DECIDIR
De Osian Hughes*
Olegario era un buen hachador, picaba leña con un ritmo casi mecánico.
Esa mañana era muy fría y lluviosa para trabajar expuesto a la intemperie.
El patrón, luego de observarlo un momento, consideró oportuno ofrecerle una tarea más cómoda.
–Olegario –le dijo–, vení al galpón a clasificar papas.
–Sí, señor –contestó Olegario, y lo siguió.
–Mirá qué fácil es esto: las papas grandes las embolsás para el consumo, las medianas para la venta, las de tamaño del huevo de gallina para semilla y las chiquitas, las cortadas y las podridas las ponés en aquel cajón grande, para los chanchos.
–Bueno, señor –murmuró Olegario por lo bajo, y comenzó a manosear las papas entre pensativo y dudoso.
No había transcurrido ni una hora, cuando el patrón volvió a escuchar los golpes rítmicos del hacha.
–No puede ser –se dijo, y salió para averiguar las causas.
–¿Qué te pasó, Olegario, que dejaste de clasificar?
–Es que me cansa mucho, señor, el tener que decidir a cada rato.
*Escritor y poeta chubutense.
2 comentarios:
¡Excelente!
De acuerdo, creo que en la brevedad de la anécdota hay una profunda reflexión acerca del desafío que representa tener que tomar decisiones constantemente en la vida, y de los artilugios que aveces empleamos para eludir esa responsabilidad.
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