lugar; y se constituyen en una nueva muestra de cómo la Patagonia influye sobre quienes tienen la vocación de transmitir sus vivencias por medio de la palabra escrita.

Pensar en esos seres de variada fisonomía que poblaron la tierra despierta el asombro y la curiosidad, ante la variopinta exuberancia de las formas que la evolución los llevó a adoptar. Pero también mueve a reflexionar sobre como una especie que dominaba el mundo, desapareció de la faz de la Tierra dejando sólo sus huesos hechos piedra. Hoy, a 65 millones de años de la extinción de los últimos dinosaurios, otra raza se enseñorea en el globo terráqueo.

Dicen que la historia se repite.









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