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jueves, 27 de octubre de 2016

EL POEMA DE HOY




POEMA VII

Por Elena Paso (*)



¿Dónde estás madre? ¿dónde tu palabra?
levanto piedras en el desierto
y solo encuentro tierra yerma
quiero contar a los nuestros
y allende fronteras 
que soy libre

orfandad ancestral
tal vez más al sur




(*) Escritora de General Roca. Este poema se tomó de su libro “Aroma del silencio”, actualmente en edición.

Nota: La autora además ha publicado en CD hace poco tiempo libros de poesía para niños, que están siendo empleados por docentes en Río Negro, Mar del Plata y otros lugares. Quienes lo deseen, pueden bajarlos de la red del CURZA de la Universidad del Comahue; o solicitarlo a la autora.


jueves, 20 de octubre de 2016

EL POEMA DE HOY






HORIZONTE AL SUR 



Por Gladis Naranjo (*)







El sol golpea fuerte todavía.

No termina el verano y las gaviotas

carcajean el verano de la espuma.



Agradezco la mansa algarabía

y el horizonte azul, cielo lejano

desdibujado con azul de bruma.



Mantiene el viento norte su porfía

devolviendo las crestas de las olas…

deshilando las crestas de las dunas…



Percute el mar la eterna letanía

que canta dentro de sus propias notas

y danza dentro de su propia cuna.



Y se vuelca en la playa en rebeldía

borrando la memoria de la arena,

brillando en la memoria de la luna.



Y el mar, que es viejo y sabio, en sincronía

cada día inaugura sus recuerdos…

y cada noche oscura se le esfuman.






(*) Escritora neuquina, radicada actualmente en la provincia de Buenos Aires. Este poema recibió el Primer Premio en el concurso 2016 de la Sociedad de Escritores Marplatenses. Está inspirado en la playa de Claromecó.



sábado, 15 de octubre de 2016

EL POEMA DE HOY





MÁS ACÁ DEL VIENTO


Por Magdalena Pizzio (*)



Gime, susurra, parlotea
silba
viento que enmascara el balcón
de ceniciento polvillo
y espía por las rendijas
de la persiana
mientras las cortinas
tiesas y aburridas
de horas, de días
no adivinan otro horizonte
cansadas de colgar.
Más allá del viento
los faroles se hacen guiños
cuando las hojas bailotean
una danza circular
como queriendo subir
nuevamente
a las desnudas ramas.
Los pasos crujen
sus corridas de siempre
y los charcos lloran
entre huellas de bicicletas
basura, tierra, resaca
tristes.
Los gatos se silencian
en los tejados
y algún perro que se cree lobo
aúlla al temblor de las sombras.
Más acá del viento
cierro mis ojos
y te invento.




(*) Poeta neuquina.

domingo, 9 de octubre de 2016

LA NOTA DE HOY





DE LOS BUQUES Y SUS NOMBRES


Por Jorge Eduardo Lenard Vives




Me gustan las fragatas, me gustan los veleros.
Me gustan los sonoros vocablos marineros
bauprés, obenque, jarcia, pañol, arboladura
bitácora, mesana, barlovento y amura.

(Juan Luis Gallardo, Las cosas)





Los nombres de los buques tienen algo de exótico y misterioso. Sugieren largos viajes y puertos lejanos; tormentas en altamar y costas remotas. No son ajenos en la originalidad al resto de la pintoresca jerga marinera; con su vocabulario rico y eufónico.

La Patagonia, de extensa faz oceánica, es visitada desde hace cinco siglos por navegantes de todas las latitudes; en bajeles que a veces dejan sus restos en estas playas, otras, tan sólo el nombre; y, en algunas ocasiones, ambos. Tanto el Balneario El Cóndor como la Playa Unión, aluden a sendos naufragios. Otros topónimos, recuerdo de navío más afortunados que sobrevivieron al temporal y la restinga, son Bahía Cracker, en alusión al barco británico que visitó la colonia galesa en abril de 1871, Puerto Deseado, que mienta la almiranta del corsario Cavendish, Canal de Beagle, en referencia al bergantín que llevó a Charles Darwin alrededor del mundo; y los montes antárticos Erebus y Terror, por los veleros de la expedición de James Ross.

Cada tanto ocurre a la inversa; las embarcaciones toman su denominación de los accidentes geográficos del sur. Es así que la Armada Argentina tiene, o tuvo, naves como el “Cabo de Hornos”, el “Bahía Paraíso” y el “Patagonia”; sobre el cual Sergio García Pedroche y Jorge Félix Núñez Padin escribieron un texto. Sucede lo mismo con los cruceros que la empresa alemana Hamburg Sud, entre 1922 y 1923, ordenó construir al astillero Blohm & Voss – el mismo para el que trabajaría Hans Castorp, el protagonista de “La Montaña Mágica” de Thomas Mann-; bautizados en honor de los cerros de Tierra del Fuego: “Monte Sarmiento”, “Monte Olivia”, “Monte Pascoal”, “Monte Rosa” y el malhadado “Monte Cervantes”.

La historia patagónica incluye la presencia de naos de renombre, como el clíper “Mimosa”, que trajo a los colonos galeses en 1865; el transporte “Villarino”, que repatrió los restos del General José de San Martín en 1875, y que luego navegó el mar austral y zozobró en cercanías de Camarones en 1899; o el cúter “Luisito”, construido por el Comandante Luis Piedrabuena y sus hombres, para regresar al continente luego de encallar en la Isla de los Estados en 1873.

Como es natural, la Literatura regional se hizo eco de la temática e introdujo estos apelativos en sus obras. Pueden citarse los libros “Mimosa. La vida y la época en que el barco navegó en Patagonia” de Susan Wilkinson, “El naufragio del Virgen de Rosario”, de Alfredo Lama, “Monte Cervantes y el Capitán Dreyer. Naufragio y muerte en el sur argentino”, de Adriana S. C. Pisani, “Monte Cervantes, carta y recuerdos del naufragio”, de Adrián Gustavo de Antueno Berisso, “Tras la Estela del Hoorn. Arqueología de un naufragio holandés en la Patagonia” y “El Naufragio de la HMS Swift”, de autores varios. Asencio Abeijón incluye un relato titulado “Incendio y naufragio del Presidente Roca”, en su volumen “El guanaco vencido”. También la ficción muestra sus ejemplos, como “Los náufragos del Jonathan” de Julio Verne. Caso especial constituye la novela “Patagonia”, de Henry James; triste historia a bordo de un buque que, pese a su designación, no navega en aguas meridionales sino en el Atlántico norte.

Sin embargo, hay un ejemplo más curioso en el que la región llega, a causa del tema de esta nota y con un tenue sesgo literario, al ámbito mundial. En la novela “Drácula” de Bram Stoker, publicada en 1897, el conde viaja a Inglaterra a bordo de la goleta “Démeter”. Al culminar el viaje, casi toda la tripulación ha desaparecido; sólo permanece el cadáver del capitán atado al timón. El filme “Drácula” de 1931, dirigido por Tod Browning y con Bela Lugosi en el papel del siniestro personaje, muestra esta infausta travesía. Para introducirla, aparece un cartel que indica con claridad: “Aboard the Vesta – bound for England”.

La película se aleja del libro con este rótulo; si bien ambas diosas terminan siendo hermanas. Démeter era la diosa griega de la agricultura y la fecundidad (la Ceres latina); en tanto Vesta era la diosa romana de la fidelidad y el fuego del hogar (Hestia en los mitos helénicos). Pero, como dice Charles Fort al introducir el “Libro de los Condenados”, “todo iría bien, todo sería admisible…”, es decir, el dato no sería destacable, si no fuera que también se llamaba “Vesta” el vapor que en 1886 llevó un contingente de inmigrantes desde Gales al Chubut.

¿Por qué el director nombró de tan distinta manera al lúgubre bastimento? Podría haber alguna explicación hermética respecto a la simbología de las dos deidades; aspecto que sería tal vez sólo del dominio de un pequeño grupo de iniciados. Aunque también podría existir una interpretación más simple: que Tod Browning conociese una embarcación denominada “Vesta”, quizás la misma que trajo a los colonos de 1886; y quiso evocarla en su filme. Sea como sea, la mención introduce una vaga e inesperada remembranza de la Patagonia entre los cuadros de un clásico universal del cine de terror.





Nota: El dato sobre el nombre de Bahía Cracker está en el interesante y bien informado blog “Bahía Sin Fondo” de Patricio Donato (http://bahiasinfondo.blogspot.com.ar)