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martes, 13 de septiembre de 2016

LA NOTA DE HOY





 LEONOR MARÍA PIÑERO
Y EL NACIMIENTO DE LA CRÍTICA EN LA LITERATURA PATAGÓNICA

Por Jorge Eduardo Lenard Vives




“-… ¿Sobre qué escribe usted? – preguntó la señorita Bordereau.
- Sobre los libros de otros. Soy un crítico, un historiador en pequeña escala. – …   - ¿Y qué otros, entonces?
- Ah, gente mejor que yo: los grandes escritores, principalmente; los grandes filósofos y poetas del pasado; los que se han muerto y no pueden hablar por sí mismos.”
                                                                     
                                                  (Los papeles de Aspern. Henry James)


Los libros, a veces, se difunden de boca en boca. Si el lector recuerda cómo llegaron a sus manos los ejemplares que más ha disfrutado, es probable que tenga presente a alguien que se lo recomendó, regaló o prestó… aunque esto último no es algo popular entre los bibliófilos. Otras veces, la divulgación se hace por medio de la propaganda; que golpea al lector desde un afiche callejero o un aviso en los diarios. El libro se publicita como cualquier otro producto. Así pueden verse librerías donde se exhiben los ejemplares dispuestos en pilas, al estilo de las latas de conserva en un supermercado; una curiosa muestra que prioriza la cantidad sobre la calidad.

Pero hay una tercera forma: la divulgación por medio de los comentaristas y otros cultores de la “metaliteratura”; cuyos trabajos llegan al público como nuevos textos o breves notas literarias. La figura del crítico aún no está bien afianzada en la Literatura Patagónica, pese a que muchas personas han cumplido, y están cumpliendo, ese papel. Entre ellas se destaca una escritora que además de crear su propia obra, decidió propalar la de sus colegas; tanto los patagónicos como los de otras latitudes que se inspiraron en la zona. Se trata de la fueguina Leonor María Piñero.

Pocos datos tenemos sobre sus primeros años de vida. Si bien no habría nacido en Tierra del Fuego, su familia estaba asentada desde mucho tiempo atrás en la zona. A principios del siglo XX su padre, Esteban Piñero, administraba la estancia La Criolla; al sur de Río Grande. A su muerte en 1930, quedó a cargo del campo su esposa, Berta Patella, progenitora de la escritora. Con el tiempo, Leonor se radicó en Río Grande; donde vivió la  mayor parte de su vida.

Su hermana mayor, la pintora Venus Videla, frecuentaba los ambientes artísticos. Así Leonor conoció desde chica a referentes de la cultura y el periodismo, que le permitieron canalizar su vena literaria. Comenzó a publicar en 1947 sus artículos en periódicos; y en 1951 editó el primer libro de relatos, “Retorno al amor y otros cuentos”. El segundo libro, de 1957, fue la “Estatua Viviente”; una novela por la que Enrique Larreta la felicitó. Luego editó el poemario “Mis palabras”, hacia 1969.

En 1971, fundó en Río Grande el quincenario “La Ciudad Nueva”. Fue, también, la primera corresponsal en la zona de algunos medios de prensa nacionales. Además de exteriorizar su vocación periodística, continuó con su pasión literaria; y escribió otros libros como “Pasitos en la nieve”, “Eluned Morgan, exponente de la mujer galesa”, “Cuentos para mi niño”, “Doña Rosa, la colona”; “Monseñor Fagnano”, y los volúmenes de poemas “Mis Desvelos” y “Tinta Sur”. Se recuerdan en especial sus cuentos infantiles “Chepachen” y “El Milagro de las Flores”.

Su bibliografía fue extensa y promisora. Sin embargo, la prolífica autora tuvo tiempo para mirar el panorama de las letras a su alrededor y percatarse de su riqueza. Se abocó entonces a la tarea de hacerlo conocer. Surge así una larga nota publicada en el número de agosto/septiembre de 1963 de la revista “Argentina Austral”, llamada “Ensayo de historia literaria patagónica”. Allí esboza una clasificación de la historia de la Literatura Patagónica en cuatro épocas: “de grupos autóctonos” (tradición oral); “de descubrimientos”, hasta 1850 (crónicas de expediciones extranjeras); “de organización”, hasta 1910 (relatos de viajeros argentinos); y “de evolución”, con escritores nativos y arraigados, hasta nuestros días.

Piñero también se pregunta allí si existen los “escritores patagónicos”. Y concluye que sí: los literatos nacidos y residentes en la región lo son. Sus temas, en general, son los que les brinda el paisaje comarcal; pero también tocan asuntos universales desde la óptica del ambiente particular en el que viven. Otro aporte es su intención de dilucidar la identidad de los primeros escritores nativos. Cita dos: Zacarías Herrero, un poeta maragato; y Lucas Bridges, nacido en Ushuaia y autor de “El último confín de la tierra”. Finaliza su estudio con un concepto aún válido: que “ellos (los escritores de la Patagonia) merecen que se los vaya ubicando dentro de cualquier antología argentina”.

En el tratado “Pasión y suma de la expresión argentina”, Juan Pinto reconoce su importante papel como filóloga de las letras sureñas; y menciona el extenso trabajo que, con el título “Ensayo de antología literaria patagónica”, le publicó el diario Jornada de Trelew los días 16, 17 y 18 de septiembre de 1963.

Cuando en el año 2001 el fruto de cincuenta años de tarea artística es reconocida por la legislatura de Tierra del Fuego, pronuncia unas sentidas palabras autobiográficas; las que finaliza diciendo: “Yo seguiré trabajando, dije, hasta el día que me muera; porque la literatura la llevo en la sangre como mi propia vida. Una a veces se pregunta ¿por qué escribo?, ¿por qué escribo tanto? Y será porque van surgiendo temas y una desea seguir; y sigo y sigo Y así será hasta el día que en que me vaya al otro mundo.”

El 25 de junio de 2010, a los 86 años, “se fue al otro mundo” esta artista que brilló con luz propia; pero que también tuvo tiempo para iluminar la realización de otros literatos; a quienes rescató de las sombras del pasado donde permanecían ocultos pese a la calidad de su pluma. Sin embargo, quedan aún muchos en el olvido. La tarea en la que  Leonor María Piñero fue pionera está aún inconclusa; y amerita ser continuada.





Nota: El autor quiere agradecer a Hernán, de Bs. As., detallado biógrafo de la escritora cuyo apellido desconoce, y a Mingo Gutiérrez, autor del blog “Mensajero del Río”; de cuyos textos tomó varios datos para este artículo. Visto en: http://mensajerodelrio.blogspot.com.ar

viernes, 9 de septiembre de 2016

EL POEMA DE HOY




PRESAGIO


Por Gonzalo Salesky (*)




Sé que en la vida, no importa cómo,
también el fuego se apaga con el día.
La noche es corta cuando el invierno acecha,
el tiempo cura y sana las heridas. 

Dejar de hablar no ha sido buen remedio;
sé que el presagio de luz y de agonía
se está cumpliendo, no importa cuándo llegue,
tal vez sea cerca y te encuentre dormida. 

No lo verás venir aunque se anuncie,
¿sabés qué dulce y vana es esta espera?
Porque muy pronto saldrás, será tan fácil
como volver al punto de partida.





(*) Escritor de Córdoba. Su relación con la Patagonia se materializa en la figura de su padre, Aurelio Salesky Ulibarri, el reconocido poeta regional. Este poema fue tomado de su libro “Presagio de luz” (Pixel Gráfica, 2010)


miércoles, 31 de agosto de 2016

EL POEMA DE HOY



A UN CARRO
Por Juan Carlos Corallini (*)



Ebria de sol y de luna
mi madera fue un trozo del Ande
hecho resina.

Ebria de dolor y lejanía, mi madera
fue un rayo de luna volandera
hecha camino.

Ebrias de años y de historias, mis astillas,
a lo largo de los años y las penas
hechas recuerdo,
son la memoria de los tiempos y en las horas
de recordar lo que han sido viven
hechas olvido.



(*) Publicado en el volumen “Bodas de Plata – Grupo Literario Encuentro – 1990-2015” – Ed. Remitente Patagonia, Trelew, 2015.


viernes, 26 de agosto de 2016

OBRAS DE AUTORES PATAGÓNICOS





COMENTARIO DE UN LIBRO RECIENTEMENTE APARECIDO
“VUELO DE CONDOR” DE MARTHA PEROTTO (*)


Desde el inicio mismo de "Vuelo de Cóndor", su última novela, Martha Perotto advierte que la narración se basa en un hecho real: la suelta de cóndores criados en cautiverio que se realizó en la orilla rionegina del Valle Encantado, en 1996. También avisa la autora que el libro en sí mismo es un homenaje de amor por la naturaleza y hacia quienes tratan de preservarla. Y en una tercera prevención que hace, adelanta que éste es un libro dedicado al público adolescente. Sin embargo, la escritora no subestima a sus lectores jóvenes; y, ya sea tanto por su argumento como por su lenguaje y su estructura, crea una novela sólida que invita a recorrer sus amenas páginas y a reflexionar sobre sus contenidos.

En un vaivén que lleva al lector del pasado al presente y viceversa, los sucesos van creando una historia en la que conviven la trama policial, el romance, la novela de aventuras y el relato de ciencia; no el de “ciencia ficción”, sino el de “ciencia”, a secas. Este es un subgénero donde el protagonismo lo adquieren los investigadores; cuyas pesquisas, descriptas por la pluma de la artista, se transforman en un argumento apasionante. Desde este punto de vista, se presenta como una variante literaria motivadora apta para despertar en forma temprana la afición por la actividad científica, en este caso la relacionada con la zoología y disciplinas anexas; que puede orientar el futuro de quien lee este volumen sin tener su vocación profesional del todo definida.

En sus páginas se combinan la acción, el suspenso, la intriga y también elementos de la vertiente fantástica dosificados en forma cuidadosa; una amalgama que da lugar a una novela entretenida y heterogénea. Su protagonista, Leonor, es una adolescente que vive su etapa de crecimiento rodeada de la problemática de la sociedad actual, con los lógicos “conflictos” de la edad. Pero la autora no exagera esa conflictividad, no la hace centro de la obra; y obtiene de esa manera un personaje interesante y cálido.

De todas maneras la narración tiene algo de “novela de iniciación”. En ese andar, Leonor se encuentra con Guillermo, otro adolescente, por quien se siente atraída; el que se transforma en el coprotagonista de la ficción. Al estilo de un “verano de descubrimientos”, en este caso, de una “primavera de descubrimientos”, la púber pareja se sorprende con los milagros de la vida y la muerte; y con la tortuosidad de las relaciones entre los seres humanos y sus múltiples facetas: aristas que van desde el amor y la amistad, al odio y la sed de venganza.

La cuidadosa y prolija edición fue realizada en una imprenta de Mallín Ahogado, paraje próximo al lugar de residencia de la autora, la localidad de El Bolsón. Tiene ilustraciones en tapa y contratapa de Paula Castro. La obra se divide en diez partes, cada una de las cuales está encabezada por una frase de Roberto Juarroz, Silvia Cristina Rodríguez, Baldomero Fernández Moreno, Nélida Piñón, Abelardo Castillo, Wendell Berry o Enrique Campos Menéndez. El prólogo es de la autora; que comienza diciendo: “Al acercarme a un hecho para escribir sobre él, busco observarlo desde distintos ángulos y juego con la posibilidad de que pudiera haber ocurrido de una manera distinta”.

Esos distintos ángulos de ver un suceso, incentivan aún más a la lectura de la novela. Porque coexisten en sus hojas, aunque en forma tácita, tres tramas. Dos de ellas, las crónicas de Mallku y Ututu; y de Leonor y Guillermo, si bien coincidentes en el sentido de la “flecha del tiempo” – en ambos casos, aunque desfasados generacionalmente, el camino es desde la infancia a la adultez - , marchan a contrapelo en su contenido y propósito. La historia de Mallku y Ututu arrastra a la revancha y a la muerte violenta; la historia de Leonor y Guillermo lleva hacia la vida y la esperanza. Y la tercera historia, la de los cóndores criados en cautividad que se sueltan en los cielos patagónicos, conduce a la libertad.


J.E.L.V.


(*) “Vuelo de Cóndor”. Martha Perotto. Edición del autor, El Bolsón, 2015.



domingo, 21 de agosto de 2016

EL MICRORRELATO DE HOY




PÁJARO ESTRELLA

Por Jorge Luis Fernández (*)



Es de noche. No hay nadie en casa, estoy solo.
Un pájaro estrella se ha pegado al vidrio de la ventana con sus patitas ventosas. Pareciera querer entrar porque picotea sin cesar, pero lamentablemente no puedo permitirlo porque me volvería loco.
Ya casi es medianoche y el pico del pájaro estrella sangra, sus ojitos titilan cada vez con más fuerza.
Desgraciadamente no puedo hacer nada más que dejar abiertos los postigos porque cualquier otro intento lo mataría inmediatamente.
Me quedaría observándolo pero me está venciendo el sueño. Quizá en estas horas que nos separan de la madrugada recupere la energía y pueda volver a ocupar su lugar en el cielo o bien se deshaga como una estrella fugaz.





(*) Escritor chubutense. Nacido en Allen (Río Negro) actualmente vive en Esquel. Ha publicado, entre otros títulos, "Revelaciones de amor" (poemas), "Días especiales" (relatos), "Amor obsesivo" (poemas), "Lunes" (pensamientos y reflexiones). El presente relato pertenece a su obra “Pájaro estrella" (relatos),  ED. UHF, Esquel, 2004.