EL HISTORIADOR
CHUBUTENSE ORESTES L. TRESPAILHIÉ
Por Jorge Eduardo
Lenard Vives
Recordar sólo por su condición de historiador
al multifacético literato chubutense Orestes L. Trespailhié, no es deslucir su
variada inspiración como escritor, de la que dará buena cuenta este artículo;
sino resaltar la importancia de su tarea pionera en el rescate del pasado
regional. En 1930, mientras se desempeñaba como catedrático de Historia del
Colegio Nacional de Trelew, publicó la obra “Historia del Chubut”. En ella se
percibe el interés por indagar sobre la antigüedad y un estilo literario que da
vigor, poesía y amenidad a sus textos. Dice en su introducción:
“…esta es una síntesis histórica del
Chubut: territorio argentino que en cada palmo encierra un poema a la labor
cruenta y tesonera de muchos… estas modestas líneas que no tienen otras
pretensiones que mostrar a las actuales generaciones cuánto costó el solar que
usufructúan”.
El libro presenta verdaderas perlas. Por
ejemplo, al hablar de la Colonia Galesa del Chubut y bajo el título de
“Existencia de un anterior intento”, afirma: “El Padre Lino Carabajal, en su
obra “La Patagonia”, dice que en 1855 se llevó a cabo, de parte de los galeses,
el primer intento colonizador en la desembocadura del río Chubut. Esta
expedición que venía al mando del capitán Elsegood, se desalentó por las
penurias pasadas y el rigor climatérico, y abandonó la empresa en 1858”. ¡He
aquí la fuente original de la noticia sobre la colonia perdida de Elsegood,
respecto a la cual se dedicó una nota anterior en este blog!
No fue esa la primera muestra de la
vocación por las letras de Trespailhié. Cuando aún no estaba en el Chubut y
antes de abocarse a la Historia, mostró interés por la Física y la Pedagogía.
Entre 1909 y 1919 difundió varios tratados sobre esas disciplinas; tales como
“La Odóstica. Teoría física de los olores”, una teoría propia que atribuye los
aromas a la vibración atómica de la materia; y “La educación social”, ensayo
sobre la necesidad de crear en el individuo “la capacidad para una vida social
para sí y para los otros”.
Reafirma su interés en la enseñanza editando
“De la educación del Pueblo”, en 1925; que propone un modelo educativo basado
en tres ejes: moral, físico e intelectual. El volumen mantenido en la
Biblioteca Nacional está dedicado por el autor al doctor Francisco Albarracín,
a quien llama “el más grande de los hijos de la Patagonia”. Ello sugiere que ya
entonces Trespailhié estaba en el sur. Esto se confirma en 1928, al imprimirse
su “Colonización Española del Chubut”; donde se indica que es profesor de
Historia en Trelew.
Para 1932 ya había dado a conocer varios
estudios sobre historia, como “La tragedia de San José”, “La colonización boer
en el Chubut”, “Oreille 1ro, rey de la Patagonia”, “Los tehuelcunis, tehuelches
o patagones”, “La batalla de Languineo, “La acción de Apeleg”, “Los gobernadores
del Chubut”, “La colonización galesa en el Chubut”, “Biografía del Coronel Luis
Jorge Fontana”, “El espíritu de la Historia”, “El presidente Roca y la
Patagonia”, “Doctrinas de la Historia”, “Una pipa araucana”, “Cronología
histórica del territorio de Santa Cruz” y “Las cuevas habitaciones”. Además, el
libro escolar “Síntesis de la historia de Roma” y “Por la paz de América”,
folleto que propugna transformar a América en un imperio de la paz. Con fecha
desconocida, difundió un breve ensayo de carácter moral llamado “Detente
caminante y escucha”.
Hacia 1933 aparece su novela “Los
tchenques”. Narra, con un estilo expeditivo y acerbo, un episodio que reúne los
elementos habituales de la Patagonia “amarga”; ambiente de personajes duros
entre quienes impera la ley del más fuerte. Ese mismo año salen los ensayos “La
revolución francesa” y “Las leyes de la Historia”; en el cual enuncia algunas
tendencias en la evolución de los pueblos.
En 1934 vuelve a la narrativa de ficción
con la nouvelle “Ofelia”, ambientada en la estancia “Curuzú Guazú”, cercana a
Trelew. Allí transcurre la trágica historia de amor entre Ofelia, hija del
patrón, y Omar, primogénito del capataz. El romance tiene el beneplácito
general; sin embargo discurre entre muerte y muerte, en el marco de la vida
rural. El párrafo inicial describe el severo entorno: “Las casuarinas, que
rodeaban al caserón de la estancia “Curuzú Guazú”, doblegaban su cerviz, por
impulso de un vendaval del oeste, entre tanto su follaje musitaba la canción de
la vida triste. Todo el día había dominado el viento del sur, trayendo nube
tras nube nevosas, que, al descargarse, cubrieron el campo con un blanco
sudario”.
“Por sus frutos los conoceréis”, reza el
adagio bíblico. Ése parece haber sido el lema que orientó la vida de Trespailhie,
pues en su vasta bibliografía no figuran sus antecedentes personales; salvo
alguna referencia a su desempeño profesional. Se sabe que nació en 1891 y que
estudió en el Colegio Nacional Mariano Moreno de Buenos Aires. Allí se recibió
de Bachiller en el año 1908; y, más tarde, de Profesor de Enseñanza Secundaria
en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Buenos Aires.
Fue celador en el Colegio Mariano Moreno
en 1909, ayudante de Gabinete de Física en tal instituto de 1909 a 1915 y
director de la Revista de Centro de Estudiantes del Profesorado entre 1916 y
1917. En esa época se desempeñó como profesor del Colegio Nacional del Paraguay
y en la Escuela Normal de Villarrica, del mismo país. En 1918 fue docente de
Física de la Universidad Libre de Buenos Aires; y de Filosofía en la Extensión
Universitaria. Hacia 1925 ocupó la cátedra de historia en el Colegio Nacional
de Trelew, que retuvo por lo menos hasta 1934. En 1937 dio clases de Historia
en la Escuela Normal de Bahía Blanca.
Además se sabe que pasó sus últimos años
en Puerto Madryn, donde una calle lleva su nombre. Allí, su hijo Enrique, entre
1964 y 2015, administró el tradicional bazar “El Indio”. Ningún otro dato
íntimo se conoce, por ahora, de este erudito que el Valle del Chubut tuvo el
honor de contar entre sus educadores.
En el ejemplar de la “Historia del Chubut”
guardado en la Biblioteca Nacional, llama la atención el emblema que, bajo el
nombre de “Escudo del Chubut”, adorna la tapa. Se trata de un “escudo inglés”
coronado por un gorro frigio con la escarapela argentina. El campo superior
simboliza el cielo y la pureza del porvenir; y el inferior representa el mar y
la apacible y dinámica vida. Por la línea que divide los campos asoma un sol,
símbolo del Chubut. Sobrevolándolo, un biplano es imagen del progreso; a
siniestra un buque de dos velas y dos chimeneas, es la civilización en marcha;
y a diestra un peñasco con un faro, señala los peligros a sortear. En la parte
inferior se interna en el agua una punta de tierra, sobre la que se observa un
arado, metáfora del trabajo.
Es un distintivo creado por Trespailhié.
Esta visión esperanzada del territorio chubutense, muestra el cariño que sentía
el autor por la región a la cual dedicó su vida y su esfuerzo. Un suelo que, al
igual que a veces hace con otros protagonistas de su historia y su cultura, no
lo recuerda tanto como debería.
Nota: el autor de la nota agradece al
personal del área de investigadores del 6to. piso de la Biblioteca Nacional
“Mariano Moreno” el apoyo brindado para consultar la bibliografía pertinente.
La obra del padre Lino CARBAJAL que menciona Trespailhié, es “Missioni
Salesiane - La Patagonia” (Torino, SEI, 1925). Pero la obra principal del
salesiano, de cuatro volúmenes, es “La Patagonia. Studi Generali — (Prima
Serie: Note Storiche - Tipografia - Etnografia. Seconda Serie: Climatologia e
Storia Naturale. Terza Serie: Economia. Quarta Serie: Politica - Istruzione)”
(S. Benigno Canavese, Scuola Tipografica Salesiana 1899-1900).
2 comentarios:
Aprovecho el espacio de comentarios para hacer una aclaración respecto al artículo. El estudio realizado sobre Orestes Trespailhié en los textos que se conservan en la Biblioteca Nacional, originó un documento de seis páginas; resumidas en dos para alcanzar la longitud habitual de la nota. Así quedó de lado mucha información, de la que quiero rescatar parte de la extensa bibliografía de Trespailhié, para reafirmar la creatividad del autor. Además de los trabajos mencionados en el texto, escribió, entre otros, las obras “Unidades físicas”, “Utilitarismo Inglés”, “Introducción a la psicología”, “Unidades Magnéticas”, “La física del éter”, “Apuntes de ética”, “Kant y su pedagogía”, “La enseñanza profesional”, “La instrucción secundaria y sus problemas”, “La instrucción secundaria en la Argentina”, “Fin de una epopeya”, “Una aventura histórica en el Arauco”, “Metodología de la Historia”, “Antecedentes de la colonización galesa”, “La semana de mayo de 1810”, “Evolución política del Chubut”, “El nombre de Río Gallegos”, “Descubrimiento y nominación del Golfo San Jorge”, “Edison (Bosquejo biográfico)” y “Monárquicos y republicanos en el Congreso de Tucumán”. Otro punto interesante de destacar, es que varios de los ejemplares conservados en la Biblioteca Nacional fueron donados por el autor. Eso habla del sentido histórico de Trespailhié; que sabía del valor de un documento escrito para un investigador del futuro. Si no hubiera sido por su previsora actitud, sería muy difícil redactar esta nota.
¡Otro trabajo para atesorar para luego releer buscando referencias geográficas! Siempre he admirado a los historiadores, un trabajo de seguimiento de la trayectoria de los pueblos y de sus habitantes ocupa muchas horas de estudio, de búsqueda, de relacionar hechos,.. además de un profundo amor y respeto hacia las historias de generaciones que dejaron su huella y pueden ser rescatadas del olvido con trabajos de excelencia como el presente sobre Orestes L. Trespailhié. Es de esperar que todos los lectores sepan apreciar la calidad de los trabajos de Jorge Vives, de sus fuentes de investigación unidas a la necesidad de conocer el pasado con luchas que no fueron vanas y cimentaron importantes civilizaciones. Gracias Jorge Vives, gracias Literasur. Saludos de Negrita (la de Sierra Grande)
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