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domingo, 25 de mayo de 2008

LA NOTA DE HOY


TALLERES LITERARIOS

Por Olga Starzak

He sido tentada a escribir sobre Talleres Literarios. Mi formación me lleva a referirme, en primera instancia, al Taller como metodología de trabajo. Dentro del ámbito pedagógico el Taller es el espacio donde, favoreciendo la comunicación recíproca, se facilita la retroalimentación grupal y se produce, en consecuencia, un aprendizaje sustentado en una dialéctica. Así, el alumno/participante se constituye en actor y el docente/coordinador en un orientador del proceso. Taller es siempre intercambio y complementariedad. No se lo puede concebir si no en una red vertical y una horizontal. En la primera, alguien preparado para ese fin coordina –en base a múltiples variables- el aprendizaje de otros, la segunda implica la interacción de esos otros entre sí. El descubrir errores a partir de la mirada de los demás, el reflexionar y permitir nuevos análisis es objetivo intrínseco de la metodología que nos ocupa. El asumir una actitud crítica y establecer una cercanía afectiva son condiciones igualmente necesarias.

Ahora bien, acotemos la mirada hacia los talleres estrictamente literarios, sin perder de vista los aspectos enunciados. En nuestro país éstos tienen origen en la década del `60; algunos han querido adjudicarle sus fundamentos a razones culturales, quien no a razones políticas; en ambos casos prevalecen las sociales: grupos con objetivos en común que se reúnen con un fin determinado. En este caso, el que nos ocupa, aprender a expresarse a través de la palabra escrita, de acuerdo a ciertos cánones lingüísticos. No es verdad que los talleres literarios enseñen a escribir, como con frecuencia escuchamos sostener. No hay que avergonzarse de decir esto con todas las palabras: el participante a un taller literario quiere hacer literatura; escribir... ya sabe.

Y es allí donde se desarrolla lo más significativo del espacio: permitir que el alumno (o el aprendiz, o el participante, o el tallerista, o como desee llamárselo), a través de estímulos y disparadores convenientes -adecuados a sus características, necesidades e intereses- se exprese desde lo más íntimo, descarnadamente, sin prejuicios... con la libertad producto de la imaginación y de la creatividad de la que es objeto. Es aquí donde cobra importancia la figura del coordinador, cuánto mejor si es también escritor. Se pretende que posea experiencia y capacidad para transmitirla. Que sea un igual en el proceso de compartir pero un maestro a la hora de elaborar sus propuestas de trabajo, de asesorar sobre teorías y conceptos, de sugerir lecturas, de recomendar autores... Su intervención en los procesos de aprendizaje enriquecerá la tarea mutua, para lo cual es imprescindible que maneje con destreza estrategias de enseñanza.

Los talleres Literarios -más allá de haber conseguido, a través de los años, críticos y defensores- favorecen los procesos de escritura desde el hacer; desde un hacer pensado y consecuente, desde lo lúdico hasta lo estrictamente normativo. Permiten recorrer los alcances de la Lengua y a la vez seleccionar los disparadores que provoquen los estímulos más adecuados, bucear en las teorías que sustentan lo estrictamente gramatical y sintáctico, y no perder nunca la subjetividad que encierra la estética. El qué escribir, cómo, por qué y para quién cobra relevancia en estos ámbitos.

Se imponen hoy los talleres literarios cibernéticos; la pregunta que me hago, aún coordinándolos, es si –teniendo en cuenta todo lo expresado- no habría que pensar en un concepto más adaptado a sus características: un aprendizaje personalísimo, alentado por significativos procesos de motivación y vocación, con muchas gratificaciones y la invalorable posibilidad de un espacio íntimo donde expresarse, probar, ensayar, leer, corregir y rescribir... Pero un trabajo, al fin, en soledad, como lo es indefectiblemente la tarea de escribir. Con la pantalla como único testigo, con un coordinador muchas veces sin rostro. Sin temor a ser juzgado... escalón básico en el proceso de comenzar a desandar el camino de los grandes literatos.

1 comentario:

nidia dijo...

Soy docente y coincido con Olga que la metodología de taller es una propuesta absolutamnete participativa y enriquecedora.Nidia