google5b980c9aeebc919d.html

domingo, 13 de mayo de 2018

LA NOTA DE HOY




PIONERO DE LA CIENCIA FICCIÓN Y POETA DE LA PATAGONIA


Por Jorge Eduardo Lenard Vives




Eduardo Ladislao Holmberg fue un típico exponente de esa generación que a fines del siglo XIX y principios del XX brilló en el panorama nacional. Al igual que Clemente Onelli, quien lo sucedió en el cargo de Director del Zoológico de Buenos Aires en 1903, cultivó la acción y el pensamiento. Además de explorar las regiones apartadas del país con una visión científica, dedicó parte de su tiempo a la Literatura; no sólo para plasmar sus investigaciones sino para incursionar en el terreno de la ficción. Porque a su múltiple actividad pública y académica, Holmberg agrega el mérito de ser el primer escritor de ciencia ficción del país y uno de los pioneros de la narrativa policial.

El principal título que lo convierte en precursor de la fantasía científica nacional, es “Kalibang y los autómatas”; un cuento que figura en muchas antologías del género. Pero tiene otros, como “El viaje del maravilloso del Señor Nic-Nac” o “Dos partidos en lucha”. Menos conocida es su intervención en la novela colectiva “El paraguas misterioso”, junto con Roberto Payró, José Ingenieros, Gregorio de Laferrere y varias notorias plumas más. En la ficción policial, puede citarse su cuento “La bolsa de huesos” y la nouvelle “La casa endiablada”; que pertenece a esas obras donde la pesquisa sobre el crimen entrelaza la solución detectivesca tradicional con una más fantástica.

Esta variante del género policial fue ensayada por Arthur Conan Doyle en "El sabueso de los Baskerville" y por Michael Burt en su tríptico "El caso de las trompetas celestiales", "El caso del jesuita sonriente" y "El caso de la joven alocada"; aunque el primero se vuelca a la explicación natural, en tanto el segundo lo hace hacia la sobrenatural. Si bien Holmberg es más de la escuela de Sherlock Holmes y tiende a una solución mundana; ciertos aspectos del caso quedan en una zona intermedia.

Pero no se agotó aquí la expresión literaria de Holmberg por cuanto, para reflejar sus estudios, redactó más de ciento ochenta trabajos, desde notas a libros de texto; entre los que pueden mencionarse “Arácnidos Argentinos”, “La fauna y la flora”, “Botánica elemental” y “El joven coleccionista de historia natural”. También incursionó en la poesía; de lo que se hablará más adelante.

¿Cuál es la relación entre este escritor y la Patagonia? Hay dos de sus obras que lo unen a la región. De hecho, su primera creación literaria es una crónica de la expedición que realizó al Río Negro en 1872, mientras aún cursaba la carrera de medicina, a la que llama “Viajes por la Patagonia”. Aunque confiesa que hizo la excursión por simple curiosidad, admite que el viaje le había mostrado su “vocación hereditaria” y su “impulso congénito” para estar en contacto con la naturaleza. Ello recuerda al típico erudito decimonónico, que no permanecía en el gabinete sino que salía en persona a buscar sus especímenes en lugares exóticos; cuyo arquetipo es el “profesor Challenger” de Conan Doyle.

Holmberg escribe al menos una vez más sobre aspectos científicos de la Patagonia; en la contribución al estudio de los arácnidos colectados por Adolfo Doering, a cargo de los temas zoológicos y geológicos de la campaña al desierto del General Julio Argentino Roca en el año 1879. Tal trabajo figura en el “Informe Oficial de la Comisión Científica agregada al Estado Mayor General”.

La segunda obra de fuste en la que Holmberg refiere estas tierras australes, es el poema largo “Lin Calel”; publicado en 1910 en homenaje al Centenario. La acción se inicia a principios de 1810 en Neuquén, tierra de los pehuenches, cuando su cacique Auca Lonco convoca a un Viñatúm. Asistirán otras etnias, como los picunches, los rankilches, los puelches, los guerreros del Arauco allende las montañas; y también

Vendrán, pero del Sur, de las distantes / comarcas que al Estrecho más se acercan.
los fornidos Tehuelches que fabrican, / cosiendo con maestría varias piezas,
los mejores killangos de guanaco, / de avestruz y de zorros de la Sierra
con abundantes y lustrosos pelos / que por la luz oblicua se platean,
excelentes abrigos, en regiones / donde la nieve se levanta espesa.

Durante el parlamento, la machi Parnopé augura a Auca Lonco que ensalzará su posición casándose con Lin Calel, la bella hija del jefe pampa Tromén Curá y una cautiva. Ante tal designio, el cacique manda al guerrero Reukenam para que, previo acordar con el padre, traiga a la futura reina. Pero el enviado se enamora de Lin Calel y ésta le corresponde. Sin embargo, leal a su soberano, cumple con la misión de llevar la mujer a los toldos neuquinos. Advirtiendo que los siguen una tropa de cristianos, Reukenam deja una partida a cargo de su segundo. Esto provoca la ira de Auca Lonco; quien lo acusa de cobarde, reniega de Lin Calel y sale con sus lanzas a enfrentar a los blancos. Viéndose en ese trance, los enamorados deciden huir a Chile cruzando los Andes. En tanto, Auca Lonco encuentra que los cristianos vienen en son de paz y que entre ellos está la madre de Lin Calel. Regresan juntos al aduar. Al llegar, el mandamás se enfurece al conocer la fuga de Reukenam; y conmina a todos, cristianos y pehuenches, a detenerlo. El 25 de mayo alcanzan a los fugitivos; quienes los observan desde una altura. Lin Calel ve a su madre entre los perseguidores, la llama a gritos y se declara cristiana; ante lo que Reukenam, perdida su esperanza, se arroja al abismo y muere.

Sobre este poema se basa la ópera homónima que, con música de Arnaldo D´Esposito y libreto de Víctor Mercante, se estrenó en el Teatro Colón en el año 1941. Ha sido vuelta a representar un par de veces más; incluso hace pocos años con motivo del Bicentenario.

Más allá de su inclusión en el ámbito de la Literatura Patagónica ampliada, hay otro punto sobre las letras de Holmberg que quiere rescatar esta nota: el ejemplo que el autor representa de aquellos escritores que unen el Arte literario con la ciencia. En él coexistieron esas dos dimensiones de la creatividad humana; como sucedió con Arthur Clarke, Isaac Asimov y Carl Sagan. No es raro, entonces, que los cuatro hayan sido cultores de la ciencia ficción. Lo extraño es que habiendo escrito Holmberg sus obras en las postrimerías del siglo XIX, varios años antes que los otros, no tenga en el país el reconocimiento que merece como uno de los pioneros universales del género. Será por eso de que "nadie es profeta en su tierra".


miércoles, 9 de mayo de 2018

EL RELATO DE HOY




LA QUIMERA DEL ORO EN CABO VÍRGENES


Por Sergio Pellizza (*)




Las altas presiones reinantes en los cuatro horizontes habían inmovilizado el viento convirtiéndolo solo en una masa de aire quieta. Sobre el Chaltén lo que había quedado de un viento del oeste charlaba intrascendencias como siempre lo hacía con el monte sagrado. Este aire decía: -Sé que es aburrido Chaltén, pero al no poder moverme no tengo novedades para contarte. 

-No durará mucho-, contestó el monte. Mientras esperamos a que te muevas… -¿Te acuerdas del naufragio del vapor francés Artique? En 1884, tiempos humanos.  No embocó la entrada del Estrecho de Magallanes y quedo varado en un banco frente a Cabo Vírgenes por la niebla?...

-Sí que me acuerdo -dijo el aire quieto-. Interesante historia para recordar y pasar el tiempo esperando que la bendita temperatura haga lo suyo y me permita moverme, dando espacio a la entrada de bajas presiones que me permitan moverme. 

-Según recuerdo -dijo el monte-, el vapor encallado Artique después de ver que no podía ser rescatado, tomaron la mercadería que aun podía servir y lo abandonaron. El buque terminó siendo saqueado de todo lo que podía ser útil. Uno de los últimos en llegar fue el cazador tehuelche Lukache, hijo del cacique Foyel y una cautiva cristiana. 

Así fue -dijo el aire quieto-, menuda desilusión de Lukache, al ver que las cosas que pudo juntar excavando en la arena, carecían de valor alguno para vender; Cuando de pronto vio brillar algo entre el  pedregullo, multitud de arenillas doradas.

“¿Será oro?”, pensó enseguida el indígena. “No, ¡de dónde oro en esto páramos!” Pero juntó un puñado de arena en la palma de la mano y comenzó a examinarlo. Aquello era oro… Lo mostró después a otros: efectivamente era oro de ley. El codiciado metal llenó en un periquete la fantasía de cuanto aventurero andaba en cien leguas a la redonda. La noticia voló. Enseguida se supo en Punta Arenas. Luego en Santiago y Buenos Aires. ¡Oro en Cabo Vírgenes!… Los cables vibraron con la noticia electrizante. Se formaron compañías para la explotación del codiciado mineral. Por varios años los diarios mantuvieron encendida la llama de la esperanza. Pero las empresas auríferas tuvieron éxito al comienzo y luego fue menguando la cantidad de oro extraído. Varias fracasaron en el intento no obteniendo ningún resultado económicamente aprovechable y se fundieron. De cualquier manera la fama de Cabo Vírgenes, se quedó por un tiempo más, alimentada por la prensa interesada. Pasó el Estrecho de Magallanes y, como se hallaron vestigios de oro más al sur se prosiguió la búsqueda en Río Cullen, en San Sebastián y en cuanto rincón fueguino tuviera visos de ser depositario del codiciado metal.

 Los cateos en las nacientes del río Anita. Un modesto riachuelo que nace en los turbales de los altos, al oeste de la isla Grande de Tierra del Fuego y luego de recorrer unos 100 kilómetros entre bosques y pantanos, desemboca sin pena ni gloria en el Estrecho de Magallanes. 

Las hábiles maniobras de quienes se encargaron en ese momento de seguir aprovechando el mito de los incautos hasta llegaron a sembrar oro en el lecho de este río que paso a convertirse en “Río Oro”. Que no era más que un fraude y del oro de ese río solo quedó el nombre.

A todo esto Lukache, el indígena que descubrió los primeros vestigios auríferos dejó una huella que podemos intuir fue muy nebulosa. De acuerdo a la pertenencia de raza los historiadores le han conferido diversas habilidades: los que lo creían araucano sostenían que era simpático y de buena predisposición a parlamentar. Los demás dicen que era un tehuelche indómito, de temperamento guerrero, obstinado y rebelde. En lo que todos coinciden es que era un eximio cazador de avestruces y guanacos y que su habilidad sobre el caballo y con las boleadoras le granjeó un rápido respeto por parte de amigos y enemigos. Cómo logró amasar una considerable fortuna en oro, joyas y abundante plata, es un misterio que aún no se devela. Como tampoco se ha podido saber cómo la suma de estos hechos alimentaron con rapidez la leyenda. 

La más conocida sostiene que su tesoro de incalculable monto fue enterrado en las laderas del Cerro Fortaleza que se ubica a la vera de la Ruta 258, entre las poblaciones de El Foyel y El Bolsón. Vanos han sido los intentos por localizar el tesoro tantas veces evocado por viajeros y viejos pobladores. Las pistas conducen a ese lugar de accedo sencillo pero, quien se atreve, generalmente solo a ubicarlos, irremediablemente muere en el intento y, en consecuencia, prosigue el misterio sobre su exacta ubicación. La tentación a saquear su tesoro es tan vieja como la historia. Las afiebradas mentes que lo han intentado encontrar no han regresado de semejante empresa, pero, al no haber comentado a nadie su secreta ambición y partida, nadie ha atado a ese motivo la muerte y desaparición del buscador de tesoros. 

Sin embargo la idea de la veracidad de su existencia trae año a año a diversas personas en busca del tesoro inexpugnable que sigue virgen en el cerro Fortaleza. Algunos investigadores afirman que en realidad lo que sucedió es que Lukache accedió a una de las entradas de la Ciudad Encantada y paulatinamente fue saqueando aquellos tesoros para ocultarlos en esa formación rocosa del Cerro Fortaleza, bautizado así por su inexpugnable ubicación. Esto sumaría a la leyenda un elemento más para su credibilidad: Lukache no sólo sabía la ubicación de aquella mítica ciudad sino que logró salir con vida y con tesoros y ocultarlos tan bien que hasta la fecha permanecen en el misterio de las cosas que están esperando ser descubiertas. 

 De repente el aire quieto se convierte suave brisa, luego viento fuerte. La temperatura había comenzado a movilizar los centros de alta y baja presión a su natural manera, de hacer que todo se mueva acuerdo a la natural armonía de la zona.

El viento del Oeste con una cómplice sonrisa de complicidad se despide del Chaltén y le dice muy bajo al oído, en secreto.

-Nosotros solo sabemos dónde están eso que los hombres llaman tesoros y no se trata de oro solamente. Será un misterio para los humanos hasta que lo descubran. Pero sería deseable que valorizaran mucho más los verdaderos tesoros que tienen a la vista, tan cerca como el hermoso paisaje y pocos se dan cuenta de su existencia.





(*) Escritor de Río Gallegos. El presente relato se tomó de su libro “Destellos del faro. Selección de relatos sobre el Cabo Vírgenes y su faro”.





sábado, 5 de mayo de 2018

EL CUENTO DE HOY




GUERRAS

Por Ezequiel Murphy (*)




Cada vez que suena el teléfono siento que todo se puede repetir, cada vez que suena 
a veces no atiendo, 
o levanto el tubo y corto. 
Muchas veces no suena el teléfono. No suele sonar, casi no me llaman. 
¿Qué hora es? ¿Hoy es martes? Al reloj de pared le falta una aguja, pero marca la hora. Creo que solo la hora, 
sin el minutero es nada 
Ya está oscureciendo otra vez. 
No voy a cocinar, me tomo un té y nada más 
Y nada más. 
Hace frío, cuando viene Laura me dice que suba la calefacción. 
Laura: solo anda un calefactor, el del comedor. 
-Sí, no llamé a un gasista para que arregle los otros. 
Qué chiquita que era Laura. Pero no tanto. 
Dice que no lo recuerda. Me parece raro. 
Un pedazo de pan medio duro me quedó, el té se enfrió rápido. 
Antes pasaba el panadero, un día dejó de venir, no vino 
nunca más. 
¡Qué invierno! Esta silla está rota, renguea. Bueno no me quejo, mejor que renguee a que le falte una pata. Tendría que tirarla. ¿Para qué sirve una silla de tres patas no? 
Escucho poco. Eso creo, eso me dicen. 
Eso dice Laura, que no recuerda a su hermano, su hermano mayor. 
Bueno la verdad yo tampoco recuerdo algunas cosas, 
por eso no quiero que suene el teléfono. Sigo soñando eso sí. 
Sueño muchas veces que la charla sigue, que él me explica, que yo me disculpo; sueño que él vuelve sin zapatos. Yo le había regalado los zapatos con los que se fue ese día. El último día que los vi. 
Sueño que mi casa está llena de pozos. Bueno eso es verdad el patio está lleno de pozos, algún animal los hace, qué sé yo. 
¿Cuándo llueve? 
Cuando llueve se llenan los pozos de agua, 
y ahí queda el agua, a veces se congela, en invierno veo espejos de escarcha en todo el patio. 
A veces pienso que debería tapar los pozos, pero soy una mujer mayor, no puedo… y además no sé si quiero, tampoco quiero que mi patio sea refugio de animales… sean los que sean. 
¿Qué hora es? Las nueve con algo 
¿Minutos? Ninguno, solo horas. ¡Qué invierno! ¿Y aquél? 
Murió Omar, enviudé, Laura se fue de la casa, se juntó, se murió Roko, después el gato. Ya no quise tener mascotas. 
Quedé sola. Pero la soledad me había llegado mucho antes, muchos años antes. En un minuto. En el minuto después que me cortó el teléfono y yo quedé hablando, gritando, esperando una respuesta, que no llegaría, 
dando un respuesta que ya llegaba tarde. En ese minuto llegó la soledad. 
nada que ver con estar con gente, con vivir con alguien, no, no. Es otra cosa, 
tal vez por eso no noté que todos se iban de a poco. 
Omar me preguntaba: ¿era él? ¿Qué dijo? ¿Qué le dijiste? Y yo no contesté, nunca contesté. 
Hace frío, ¿Qué año es? 
Y ahora, yo me pregunto: ¿Qué debería haber hecho? ¿Por qué no dije otra cosa? Porque es lo que cualquiera hubiera dicho y hecho, ¿o no? Así que me arrepiento a medias. La soledad me arrepiente, 
Cuando suena el teléfono siento, que todo se puede repetir, 
y el temor es ese, 
que si hay alguien del otro lado, que dice que es mi hijo, que sobrevivió a la guerra, que está en el hospital, que va a volver y me dice que está con un compañero al que le faltan las piernas, 
o una pierna o un brazo, 
no sé 
Y ese que dice que es mi hijo me pide que le demos albergue a su compañero, que su compañero no tiene a nadie, me dice que debemos cuidarlo, recibirlo en nuestra casa. 
Si suena ese teléfono, que casi nunca lo hace, pero si lo hace, tengo miedo 
que del otro lado él me diga lo mismo, que todo se repita y yo, 
y yo, le repita lo mismo: no hijo, para eso está el Estado, que se encargue el gobierno. Que ese que dice que es mi hijo me ruegue. Y yo que soy la madre siga tratando de encontrar las palabras más adecuadas, le digo que no, que no podemos hacernos cargo de un discapacitado, de un inválido. 
Y como no entiende le digo que no podría soportar ver a un mutilado en casa. ¿Un mutilado? ¿Eso le dije? Sí, creo que sí, de esa manera él sentiría pena por mí. ¿Esa era la idea? 
Sí, creo que sí, fui agregando palabras, para que entienda, solo para que entienda. Y entendió. 
Mamá, mamá, callate, el mutilado soy yo. 
el tiro se lo pegó en la cabeza, un minuto después de colgar el teléfono 




Nota del autor: 

Luego de la guerra de Malvinas surgió un rumor, uno de tantos. Desde el hospital un sobreviviente llama a su casa, habla con su madre. Le dice que sobrevivió y que va a volver, y le pide que también reciba a un compañero herido, no se sabe bien si sin una o las dos piernas, cambian las versiones. La madre se niega, le sugiere que el gobierno se haga cargo y que por la armonía de la familia es mejor que no lo lleve. Luego el hijo le contesta que es él al que le faltan las piernas, corta el teléfono y se suicida de un tiro. 



(*) Escritor comodorense.



martes, 1 de mayo de 2018

LA NOTA DE HOY




UNA VISITA A LA FERIA





Del 26 de abril al 14 de mayo, en el predio ferial de la Sociedad Rural de la CABA, se realiza la 44ta Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Cabe señalar que aunque se denomina “Internacional”, la Feria también tiene una dimensión nacional. Es así que ofrece a las provincias un espacio para la ubicación de sus stands; en los cuales, además de la exposición de libros, tienen lugar presentaciones y otras actividades literarias. También está programado un "día de la provincia"; fecha en la cual se realiza un acto alusivo durante el que el respectivo estado puede presentar a sus escritores y sus obras. Existen distintos criterios respecto a la selección de los autores que se presentan en esta oportunidad, dado que el acotado tiempo disponible obliga a ello. Pero aquellos que no pueden estar en este espacio disponen aún del puesto oficial para difundir sus creaciones; lugar donde parece adecuado la mayor participación posible de autores y una amplia exhibición de la obra provincial disponible.

Como lo hace todos los años, Literasur se acercó a efectos de descubrir las huellas de la Literatura Patagónica en el evento.

Iniciando el recorrido por el Pabellón Ocre, asiento habitual de los stands de las provincias, se observa, en lugar destacado y con un amplio espacio disponible, el puesto de Tierra del Fuego; que fue premiado por su cuidadosa presentación en una edición anterior del salón. En el lugar puede encontrarse una informativa folletería. Entre las actividades previstas se encuentran la presentación de los libros “Bestiario de América” de Jorge Bernard, “Prisioneros del fin del mundo” de Silvana Cecarelli, “Gauchos en Malvinas” de Mario Beccaceci, “Legados fueguinos” de Cecilia Belloti y “Entre dos mundos” de Margarita Maldonado; ejemplares de los cuales, junto a otros, se exhiben en las vitrinas del puesto. Por fortuna, a diferencia de otras oportunidades, algunos de los volúmenes se pueden adquirir; facilitando la difusión de las letras fueguinas. También se presentará la revista cultural “Fuego”, actividad a cargo de Cany Soto; y tendrán lugar charlas y manifestaciones musicales y poéticas. Cabe destacar que el día de la provincia se realiza el 10 de mayo, a las 18 horas, en la Sala “Alfonsina Storni”.

A su lado, como mostrando la unidad patagónica, se halla el prolijo stand de Santa Cruz, donde además de exponerse los ejemplares de las publicaciones originales de las obras de Juan Hilarión Lenzi, encuadernadas en cuero; pueden verse, entre otros libros, los volúmenes que se presentarán en el stand en los días sucesivos: “Hermana distancia” de Mirta del Pino, “El cuerpo simbólico” de Alejandro Allochis, “Mil relatos y una vida” de Diego Ayaquintuy, “La vida a cuentagotas. A veces la magia sucede” de Marcia González, “Prostitución del Alma” de Sheila Lincheski, “Danza con fotos” de Osvaldo Mondelo: y los dos libros que tuvieron mención especial en el concurso de selección de obras a presentar en el acto oficial, “El después” de Rubén Martínez Cansina y “Desafíos que impulsaron la aviación” de Leonardo Wozniak. El día 11 de mayo a las 15 horas, en la Sala “Adolfo Bioy Casares”, se celebra el día de la provincia de Santa Cruz; oportunidad en la cual se presentarán las obras seleccionadas al efecto: “Poética” de Daniel Rasgido, “Mi Burbuja Ambiental” de Gregorio Mansilla, “La Manta de Retazos” de Blanca Alegre, “La deposición de Del Val y el Ascenso de Kirchner” de AA.VV y “Santa Cruz de hielo” de Andrés Berón y Luis Ferrarassi.

Adentrándose en los otros pabellones, se encuentra alguna que otra presencia de la Literatura Patagónica. Se destaca el stand de la Librería “Patagonia Sur”, nuevamente presente; un esfuerzo privado que todos los años expone un abundante material de la región. Además de permitir comprar el material de los autores sureños; facilita un espacio para que algunos de ellos puedan presentar sus libros y disponer de un sitio para firmarlos. ¿Qué otra oportunidad pueden tener muchos escritores australes para ofrecer sus obras en Buenos Aires? 

Otro puesto donde se observan varios ejemplares con temas sureños, es el de la casa editora “Publicaciones Navales”. Ofrece diferentes títulos de temática sureña; muchos de ellos relacionados con el mar austral.

Una exploración atenta nos lleva a encontrar, aquí y allá, en las distintas editoriales, tanto de difusión masiva como de ediciones de autor, ejemplares de temática y/o autoría sureña. También se observa la presencia de algunos autores del sur en las actividades centralizadas que la institución responsable de la realización de la Feria; lo que puede ser consultados en el programa del evento que figura en la página de internet del salón.

La Patagonia siempre despierta curiosidad en el resto del país; y así lo sienten quienes se acercan a la Feria, deseosos de ver una muestra de la cultura de esa región. Leyendo los guarismos de los visitantes el año pasado, hablan de una concurrencia de miles de personas por día. Sin dudas, la Feria es una excelente vidriera para dar a conocer la Literatura Patagónica; no sólo a la Nación sino a otros países que participan de la misma. Además de ser un lugar de exhibición de las creaciones sureñas, también es un adecuado ámbito para conversaciones y acuerdos entre entidades e instituciones que pueden llevar estas obras a otras latitudes.

Parecería ser una oportunidad que hay que aprovechar, para el bien de los escritores -y también de las editoriales- regionales.



J. E. L. V.

viernes, 27 de abril de 2018

EL POEMA DE HOY






ABRIL

Por Olga Starzak





Abril con su tibia resolana
acaricia  el  recuerdo
de  aquel otoño en sepia

Los leños en el hogar
crujen  al ritmo de la piel sedienta.
En  la penumbra del cuarto
se cuela un halo de luz  
audaz,  atrevido...
Acompañan  su  recorrido 
esas manos expertas.

Se esfuman las sombras 
y los labios evocan la palabra AMOR
Tierna
           Visceral
                          Intensa.




 Abril de 2018.