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sábado, 19 de agosto de 2017

EL POEMA DE HOY



DESVELO
Extrañando en ritmo de tango


Por Julio J. Leite (*)




La noche
con
sus puntas
me traspasa…
-chorreo sombras-
enciendo una distancia
y me la fumo,
hay cenizas celestes
que me miran,
cielos gruesos
que aplastan
mi humedad
de silencios
y es un grito hacia adentro
Esta mano vacía
que se aferra
             a este vaso
y se lo bebe
cual si fuera tu cuerpo.





(*) Escritor fueguino. El poema es de su libro “Piedrapalabra” (El Rey Tuerto, Buenos Aires, 2014). 

domingo, 13 de agosto de 2017

EL POEMA DE HOY





TESTIMONIO SIMPLE PARA ESTA TIERRA DEL SUR


Por Anita Aracena (*)





Chubut, tu nombre, se alarga con las estrellas.
Los sueños de la infancia vuelven mirando el cielo.
De nuevo dibujo con las nubes
Y espero la noche acercarse mientras el viento se levanta
y todo el corazón se dobla sin hablar
entre la jarilla y el jume.

La pampa agita sus pequeñas ciudades verdes.
A veces, un molino solitario
dialoga con las gotas de agua.

Antes, eso era antes, el río venía
con un cielo navegando en las velas
y un mar lejano salado y marinero.

Vino la pequeña lluvia y el trigo a la orilla del agua.
Acaso el mismo que juntaba las canciones
entre la primavera y el humo que subía el invierno
de una aldea de Gales.

Que puso un día, campanas en el valle,
sobre el río, el cielo y los álamos.
Antes, todavía antes, los indios madrugadores de senderos
aprendían la luz que manejaban las flechas

Alguien debe recordar en la ciudad de los rascacielos
entre la sucia soledad del aceite y el humo
el sabor de los calafates y la mirada lechosa
de los chulengos,
el rincón donde se juntan las torcazas
y el zumbido de los tábanos después del mediodía.

El pulso inicia el paisaje que trepa por la sangre
porque quiero decir la patria chica
con la sonrisa botada de sol y mar
hasta que las estrellas inunden los ojos
y los sueños de los niños sigan creciendo en el sur.





(*) Escritora de Comodoro Rivadavia. El poema es de su libro “Cómo son de azules las palabras” (Edición del autor, Comodoro Rivadavia, 1986).




sábado, 5 de agosto de 2017

EL POEMA DE HOY



EL VERSO QUE ME DUELE


Por María Julia Alemán de Brand (*)




Mi verso es la nostalgia de la tierra,
el nativo solar, la bienquerencia, 
Es la hijuela venida de la herencia
y el ámbito de luz que nos encierra.

Es el pardo solar, al que se aferra
mi telúrico canto, mi vivencia.
Es un algo vital de mi existencia
esa parte que nunca se destierra.

Y esa parte es el verso, al que yo llevo
tan dentro de mí, que el verso duele
con un dolor de siglos, siempre nuevo.

Lo arranco de mi ser, que libre vuele
más allá de la tierra en que me abrevo
y hecho tierra o candil, siempre la vele.






(*) Escritora de Esquel. El poema es de su libro “Soy poesía, búscame en el sur” (Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1991).

viernes, 28 de julio de 2017

EL POEMA DE HOY




FEBRICITANTE


Por Eduardo Talero (*)





Si el termómetro sube
dos milímetros más,
se apagará esta vida
por siempre jamás…
Así les dijo el médico
después de examinar
mi pulso y del termómetro
la escala mercurial.
¡Oh, Señor! yo me dije,
¿conque mi vida está
tan sólo a dos milímetros
de la honda eternidad?
¡Oh, Señor! ¿Conque el áspid
que alargándose va
entre ese cristalito
me viene a emponzoñar?
¿De los miles de leguas
que he recorrido ya,
un milímetro sólo
me resta, nada más?
¿Conque ese áspid de argento
misterioso es capaz
de poner a mi vida
punto, punto final?
¿Lo que no consiguieron
ni balas, ni puñal,
ni besos, ni serpientes
ni cóleras del mar,
lo puede un hilo tenue
de sensible metal,
que se estira y contrae
por propia voluntad?
¿Quién eres? ¿Estilete
sutil de Satanás,
o gélido pistilo
de alguna flor letal?
¡No te muevas, no subas
ni un milímetro más!
¡Para, corazón mío,
la estocada fatal!

…………………………

¡Más no!... ya me ilumina
la fiebre el más allá.
¡Sube, hilito de argento,
un milímetro más!
Conviérteme el cerebro 
en lámpara estelar
que a tu contacto fluya
como aurora boreal;
toma el corazón mío
en péndulo de paz
y elévalo a la luna
de dónde eres un haz,
elévalo a la luna
para siempre jamás…
¡Sube, hilito de argento,
un milímetro más!






(*) Escritor argentino (1874-1920), nacido en Colombia. Durante varios años se desempeñó en el gobierno del Territorio del Neuquén, donde escribió su obra “Voz del Desierto”, reconocida por Jorge Luis Borges como uno de los títulos señeros del vanguardismo americano. Es autor además de “Ecos de Ausencia”, “Cascadas y remansos”, “Troquel de fuego”, “Por la cultura” y “Culto al árbol”. Este poema, que escribió en su lecho de muerte, fue publicado en forma póstuma por la revista Caras y Caretas, de la cual era colaborador. En este caso, fue tomado del libro “La Torre Talero: historias de vida del doctor Eduardo Talero Núñez y su Torre”, de Martha Ruth Talero de Passano (Editorial Bourel, Buenos Aires, 2013). Martha es nieta del escritor; y en su obra le dedica un emotivo y enjundioso homenaje.


sábado, 22 de julio de 2017

EL RELATO DE HOY






VIAJE POR MI TIERRA (Prosa poética)


Por Ana María Manceda (*)




Viajo…Voy...regreso cuando el río me llueve y mi reloj de arena se detiene para dejar caer sin tiempo, oro polvoriento del universo.

¿Hacia el norte olvidado de mi tierra? ¿Hacia el sur de la ignominia?
Viajo, vuelvo por este pedazo de planeta desgajado. Recorro suspiros verdes de siembra y ensueños de industria que fue.

Debajo de mi viaje, siento, con los pies desnudos de esperanzas, que me va sosteniendo la riqueza de este suelo. 
Me electrizan los fósiles y la historia hurga mi cuerpo, 
hasta el cerebro. Me abanican los bosques, me sombrean
las sierras y la pampa provocan mi vuelo.

Quieta…quieta arena del cosmos. Quieta, detente. Mira por un rato a los humanos allí en la selva, la pampa, las sierras, la cordillera,
las ciudades. Allí, allá ¡No! ¡tanta inequidad, olvido, brutalidad, silencios! ¡No!

Tengo la luna, el sol y las constelaciones de mi hemisferio.
Veo los desiertos que avanzan y nacer asombrosa una flor blanca,
olorosa de vida en un cactus solitario e enhiesto.
Tengo el perfume de los tilos, las alas de los pájaros,
 los cerezos en flor, los ñires, las lengas, los raulí helados
en la nieve apenas suspendida y los naranjos calientes de los cerros.
Amado pedazo de planeta desgajado, viajo con una nota, sonrisa imperceptible, viajo con los recuerdo, los pies ligeros,
las lágrimas perezosas. Quiero tocar las estrellas en la pleamar
y adormecerme sumisa en la bajamar.
Hay palabras, ricas, tramposas, ilusionadas que siembran mi boca en este largo, loco viaje. Una esperanza impulsa mi cuerpo y me siento guiada por la brújula besada por los vientos.

Viajo. Voy, regreso cuando el río me llueve y mi reloj de arena se detiene para dejar caer sin tiempo, oro polvoriento del universo.



(*) Escritora neuquina. Este texto es de su nuevo libro, en preparación.