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martes, 18 de diciembre de 2018

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS




COMENTARIO SOBRE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO

“RUTA 3: HACIA LA PATAGONIA” POR CARLOS DANTE FERRARI (*)





La magnitud de las distancias entre las localidades desperdigadas en el vasto espacio patagónico, transforman a las rutas de la zona en imprescindibles vías de comunicación. Son como arterias vitales por donde se mueve el comercio, el turismo y la industria; pero también encauzan los sentimientos, las pasiones, las tristezas y las alegrías de los habitantes -y de los visitantes-, de la región. Hay algunos viajeros de los caminos sureños cuya profesión los hace habitués de esos rumbos. Entre ellos se destaca la característica estampa del camionero; una típica figura sobre la que Carlos Dante Ferrari construyó su última novela, “Ruta 3: hacia la Patagonia”.

La vida de Ricardo Murray transcurre a caballo de la emblemática ruta. Se mueve continuamente entre Bahía Blanca y Río Gallegos; con una parada usual en Trelew, donde tiene su casa. Diversas vicisitudes, de cuyos detalles nada se hablará en estas líneas, van matizando sus andares. Será tarea del lector descubrir, hoja tras hoja, esa sucesión de aconteceres que no dan respiro e impiden abandonar la lectura del libro hasta llegar al final. La novela tiene una trama muy interesante, personajes y situaciones creíbles; y una acción trepidante cuyo rápido ritmo también se logra, entre otros aspectos, con los capítulos cortos.

Con la amenidad habitual que ya ha demostrado en sus anteriores creaciones, Ferrari entreteje las aventuras y desventuras de su protagonista; inventando personajes vívidos y creíbles que se expresan en el lenguaje propio de los ambientes donde se desarrolla la acción. El argumento, repleto de las situaciones que suelen ocurrir al transitar una ruta, atrapa la atención de quien lee. Es una excelente obra; amena y sumamente ágil y llevadera. Pero no se trata de una crónica apacible: es dura, no admite concesiones. Los hechos relatados no pretenden hacer afable el recorrido de sus páginas, sino impactar con su crudeza al lector; obligarlo a persistir en la lectura para dilucidar la historia.

Más allá de la anécdota que narra, la obra de Ferrari tiene otra dimensión. Describiendo la Ruta Nacional 3 con imágenes que el viajero frecuente de estos sitios va a reconocer con facilidad, celebra el paisaje de la Patagonia. Existe cierta aprensión de las letras vernáculas a recuperar el panorama natural y cultural de la región; pero su marcada identidad hace imposible dejarlo de lado. La ruta en cuestión es como una síntesis de esos escenarios; porque en su derrotero desde Buenos Aires hasta Ushuaia, luego de atravesar el río Colorado se acerca en algunos tramos a la costa, en otros trepa a la meseta e incluso, hacia su término, atraviesa las estribaciones cordilleranas. El autor busca dejar en claro en el prólogo de su obra la trascendencia de la geografía sobre los eventos narrados. Uno de los párrafos de la introducción sintetiza de esta manera esa idea:

“Así es la Ruta Nacional 3, con un recorrido total de poco más de tres mil kilómetros. Tal vez su destino meridional sea el que le otorga unos atributos tan propios, a veces contradictorios: según se la mire puede ser romántica y encantadora, o interminable o peligrosa. Algunos la aman y otros la aborrecen.”

Pero hay una tercera interpretación del relato, que tal vez refleje la intención profunda del autor. Esa visión intimista y psicológica, permite a la narración cumplir el axioma de la buena Literatura que indica que una obra, aun cuando "pinte la aldea", debe expresar contenidos de valor universal. En tal sentido, el mensaje intrínseco en el texto dice que las decisiones de una persona, por mínimas que sean, tarde o temprano inciden en su vida. Como viejos fantasmas del pasado, las consecuencias de sus actos pueden aparecer en forma súbita, para bien o para mal, en el momento menos esperado.

El concepto, presente en el adagio popular “el que siembra tormentas cosecha tempestades”, ha interesado incluso al campo de la ciencia. Ciertos estudiosos dicen que cuando alguien adopta una decisión se genera un nuevo universo; en el cual los sucesos se desarrollan a partir de esa resolución. Si hubiera tomado otra determinación; el universo sería diferente. Por eso, algunos científicos hablan de “multiverso” en vez de "universo"; y también mencionan los “universos alternos”.

Las decisiones son como las proverbiales bolas de nieve. Si la decisión es baladí, tal vez recorra unos pocos metros, sin engrosar su volumen; y termine deteniéndose. Pero si es importante, irá creciendo y adquiriendo más y más velocidad; hasta que irrumpe en la existencia cotidiana de quien la generó; y destruye o lastima a los que encuentra en su recorrido.

Muchas veces, las decisiones son tomadas de manera consciente; y antes de ser adoptadas se analizan sus consecuencias. Otras, se originan en el apuro del momento, sin disponerse de toda la información necesaria; y entonces el pronóstico de lo que provocarán a futuro se vuelve incierto.

Sin embargo, aun cuando se adopte una decisión con un objetivo preciso, y quien la elige piensa que las cosas sucederán como las ha planeado, la interrelación entre las personas es un sistema complejo. Si la decisión involucra a otros individuos, a veces no se tiene en cuenta que estos son seres humanos con voluntad propia; y van a tomar sus propias resoluciones, cuya finalidad puede diferir de la que tenía en mente el primer decisor. El sistema se transforma entonces en caótico, en casi azaroso; y las consecuencias de lo obrado inciden sobre los actores en forma impensada.

Y eso es lo que le sucede a Ricardo Murray; y eso es lo que le va a suceder cada vez que un lector, para su solaz, abra las páginas del libro de Ferrari; y obligue al camionero a repetir su vida. Sin dudas, el transportista va a tener que reiterarla innumerables veces; porque "Ruta 3" es una de esas novelas destinadas a convertirse en un referente de la Literatura regional. Muchos lectores se sentarán en el asiento del acompañante y se unirán al errante chofer, en sus largos desplazamientos por las soledades australes, para entretenerse y reflexionar con sus vicisitudes; mientras él intenta hallar una salida de la intrincada y agobiante realidad donde sus decisiones lo han llevado.


J.E.L.V.



“Ruta 3: hacia la Patagonia” (novela) - Carlos Dante Ferrari. Ed. Amazon, Columbia (Carolina del Sur, EEUU), 2018. ISBN 9781718166547.





lunes, 19 de noviembre de 2018

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS




“YAOYIN”, de Silvia Noemí Iglesias (*)



Huelga decir que no abundan las novelas patagónicas de “raza pura”; es decir, escritas por autores patagónicos genuinos y cuya trama, además, esté ambientada en nuestro territorio austral. He allí uno de los primeros motivos de beneplácito cuando llega a nuestras manos una obra de esas características. 

 “Yaoyin”, aquilata ambos dones y con creces. 

La autora, Silvia Noemí Iglesias, quien se autodefine como “habitante de la Patagonia, nacida en Puerto Madryn”, es periodista, escritora y Profesora de Letras. Ha publicado con anterioridad “Cuerpos Perfectos” (2005, Primer Premio Poesía XXIV Encuentro Nacional de Escritores Patagónicos) y “Cuerpos Extraños (Poesía, 2012). En la actualidad también conduce un programa de difusión cultural por LU17, Radio Golfo Nuevo de Puerto Madryn.

En cuanto a la trama, la autora conduce la atención del lector desde la primera hasta la última página con el entrecruzamiento de dos historias paralelas. Se trata de dos familias radicadas en la zona costera del Chubut. Los protagonistas y relatores, a su vez, son dos niños: Nina —Saturnina Peña— vive con sus abuelos en Cabo Raso. Juan —la otra voz en primera persona— ha llegado al Chubut en compañía de sus padres y de Mario, su hermano mayor, para establecerse provisoriamente en la estancia “La Maciega”, de propiedad de unos parientes lejanos, los Maupás. A esta altura resulta oportuno aclarar que Juan es nada menos que Juan Domingo Perón, el hombre que años más tarde se convertirá en uno de los líderes políticos más famosos y controversiales de la Argentina.

Bien sabemos que la impronta de los inmigrantes y las cicatrices del desarraigo forman parte casi inescindible del poblamiento rural patagónico. Como buena descendiente de ellos, Silvia logra interpretar ese sentimiento siempre subyacente en alusión a la abuela viajera, y nos llega a través de las cavilaciones solitarias de Nina. Es una estampa de tantas otras desventuras similares, escrita con una prosa cargada de lirismo: 

Qué te llevó a tomar ese barco. Qué secreto te empujó por las escalinatas y te dejó quieta, a bordo, muy cerca de las barandillas, mirando no la tierra sino el mar que se abría adelante. Qué viento llevó la brisa hasta el valle de tu pueblo. Qué escondida ansiedad te desabrochó las manos para señalar un lugar nuevo.

Qué lleva a una mujer a abandonar su lugar y rodar por aguas amargas y tierras carnívoras. Qué la lleva a despoblar lo poblado y largarse al páramo. (…) Qué oscura claridad te hervía adentro hasta salirse en humo por la boca y llevarte a decir:

—Me voy a América.

Ya en tierra sureña, la autora, con aquilatado conocimiento de la flora y la fauna local —kakché, tomillo, quilimbay, sampas, cortaderas; choiques, pumas, guanacos, son vocablos que a lo largo del texto ambientarán la agreste cotidianidad de la meseta—describe de manera vívida las costumbres y escenarios propios de la vida campesina en el litoral marino chubutense. 

También el yaoyin es un co-protagonista de fuerte peso en esta obra. ¿Cómo puede gravitar con tanta fuerza una mata autóctona en el desarrollo argumental? Es que Nina tiene franca adoración por este arbusto, al que le atribuye propiedades portentosas. Sus pequeñas bayas comestibles siempre viajan con ella, sea envueltas en hojas de gordolobo o bien en una latita, y a fin de que nunca le falten, en su mudanza a Cabo Raso la niña ha llevado consigo una pequeña planta con las raíces envueltas en un trapo mojado, para hacerla arraigar en su nuevo destino. 

Nina es pura ternura: inocente, tímida, con una vida interior intensa, a veces perturbada por experiencias casi místicas, epifanías que le son reveladas desde el trasmundo donde perviven los seres queridos, que a menudo se comunican con ella en forma secreta.

Y naturalmente, en ese contexto tan especial, llega el momento indicado en que nacerá el amor… 

Pero los libros —siempre lo decimos— deben ser leídos y no contados. Es en este tramo de la historia, pues, donde dejaremos los puntos suspensivos, para que el futuro lector tenga el placer de completarlos por su propia cuenta, a cada vuelta de página. 

Vale la pena concluir esta breve reseña con el texto de contratapa. La pluma de Jorge Curinao ha encontrado palabras muy atinadas para aludir a la esencia de esta novela. 

Dice así: 

“El único viaje posible es el camino: el respiro nuestro de cada día. Ponerse a caminar es el desafío. Dar treinta y tres pasos y más. Darle sentido a los sueños, al canto. A veces hay un mapa para el recorrido, para el nacimiento. Está allí, huérfano de padre, tirando piedras en el desierto. En estos lejanos paisajes donde la muerte viene y desordena todo. El mapa es la memoria.”

“Pero es también el tiempo del Yaoyin, de sus frutos rojos puestos al sol. Yaoyin.”

“Un nombre para quienes han sabido llegar a la orilla y aún buscan seguir en el camino. Caminar es el oficio”.


C.D.F.



(*) Novela. ISBN 978-987-1638-35-2. Imagen de tapa: “La ola”, de Matías Villalobos. 122 páginas. (Vela al Viento Ediciones Patagónicas, 2013).


miércoles, 10 de octubre de 2018

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS

COMENTARIO DE DOS LIBROS RECIENTEMENTE PUBLICADOS








“DES/VISTIENDO PALABRAS” (*) Y “ALUMBRANDO NOSTALGIAS” (**)
DE PABLO LAUTARO (*)





El escritor patagónico Pablo Lautaro publicó recientemente un par de obras, que dedica a los dos géneros en los que ha incursionado. En "Des/vistiendo palabras" puede accederse a su poesía; en tanto "Alumbrando Nostalgias" muestra su prosa. Quién conoce el estilo de Lautaro, del cual hay varios ejemplos en "Literasur", hallará en estos volúmenes un buen motivo para reencontrarse con la palabra precisa y la claridad conceptual de la escritura del neuquino.

Las setenta y siete poesías de "Des/vistiendo palabras", se agrupan en cinco partes cuyos títulos indican una afinidad conceptual; aunque sin excesiva rigurosidad taxonómica. Ellas son "Aromas de mujer", "Grito social", "Des/vistiendo poesías", "Desnudando al amor" y "Terra / palabra". Queda fuera, a modo de proemio, el poema "Decisión"; que parece obrar de exhortación al lector para seguir al poeta en sus pasos (es decir, en sus palabras):

Libera tus sueños como lluvia / Abre tu corazón a pesar de las heridas
Escucha al viento a pesar de su inclemencia / Aprende a hacer silencio a pesar de ti mismo

Como bien señala María Gutiérrez, la impecable prologuista que analiza e introduce el libro con Arte y conocimiento, el autor "Necesita manifestarse y lo hace con un lenguaje poético connotativo, encriptado a veces, a la libre interpretación del receptor...". Sus poemas, descubre Gutiérrez, están libres de métrica, rima y puntuación; y muchos de ellos tienen un recurso estilístico común, casi oculto, que coincide con el juego de palabras del título, "Des/vistiendo palabras". Se trata del empleo o supresión del prefijo "des-". Según la RAE, significa negación, inversión del concepto, incluso privación; y a su vez puede denotar afirmación, exceso o demasía. Su uso se manifiesta en las líneas de "Despegar": "..te descubrí / entre madreselvas / descalza...". O en los títulos "Des/concierto", "Amor desolado", "Des/purificarse", "Desamparo", "Desamparado", "Desazón". Y también en los versos de "Desnudos":

... cuando han despojado / todos sus pudores
Desarropados / Desprovistos de miedos...

Por su lado, las piezas narrativas de "Alumbrando Nostalgias" se reúnen en tres partes cuyo común denominador obedece a un respectivo subgénero literario. "Alumbrando cuentos" aduna narraciones breves, "Alumbrando micro cuentos" junta estas brevísimas prosas a las que Lautaro es tan afecto; y "Cartas" presenta una interesante recopilación de ficción epistolar.

Los cuentos cortos de la primera parte del libro tienen una temática variada. Algunos se basan en situaciones donde priman las relaciones familiares, otros rondan lo fantástico, unos más se acercan a la trama policial... Como siempre, resulta difícil elegir una entre las diversas creaciones que se ofrecen; ya que todas se destacan por algún motivo. Pero a fuer de dar un ejemplo de la técnica de Lautaro, se transcribe un párrafo de su relato "Las manos de mi abuela":

Eran mágicas. Contenían en sus rasgos, todas las manos. Las de la creación, manos alfareras que modelaban la vida y los sueños. Las campesinas, araban el suelo de nuestra infancia y sembraban con su música la esperanza para que todo fuera mejor...

Respecto a los micro cuentos, su brevedad los hace de lectura rápida y entretenida. Tienen sus curiosidades, como el caso de "Villarrica en cien palabras", escrito exactamente con cien palabras. O "In Foco", que con nueve palabras se aproxima a los famosos micro relatos de siete palabras de Monterrosso y de cuatro de Luis Felipe Lomelí. Para muestra, se copia completo uno de ellos, "Alma":

Se levantó medio aturdido, algo le punzaba en la sien, no lograba quitar de su cabeza la imagen visceral de Violeta sollozando perdón. Era Él mismo quien yacía tendido en medio de un charco de sangre... No pudo hacer nada, el alma se había despedido de su cuerpo.

Queda como un sitio especial el dedicado a las cartas ficticias; un género poco practicado del cual en la Literatura Patagónica existe el ejemplo de la novela "Todo eso oyes" de Luisa Peluffo. Las epístolas de Lautaro ofrecen una variedad de personajes que revelan su personalidad transmitiendo ideas a su corresponsal; incluyendo una que recibe el propio autor y otra que él dirige a sus amigos.

De manera acertada señala Dante Medina en el Prólogo: "Luminosos estos textos de Alumbrando Nostalgias de Pablo Lautaro, destellantes, con una virtud difícil de conseguir y una característica que el lector aprecia mucho en la Literatura: son amenos...". Sin dudas, la amenidad de la prosa es una de las cualidades que más resalta al leer los textos.
Cabe agregar que la impresión de ambos volúmenes es muy correcta; con buenas ilustraciones de tapa y contratapa. El detalle de las solapas con abundante y útil información será bien recibida por quien gusta de recorrer las librerías buscando novedades; pues permite conocer la obra y el autor con una rápida ojeada.

La obra de Lautaro, con cuatro libros en su haber - pues a estos dos de ahora deben agregarse "Huellas", poesía, del 2009 y "Retratos", narrativa, del 2011 -, ya puede considerarse de una solidez tal que se integra en forma holgada al corpus bibliográfico regional; al que es de esperar que el escritor siga contribuyendo para enriquecer la Literatura Patagónica.

J. E. L. V.



(*) "Des/vistiendo palabras", de Pablo Lautaro (Ediciones Con Doble Zeta, Neuquén, 2018)
(**) "Alumbrando nostalgias", de Pablo Lautaro (Dicit / Ediciones Con Doble Zeta, Neuquén, 2017)


Nota: el autor agradece al Sr Gastón Maina la amabilidad de traer desde la Patagonia los ejemplares de los libros empleados para hacer este comentario.

lunes, 21 de mayo de 2018

RESEÑA DE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO




"LA SANTA CRUZ DE HIELO", DE LUIS FERRARASSI Y ANDRES BERÓN (*)




"La Santa Cruz de Hielo", novela gráfica de Luis Eduardo Ferrarassi y Andrés Esteban Berón, avanza con el ritmo vertiginoso de un guión cinematográfico. Desde la primera página hasta la última, se encadenan -o desencadenan- una serie de hechos que dan lugar a un relato ameno y ágil. Sin embargo, su contenido no es solo de acción; ya que también hay espacio para la reflexión sobre temas como el heroísmo, el valor físico y moral, y la camaradería - esa variante de la amistad forjada en la fragua del peligro mortal.

Incursionando en el género de ciencia ficción, aunque con el agregado de algunos ribetes de fantasía, la obra está dirigida a un público joven -coincidente con la edad de los protagonistas-, que decodificará sin hesitación el mensaje escrito en clave de distopía post moderna. La búsqueda que emprenden Alma y Jacobo de ese "Santo Grial" sobre el cual no conocen mucho y del que apenas tienen vagos indicios, en el marco de una Patagonia apocalíptica, carente de agua e invadida por un siniestro enemigo, se presta para presentar tópicos vigentes en la actualidad; que la pluma extrapola a un sombrío futuro más o menos cercano.

Predomina a lo largo del libro lo visual, la imagen casi fílmica, muchas veces conjurada en la imaginación de quién la percibe a través de las descripciones escritas; y en otras oportunidades explicitada en las ilustraciones. De estas escenas de película se quieren rescatar, a modo de ejemplo, tres momentos en particular:

El primero es el encuentro de los protagonistas con "Quique", una conocida figura de la mitología urbana riogalleguense; a quien Ferrarassi ya transformó en el personaje principal de un cuento redactado hace cierto tiempo. El lector puede imaginar en las expresivas frases que refieren la singular reunión, cómo "Quique", que en la novela había vivido en Río Gallegos en el rol de un habitante de las calles, aparece ahora redivivo en su verdadera dimensión espiritual.

Otra situación concebida como una representación casi dibujada, y tal vez una de las partes más logradas de la obra, es el enfrentamiento entre el grupo que resiste la ocupación y el ejército invasor. Quien lo describe ha profundizado bien en las circunstancias que presenta un cuadro de esas características; con personas normales -quienes incluso pueden tener en su existencia habitual un comportamiento reprochable o desapacible- transformadas en héroes para defender sus creencias y sus principios, por los que están dispuestos a dar la vida (porque el héroe es héroe por eso: por superar las flaquezas de la condición humana, como el temor, la indecisión, el hedonismo; y ofrendarse por una causa). También las descripciones de la previa exigencia de rendición por parte de quienes saben bien que su superioridad numérica va a hacer vano el esfuerzo del oponente y dan una última chance; del súbito inicio del combate y su breve, violento y ruidoso desarrollo; y del contraste con el silencio posterior, pintan en forma notable como puede ser vista y sentida en la realidad una refriega como ésta.

La tercera escena que muestra la creatividad de los autores, es hacia el final del texto cuando, cercanos al tiempo límite y próximos al escondite del talismán que persiguen, la joven imbuida de una misión incomprensible aun para ella misma, cuya pulsión no puede refrenar, y el ciborg aferrado a una imagen cada vez más esquiva en la pantalla de su celular, sufren las distorsiones de espacio y tiempo que generan un cambiante escenario policromo y evanescente; cuya apariencia fluctúa en forma aleatoria e impredecible.

Esta novela, ejemplo de una variante literaria poco presente en la Literatura Patagónica, fue una de las reconocidas por un destacado jurado para representar a la Provincia de Santa Cruz en la 44 Feria Internacional de Libro de Buenos Aires; merecido honor que ojalá abra a los dos autores las puertas de un público más numeroso. Es de esperar, además, que la díada que ha combinado con tanta habilidad palabra e imagen, esté haciendo planes para repetir su experiencia; y lograr una nueva creación que, como ésta, asegure al lector momentos de grato entretenimiento.





(*) "La Santa Cruz de Hielo", de Luis Eduardo Ferrarassi y Andrés Esteban Berón (Edición del autor, Río Gallegos, 2017).




lunes, 11 de diciembre de 2017

LIBROS DE AUTORES PATAGÓNICOS




COMENTARIO DE UN LIBRO RECIENTEMENTE PUBLICADO

“ESCAPAR”, POR ANGELINA COVALSCHI (*)




En "Escapar", su última novela, Angelina Covalschi habla de la violencia. De la violencia a secas, sin aditamentos; de esa violencia que puede ser física o moral, o abarcar ambas dimensiones, propia de los individuos que actúan con saña y encono hacia otras personas, a quienes buscan deshumanizar para hacerlas objeto de sus caprichos y antojos.

"Escapar" habla de la violencia. Y de la obsesión. Y de la perturbación de los sentimientos y los pensamientos. También trata del deseo de dominación sobre el otro. Y del delirio religioso. Y de las pasiones físicas que obnubilan los sentidos y se transforman en relaciones perversas, enfermas. Y de la libido, que se presenta como un impulso latebroso, y no tanto, de la mayor parte de los episodios que se narran; y que constituye una incógnita sobre cuyo significado la autora indaga a lo largo de las páginas.

En síntesis, no es una de las creaciones más fáciles ni apacibles de Covalschi. Es un texto duro, áspero; no sólo por su lenguaje, que corta como un filo, sino por la profundidad de las ideas. Incursiona en el lado más obscuro del ser humano; en el lado que - a veces - permanece oculto, acechante detrás de una máscara de habitualidad que desaparece en forma súbita y deja lugar al tenebroso rostro de la maldad. Sin dudas, es un trabajo que muestra plenitud literaria; cuya calidad fue reconocida más allá de las fronteras nacionales, por la editorial española que lo publicó.

Luego de transitar la novelística a través de numerosos títulos incursionando en lo histórico y en lo intimista, como “Monsieur el rey” o “Celular”, “La novela de Borges” o “Las dunas”, la escritora ensaya esta obra donde se arriesga más que en ninguna otra; y que apuesta a encontrar los lectores que la interpreten. Rozando a veces la reflexión filosófica que se pregunta por el sentido de la vida,por la libertad, por la muerte, Colvaschi avanza por caminos que van más allá de la simple ficción. “La libertad es el aire”, dice Camila, el personaje principal que cuenta su vida en primera persona.  “No desaparece más. Es el aire que llevamos dentro. Nadie está completamente preso”.

Cabe aclarar, antes de continuar este comentario, que el argumento se basa en un hecho real. Pero Covalschi evita la mera crónica, y convierte el trance en un logro artístico. Desde este punto de vista, la narración no desarrolla un esquema secuencial; sino que progresa en base a raccontos sucesivos. Es como uno de esos juegos de tablero y dados, donde el participante avanza unas casillas y de repente retrocede a otras donde no estuvo antes, para conocer detalles inéditos de la historia. Y luego vuelve a moverse hacia adelante. Pese a estos vaivenes que matizan el relato, el lector se introduce junto con la protagonista en la escabrosa trama, en forma imperceptible; tal como se suceden los lances conducentes a la situación de locura que señala el clímax de la novela. Sin embargo, el quiebre argumental, el anticlímax, se mantiene tácito, se infiere, se intuye; pero sólo queda explícito en el último capítulo.

Uno de los recursos más interesantes que presenta Covalschi, es el contraste entre la acción de la naturaleza y la actividad humana. La naturaleza puede ser violenta, con sus huracanes, terremotos y volcanes, pero su ira no es motivada por la sevicia. En la imagen del cono de aluvión con que la montaña va formando otra montaña a su pie, se muestra su inexorable accionar, lento pero implacable. Su firmeza contrasta con la veleidad de las personas, sometidas al vendaval de las pasiones y, a veces, de los desvaríos. Día tras día, en sus caminatas por la playa, Camila ve crecer la cima y su progreso la hace reflexionar: “Todos los días me acerco a la montaña. Me comparo con la que está naciendo a los pies de la otra. Me necesita, precisa de mi amparo y del cariño del universo. Soy también una parte del universo. Tuve una historia de dolor y nacimiento, como ella”.

En esos momentos de calma espiritual y física, posteriores a su prisión y su tormento, surge otro acontecimiento que induce a la protagonista a volver a confiar en las personas: su relación con Edi, la anciana con la cual se identifica; y cuyas experiencias cubren una parte extensa del texto.

Al finalizar la nota con la cual introduce el libro, Covalschi, haciendo referencia a que sus palabras se basan en el testimonio verídico de la persona que vivió los eventos descriptos, dice: “La narración se ajusta al relato de la protagonista y aun con el riesgo de ser criticada decidí ser leal a mis lectores. Ustedes son ahora los dueños de emitir su respectivos juicios”. Sin dudas, a lo largo de toda la obra la escritora es leal con el lector; no oculta ni disimula nada. Sus ideas, sus pareceres, su visión del suceso narrado están ahí, sin tapujos ni embelecos. Este volumen espera ser abierto para que quien lo haga forme su opinión, lo rechace o lo acepte, lo ame o lo odie. No admite cortapisas. Pero, para emitir opinión, debe ser leído. El desafío que plantea la autora lo amerita.

J. E. L.V.




(*) “Escapar”. Covalschi, Angelina (Editorial Círculo Rojo, España, 2017).


domingo, 12 de noviembre de 2017

RESEÑA DE UNA NUEVA OBRA LITERARIA PATAGÓNICA




“ORACIONES DEL MINOTAURO – TEXTOS RESCATADOS", de ERNESTO JULIÁN ÁLVAREZ (*)




RETORNO

No soy ese hombre,
ese cuerpo que transcurre
portando la esencial cobardía de la bestia,
ese olvido encapsulado
en el vano esfuerzo por vivir.
A veces me asomo a contemplar
el rostro oculto de los árboles,
la luz sobre las hojas,
su ancestral presencia.
Indago en los signos que abandonó la historia
en los campos sagrados de la muerte,
del dolor sin nombre.
Busco con renovada esperanza
la piedra que empuñó la mano primigenia,
tiemblo ante la idea de eternidad
y me refugio a llorar
al borde de la dicha
en la cóncava, tibia guarida de la pena.
Y vuelvo
a no ser ese hombre.

      ¿Qué decir de una obra que inaugura el fuego lírico con un poema de esta talla? Así nos deslumbra desde el vamos la consistencia literaria de Ernesto Julián Alvarez. Una pluma que se deja inspirar por los más sutiles tonos de la sensibilidad espiritual, por esas resonancias de nuestro entorno cotidiano quizá inadvertidas para una gran mayoría aturdida por el bullicio, aunque siempre perceptibles para las almas vigiles.
     Y es que los sentidos del autor no dejan de estar atentos. Así lo refleja con sinceridad confesional en otro de sus poemas, “Deudor”:

Al ojo debo
lo que la luz reclama
del fruto que madura
en la mañana.
Debo al oído
música y silencio,
y desde el cielo
el rumor del agua.
Tengo deudas
con la memoria y la esperanza
y con este sueño de ser hombre
con todo el rigor de la palabra.

      Bien lo sabemos: si algo caracteriza a la poesía es su asombroso poder de síntesis, el milagro de condensar lo esencial en muy pocas palabras; las justas y apropiadas. Ernesto tiene plena conciencia de esa peculiaridad y la ejercita con toda maestría; por ejemplo, al enunciar el goce de los cuatro elementos fundamentales de la filosofía griega —Aire, Tierra, Agua y Fuego— en un micropoema titulado “Paisaje” que no tiene desperdicio:

La tierra guarda el tesoro,
la luz del fuego,
el agua en la grieta del oro.
Sobre la superficie,
escenarios al viento,
formas que se encienden
y se apagan.

      Las demás composiciones nunca abandonan la brevedad ni ahorran esa notable contundencia inicial. Nos tienta la idea de transcribir otro poema titulado “Para todos”, pero no sería oportuno: merece ser disfrutado en el marco de una motivadora lectura contextual. Es una joya más, brillante e imperdible (página 36).

      Por otra parte, es preciso aclarar que los poemas no agotan el contenido del volumen, sino que lo inauguran. Como surge del subtítulo, Álvarez también ha querido integrar esta primera edición con varios textos escritos en diversas etapas de su vida. De allí que el libro contenga, además, un repertorio de oraciones, pensamientos y relatos. Frases luminosas, como esta:

Bienaventurado quien descubre / que el tiempo se teje y se desteje en las palabras.

O esta otra:

El Creador /no puede evitar detenerse a mirar con esperanza lo creado; / allí nace el tiempo.

      La tercera sección, nominada “Camino de la piedra” contiene cinco narraciones: “La ciudad de los puentes”,  “Ellos conocen el camino”, “La venda sobre los ojos”,  “Un gran tacho de basura” y “El canto de los pájaros invisibles”. Relatos ambientados en escenarios diversos: entre una y otra orilla del Sena, en planicies y serranías remotas o en las costas regionales. Historias que transitan por el dolor de la tortura y el encierro, que expresan la injusticia, la incertidumbre, el miedo, el oprobio, pero que también dan espacio a la revelación, a la fe y al anhelo esperanzado en la posibilidad de una instancia redentora.

      Habría mucho más para decir. Sin embargo, los libros no se escriben para que alguien los relate; existen para ser disfrutados en persona por sus legítimos destinatarios. Nada reemplaza el acto íntimo e intransferible de la lectura. En esa comprensión, cerraremos esta reseña tomando a préstamo un párrafo alusivo de gran elocuencia. Pertenece al texto de contratapa, bajo el título “Milagro emocional”, donde nuestro querido poeta camaronense Gerardo Robert sintetizó el impacto conmovedor que despierta la lectura de la obra con esta aguda frase:

    “Podríamos preguntarle al autor: ¿Por qué tardaste tanto en mostrarnos esto? Pero leyéndolo, tal vez en su poesía, nos estará respondiendo”.

    Nada más exacto. Está en ustedes comprobarlo.


C.D.F.




(*) Ernesto Julián Álvarez es trelewense. Se graduó  en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad de Mar del Plata como Procurador y Terapista Ocupacional, respectivamente. Ha ejercido la docencia en contextos de encierro en instituciones de México y Argentina. “Oraciones del Minotauro – Textos rescatados” (Ed. Remitente Patagonia, Trelew – ISBN 978-987-3918-84-1) es su primera obra publicada. La ilustración de tapa pertenece al distinguido artista plástico Eduardo Martín.