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jueves, 17 de diciembre de 2015

LA NOTA DE HOY





COMENTARIO DE DOS LIBROS RECIENTEMENTE PUBLICADOS
“EL CHAMAN Y LA LLUVIA – LE CHAMAN ET LE PLUIE”
Y “LOS DUEÑOS DEL FUEGO” DE HUGO COVARO (*)



     Sin dudas, las dos obras de Hugo Covaro que aquí se presentan merecerían ser objeto de sendos comentarios individuales. Debido a la riqueza literaria que ofrecen, cada una de ellas amerita un análisis amplio de sus contenidos. Pero agruparlas en este único artículo permite cumplir un importante propósito: resaltar la figura del autor que, en forma prolífica y constante, consolida su posición como uno de los principales escritores patagónicos.

     “El chamán y la lluvia – Le chamán et la pluie”, es un libro del año 1996, entregado ahora en una remozada versión bilingüe francés–castellano. Además de posibilitar el reencuentro con un clásico de las letras regionales, por cuanto contiene el texto completo en español para beneplácito de los lectores nativos; revela una nueva tendencia de los literatos sureños, mencionada hace poco en este blog. Así como deben recurrir a la edición propia para ser conocidos en los ámbitos regional y nacional; apelan ahora a la traducción, a fin de trascender, por su propio esfuerzo, las fronteras del país.

     La historia de Payul el mago, habitante de una imaginaria pero reconocible comarca en la cordillera patagónica, a quien su abuela Laifil transmitió desde niño los inmemoriales conocimientos chamánicos, fue pasada a la lengua de Moliere por Jean Claude Parat. Como muestra de la calidad del trabajo realizado, se reproduce un párrafo en ambas versiones:

     “Arriba, del otro lado de la cordillera, luego de cruzar el costado sur del Pillanhue y reconocerse en el espejo esmeralda de sus aguas, le aguardará la caverna y su abrigo de minerales antiguos y los mensajes que el fuego le develará en luz cuando la fogata abra su cerrado párpado de cenizas”, reza el original; que, transliterado, dice: “La-haut, de l´autre coté de la cordillere, apres avoir traversé le flanc sud du Pillanhue et s´etre reconnu dans le miroir émeraude de ses eaux, l´attendra la caverne avec son vieux manteau minéral et les messages que le feu lui révélera dans la lumiere quand le foyer ouvre ses paupieres de cendres” (**).

     Este pasaje, que menciona la faz positiva del fuego como emisario de los mensajes órficos para Payul, contrapuesta con su rostro destructivo que acabó con la vida de Lanfil, incinerada en una pira bajo la acusación de brujería; permite pasar al comentario del otro libro. “Los dueños del fuego”, la más reciente creación de Covaro, enseña una vez más como el comodorense sabe captar la esencia de la Patagonia; aptitud de la cual dio sobradas muestras en sus anteriores obras. Según señala el mismo autor, “los dueños del fuego” no son los poseedores de la ambivalente llama ígnea; sino los dueños del fuego interior que llevan los artistas.

     Su protagonista, Ramón Martínez, personaje también de “Con los ojos del puma”, una anterior narración, emprende un viaje en pos de sus orígenes. La primera parte de su periplo lo encuentra peregrinando en su intento de reconstruir la figura de un padre que no conoció. La imagen de la madre muerta al darlo a luz, quedó de alguna manera impresa en su espíritu; como la sombra borrosa sobre la placa de vidrio de un viejo daguerrotipo. A su vez, la silueta de su abuela, que lo cuidó e inició al mundo, completa la figura materna; como si se confundiesen ambas mujeres en una sola. Pero el recuerdo de su progenitor se esfumó en el tiempo.

     Su derrotero lo lleva a obtener pistas que, al parecer, permiten completar sus memorias; y lo deposita delante de otro nómade, el catalán ciego que busca a un fantasmal amigo. Por esa camaradería de los desterrados, Ramón promete auxiliar al invidente y se embarca en una búsqueda que, de a poco, se muestra sin sentido; hasta que se interrumpe con un final súbito, en el que las dos vidas se volatilizan en la obscuridad:

     “La última vez que el ciego imaginó la presencia de su compañero, una luz dorada parecía armar el contorno de un hombre al que le faltaban las manos, los pies y la cabeza… Más allá de la oscuridad del ciego, venía la verdadera tiniebla. La natural sustitución de una noche por otra.”

     Sin embargo, las pesquisas son en realidad excusas para que Ramón y el ciego guíen al lector a lo largo de la historia y la geografía de la Patagonia, lo adentren en algunos de sus misterios y sus mitos, le muestren su cultura y sus tradiciones. Pero también es un subterfugio para llevar a quien lee sus páginas repletas de poesía, a compartir conceptos universales sobre las grandes cuestiones de la filosofía vistas a través de los ojos de los habitantes de esta tierra brava y lejana; que no por ello difieren del resto de la raza humana que mora, con sus mismos anhelos y sus mismos temores, en todos los rincones del orbe.

     Porque si hay algo que logra Covaro con estas dos obras, es mostrar su calidad de escritor consumado. Partiendo de una profunda asimilación de lo cotidiano, de lo regional, universaliza sus pensamientos y sentimientos. Y, como una suerte de voluntaria contrastación de su aserto, lo pone a disposición de los lectores de otras latitudes, para quienes las palabras del autor tendrán tanto sentido como para el patagónico amante de la lectura. Porque ese es un milagro de la Literatura al que Covaro accedió hace tiempo: describir lo próximo para explicar lo lejano.

J.E.L.V.


(*) “El chamán y la lluvia – Le chamán et la pluie”. Covaro, Hugo. La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2015. “Los dueños del Fuego”. Covaro, Hugo. Editorial Universitaria de La Plata, La Plata, 2014.


(**) Nota: por dificultades en la edición, no se respetaron los acentos grave y circunflejo.
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