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martes, 26 de febrero de 2013

EL POEMA DE HOY






COMO EL HUDSON (*)

Por Lalo De Pablo 




Por el camino del chamán,
Llegué al pie de la montaña iluminada,
Y me volví montaña.

Penetré la luz hasta su mismo corazón,
Al tiempo que la luz se adueñaba de mí:
¡Milagrosa con-fusión!

Se iluminaron mis ocultas entrañas
Y un fuego purificador me derretía; 
En ese instante sublime, no sabía
Si era yo, o era la montaña.

Viví de pronto una expansión infinita
Y ya no cupe más en mí;
Algo se abultaba en mi vientre enardecido,
Pujando fuertemente por salir.

Fue entonces que mi alma estalló
En un infierno de fuego,
Liberándose del molde de mi cuerpo,
Elevándose rauda hacia el cielo.

Como siempre, después, siguió la calma;
Mis partículas, dispersas a merced del viento,
Liberada mi alma.



(*) De”Escritos de Finis Terrae – Versos Universales y Cuentos Patagónicos – 2011 – Patagonia Contemporánea.

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EL POEMA DE HOY






COMO EL HUDSON (*)

Por Lalo De Pablo 




Por el camino del chamán,
Llegué al pie de la montaña iluminada,
Y me volví montaña.

Penetré la luz hasta su mismo corazón,
Al tiempo que la luz se adueñaba de mí:
¡Milagrosa con-fusión!

Se iluminaron mis ocultas entrañas
Y un fuego purificador me derretía; 
En ese instante sublime, no sabía
Si era yo, o era la montaña.

Viví de pronto una expansión infinita
Y ya no cupe más en mí;
Algo se abultaba en mi vientre enardecido,
Pujando fuertemente por salir.

Fue entonces que mi alma estalló
En un infierno de fuego,
Liberándose del molde de mi cuerpo,
Elevándose rauda hacia el cielo.

Como siempre, después, siguió la calma;
Mis partículas, dispersas a merced del viento,
Liberada mi alma.



(*) De”Escritos de Finis Terrae – Versos Universales y Cuentos Patagónicos – 2011 – Patagonia Contemporánea.

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miércoles, 20 de febrero de 2013

EL POEMA DE HOY




                  TARDES ASÍ



                            Por Antonio Vicente Ugo (*)




Hemos estado juntos contemplando
como el día se duerme, entre las bardas,
se pone rosa el cielo y están pardas
las más lejanas que se van borrando.

En las luces del valle te retardas
y a lo mejor las miras añorando
las otras de la infancia, retornando,
a la primer muñeca que aún guardas.

Es un hecho trivial si estamos grises,
la poca luz perfila así las cosas
y ya tampoco oigo lo que dices.

Se aspira un suave aire de verano,
vuelan aún algunas mariposas...
(La tarde se puso íntima de tu mano).





(*) Poeta chubutense, por opción. De su poemario “La tierra que me diste”.
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jueves, 14 de febrero de 2013

EL POEMA DE HOY




La otra ciudad

Por Miguel Oyarzábal (*)




Afuera la noche se deshilacha
y acá la claridad
da con los límites del cuarto,
es un gris celeste
que lo puebla de objetos y de aire:
el placard parece un edificio en torre
deshabitado,
la cómoda es el municipio aún sin gente,
los adornos, carteles luminosos en silencio,
la silla un inquilinato en la calle principal
y el espejo
es el monumento a la verdad,
pero no cuenta.
Las sábanas son el mar en calma después de las tormentas
y nosotros,
dos barcos entredormidos
a la espera de una señal.
Desde la mesa de luz,
que debe ser el muelle,
el despertador da la orden de soltar amarras.
ya se,
Al amparo de tus pechos
sería un náufrago en lugar seguro:
podría esconderme debajo de las cobijas,
escuchar las olas en el hueco de los caracoles,
permanecer,
hacerme viejo cuidando sueños.
Tus mareas terminarían por anegarme,
y la varadura,
sería para siempre.




(*) Poeta, periodista y narrador oral. Vive actualmente en Puerto Madryn, nació en Salto (Bs. As.) en 1948. Protagonizó espectáculos literarios y contó sus historias en el canal de televisión provincial de Chubut, en la Feria del Libro de Buenos Aires y en Colombia (2003) y México (2006). Coordinó Talleres Literarios y de Narración Oral. Desarrolló el proyecto de recuperación de la memoria “Re-Conocernos”. Publicó seis poemarios: “Pasillos” (1986), “Y esa tinta no se borra” (1992), “Noctambulario” (1994, con subsidio del Fondo Nacional de las Artes), La Lámpara (2001, del cual se tomó el poema publicado), “Café con cielo” (2006) y “Por lo que tengo” (2011). Becado por el Fondo Nacional de las Artes (1987) y por Fundación Futuro (1988-1995). Premios: Plaqueta al Mérito Literario Biblioteca Popular “Juan José Castelli”, General Pacheco (1974). Concurso del Encuentro de Escritores Patagónicos: 1er premio (1993) y dos 2dos premios. 1er Premio VI Edición Encuentro Internacional “Reunión de Voces” (2011) Reconocimientos: Por la Trayectoria en la Cultura Revista “Tela de Rayón”, Diario “Jornada” (2007), por la Trayectoria Literaria, “II Congreso Latinoamericano de Comprensión lectora” (2009), al Mérito por la actividad cultural en Literatura, Municipalidad de Puerto Madryn (2010) y Diploma de Alta Distinción Municipalidad Distrital de Ahuac, Perú (2009). Integró la antología de poetas madrynenses “La cuerda de los relojes limando el tiempo” (2012).



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miércoles, 6 de febrero de 2013

LA NOTA DE HOY





TEATRO


Por Jorge Eduardo Lenard Vives




El teatro, como género literario, es obra escrita; pero también escenificación. Aunque son aspectos inseparables, este artículo sólo habla de la faz creativa en la dramática patagónica. Es trabajo de entendidos reseñar la tarea de actores y directores en la región; como en el completo tratado “Historia del Teatro Argentino en las provincias”, dirigido por Osvaldo Pellettieri (*).
En su “Taller Literario” virtual, la escritora y aficionada a la actuación teatral Olga Starzak,  cita -de otra fuente- que los textos dramáticos se comunican con la representación actoral; siendo la lectura individual una forma de representación. Tal aserto fundamenta que se considere a un dramaturgo el escritor cumbre de la Literatura inglesa. Shakespeare, además, introdujo en su obra una traza patagónica; al hacer declarar al Calibán de “La tempestad”, que el dios de su madre era la deidad tehuelche Setebos.
Este temprano ingreso de la Patagonia en el género dramático, parece haberle dado en la zona un impulso fructífero. El coronel Manuel Olascoaga, precursor de la Literatura sureña y gobernador del Neuquén entre 1884 y 1891, creó varias piezas teatrales. Según Álvaro Yunque escribió “...con el seudónimo “Mapuche”, novelas como “El sargento Claro”, “La lanza del montonero”, “Criollos históricos”, “Los últimos cautivos”, “El brujo de las cordilleras” y, para el teatro, (...) “Facundo”, “Patria”, “Crispín”, “Liú-Huinca”, “El gran reformador” y “El gobierno de los locos ...”.
Otro cultor del teatro neuquino fue Gregorio Álvarez, reconocido investigador del folklore austral; que dejó las piezas “Baigorrita” y “Pehuén Mapu”. En los últimos años, la provincia dio varios nombres a la dramaturgia; como Hugo Saccoccia (“Modelo de madre para recortar y armar”); Alejandro Finzi (“Benigar”), Lili Muñoz (“La pasto verde”) y Carol Yordanoff (“Malahuella”). Osvaldo Calafati reseñó estos antecedentes para el trabajo de Pellettieri; pero también, junto a Azucena Ascheri, escribió su propia “Historia del teatro de Neuquén”.
Pasando a Río Negro, en la actualidad podemos citar a Luisa Calcumil (“Es bueno mirarse en su propia sombra”), Alberto Brandi (“Pequeñas rutinas”), Juan Raúl Rithner (“La aldea de Refasí”), Gerardo Pennini (“Un cielorraso lleno de rabanitos”), Carolina Sorín (“El apetito”) y Oscar Benito; que también fue el recopilador de piezas patagónicas para el libro “Dramaturgos de la Patagonia argentina” (**). Quien incursionó en las tablas como actor fue Elías Chucair; registró su afición en el libro “Teatro vocacional”.
En los capítulos del ensayo de Pellettieri dedicados al Chubut, Cecilia Perea registra un dato de 1951; cuando en Trelew se llevó a escena “Historia de la colonización del Valle del Chubut”, escrita por autores locales. Más recientemente, otro chubutense dedicado a la dramática fue Roy Centeno Humphreys; con sus obras “El campeón”, “Tengo que casar a mi mujer” y “Seis albóndigas y un pijama”. También lo hace Juan Carlos Moisés, desde Sarmiento, con creaciones como “La casa vieja” o “El Tragaluz”; Alberto Antonio Romero, de Esquel, con “Primavera o la danza de las flores”; y Fernando Nelson (ahora en Puan) con “El ensayo” y varias comedias.
Marcela Arpes y Alicia Atienza, nuevamente en el libro de Pellettieri, señalan que las primeras piezas dramáticas de Santa Cruz son de 1910, año en que unos aficionados de Río Gallegos escenificaron dos obras de escritores vernáculos: “Vía Crucis de un matrimonio”, de José Basualdo y “República”, de Miró. En tanto, hacia 1921, en Puerto Deseado se menciona a Wilson Del Valle como autor local de “Lección provechosa”. Actualmente encontramos a Aníbal Albornoz Ávila, entre cuyos trabajos pueden citarse “Las amanecidas del fiordo Caupolicán” y “La flor torrentosa”; y a Manuel Sarmentero con “Pórtico del cielo”.
En su “Historia del Teatro Argentino” (***), Beatriz Seibel menciona que el “hain”, rito de iniciación ona en el que intervienen personajes como Short, Xalpen y Olum, es una expresión teatral. Este lejano precedente se prolonga en la obra de los autores actuales de Tierra del Fuego; como Eduardo Bonafede (“Las goletas”) y Adelmar Elchiry (“Ya camina”). La zona también atrajo a dos escritores chilenos: Francisco Coloane, con su única pieza teatral “La tierra del fuego se apaga”; y Gastón Salvatore - quién escribe en idioma alemán -, con “Feuerland”.
Es imposible condensar, en este breve texto, el desarrollo del género teatral en la Patagonia. Pero, al menos, el resumen permite afirmar que la dramaturgia tiene un lugar importante en la Literatura regional. A partir de los datos iniciales, algún experto aprovechará la riqueza de un tema apenas enunciado; y recuperará el nombre, ahora ignorado, de los autores dramáticos sobre los que cayó el telón del olvido.


(*) “Historia del Teatro Argentino en las provincias”. Volúmenes I y II. Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano” de la UBA, dirigido por Osvaldo Pellettieri. Galerna – Instituto Nacional del Teatro, Buenos Aires, 2006.
(**) “Dramaturgos de la Patagonia argentina”. Oscar Benito (et al.). Argentores, Bs As, 2007.
(***)“Historia del Teatro Argentino. Desde los rituales hasta 1930”. Beatriz Seibel. Corregidor, Bs As, 2006.


Nota: el autor agradece la inestimable y desinteresada colaboración de la señora Susana  Calero, del Instituto Nacional del Teatro; que brindó un generoso aporte documental a la nota. También a Solange Kolesnikewicz, por el préstamo de material bibliográfico.

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