“EL CURA Y LA SUCIA”, DE NADINE
ALEMÁN (*)
Durante
el año 2012, muchos escritores patagónicos editaron nuevos libros; algunos de
los cuales comentamos cuando fueron dados a conocer al público. Sin embargo,
tan importante fue en ese período la producción literaria regional, que
quedaron sin presentar en el blog varias obras de indudable interés para los
lectores; como la que aquí traemos a colación.
“El cura y la sucia”, último volumen de cuentos de
la escritora esquelense Nadine Alemán, es uno de esos libros que escandalizan
el ambiente literario en el que surgen; escandalizar en su acepción de causar
asombro, pasmo, admiración. Alemán profundiza en estos relatos el estilo
cáustico que se refleja en su primera obra, “17 simples cuentos”; entre
cuyas páginas se percibe la sombra de un filo acerado, que corta a quienes las
leen en forma desprevenida. En su nuevo libro, ese carácter está pulido,
madurado; y ya no es una sombra, sino una presencia nítida y tangible que
personaliza en forma clara la obra de la autora.
Son 25 cuentos unidos, como aclara el comentarista que
redactó la contratapa, por el estilo y no por una temática particular. A Alemán
no le interesa tanto el tema como la impresión que logra por medio del texto en
sí mismo, a través de un encadenamiento de palabras eufónicas con rumbo a la
poesía. Tal característica es enunciada, en un guiño de la escritora, por el
narrador del cuento “Temor anfibio de madre e hijo”: “Encontré tres
palabras para jugar hoy. Exacto. Excéntrico. Extremo. Miles de posibilidades de
palabras que pueden asociarse de algún modo”.
Pero
no son sólo combinaciones de fonemas, sino también de ideas; que causan estupor
al lector y a la vez originan un vendaval de imágenes, con un dejo del
estrépito de las sensaciones sin filtro de Joyce en su “Ulises”. En ellas se
percibe un humor ácido e ingenioso que a veces bordea el absurdo, al estilo de
Eugene Ionesco. “Alcanzame una mara que la mato para hacerme una tricota”,
dice Casiano, el adiestrador de maras del cerro Chiripá en el cuento “Discusión
vitalicia”, a fin de romper el silencio de su compañera Adorada Lincoln. “Dame
a Pancita que es la única que no logra el flic flac con salto mortal hacia
atrás”, continúa.
Por otro lado, se advierte en el volumen el empleo de
conceptos relacionados con la ciencia; una tendencia presente en la Literatura
contemporánea universal y usada, entre otros, por Houellebecq, el autor de “Las
partículas elementales” y “El mapa y el territorio”. Tal es el caso de “Bacteriana”,
que gira alrededor del mundo de los gérmenes, “La invasión de la señora
Grimaraes”, en torno a la investigación del ADN, o “El dulce ardor de la
cuncuna”, sobre la medicina y sus vacíos de conocimiento.
Los relatos son atemporales – salvo algunas referencias que
los fijan al presente o al futuro - y parecerían no estar unidos por una
geografía en particular. Sin embargo, Alemán no niega su pertenencia a la
Patagonia. Por eso deja entrever, a través de pequeños detalles, que sus
narraciones podrían ocurrir en cualquier lugar del mundo; pero suceden aquí, en
el sur. Se descubren estas referencias como claves codificadas en el texto. En
“Almuerzo fino en el desarmadero Bügel Brett”, por ejemplo, se dice de
ciertas uvas que es “increíble su larga duración en un desarmadero tan
orientalmente patagónico”. En “Tarde Mística” se habla de una
exótica flor a la que “el aire de la Patagonia permitió crecer como
corresponde”.
Comentar los 25 cuentos, si bien es tentador, llevaría un
espacio del que no se puede disponer en el blog. Cada uno de ellos es un
universo a ser explorado por el lector. Algunas pistas para hacerlo pueden
encontrarse en los párrafos anteriores, donde se hace menciona a varios de
ellos. Sin embargo, hay dos cuentos, no citados más arriba, que es interesante
resaltar; porque – sin abandonar el estilo – la autora toca un par de temas
actuales, que parecerían formar parte de sus preocupaciones cotidianas: “En
asunción venció la novia rusa” y “Macedonia subhumana”. En ellos, la
realidad que impacta en forma habitual a través de los medios de comunicación
social, es descripta por Alemán de una manera diferente; y genera en el lector
una visión que choca por su crudeza y hace reflexionar.
En síntesis, “El cura y la sucia” es un libro que
debe leerse para entender por dónde anda hoy la Literatura Patagónica. O, al
menos, para conocer uno de los caminos que frecuenta. Es también una obra que
generará encontradas opiniones; pero que, sin dudas, no dejará indiferente a
lector alguno.
J. E. L. V.
(*) “El cura y
la sucia”, Nadine Alemán. Malaspina, Buenos Aires, 2012.
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