LA PIEDRA
Por Carlos Dante Ferrari
Estuvo en
ese paraje desde el comienzo de los siglos. Formaba parte de una roca inmensa en
la montaña. Luego vino aquel cataclismo provocado por la caída de un cuerpo
celeste que sacudió la tierra, abriendo un foso de casi dos kilómetros de
diámetro. La roca se dispersó en miles de fragmentos que rodaron por las
laderas hasta la cuenca del nuevo valle.
Muchos
milenios transcurrieron desde entonces. Un río cruzaba ahora el collado y las
piedras se pulían lentamente, arrastradas por su lecho. Eran días de guerra.
Cierta mañana un joven la escogió en la orilla, junto a otras cuatro piedras
lisas, para enfrentar al gigante. Cuando se halló frente a él, la extrajo de la
bolsa para colocarla en la honda, apuntó y la lanzó con toda su fuerza. El
proyectil hendió la frente del energúmeno causándole la muerte.
La
piedra justiciera rodó por el suelo y allí permanece aún, oculta en las
pasturas. Está intacta. Sólo la sangre de Goliat ya se ha desvanecido, lavada por
las lluvias y el tiempo.
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