DON MARTÍN “HOMBRE DE LA TIERRA Y
EL TRABAJO”
Por Inés Luna (*)
Nació
en una colonia conesina, “Eustoquio Frías”, el 30-9-1912. Se llama Martín
Argimón. Asistió a la escuela sólo un mes en el año 1926; fue suficiente para
saber leer y escribir. Dice haber aprendido a leer en los diarios. Tenía cuatro
hermanos menores y su madre doña Teodora falleció joven, su padrastro don
Benjamín Colombo salía por los campos a repartir frutas y verduras de su
cosecha en una Villalonga y él quedaba a cargo de la casa y sus hermanos.
Trabajó
desde muy chico, recordaba a don Valentín Massi como su primer patrón quien
tenía su chacra frente a la de Benito Truco (todo en Colonia Frías). Martín
tenía que arar y cortar pasto, había
maíz, zapallo y alfalfa. A los 19 años
fue a trabajar en colonia La Luisa.
Después de un corto tiempo en Pedro Luro hizo 14 meses de servicio
militar en Campo de Mayo, allí también cuidaba caballos.
EMPLEADO
DEL INGENIO AZUCARERO DE REMOLACHA
A su
regreso del servicio militar se empleó como capataz de playa en el Ingenio
Azucarero, controlaba la carga y descarga en los galpones, no solo de azúcar;
también recuerda las bolsas de cal que se fabricaban en el mismo lugar. Aquí
nos cuenta que se traía la materia prima de una calera de las cercanías de Los
Menucos y en colonia San Lorenzo la “quemaban” haciéndola apta para la
construcción.
Fueron
múltiples las actividades de don Martín: estibador de bolsas de azúcar,
pesador, debían tener 70 kilos luego se cocían y se cargaban al trencito.
ENCARGADO
DE LOS CABALLOS
Capataz
caballerizo (o sea encargado de los caballos), cuenta que habían 300 caballos de pecho distribuidos en dos
corrales y en la isla (que pertenecía a la empresa frente a colonia La Luisa)
100 animales de cría, todos “ percherones”. Recordó los nombres de algunos de estos animales: “Lola”,
“Tigre”, “La leona”, “Pedro el tordillo”. Además, nos cuenta de las 20 mulas
romanas (grandes) y un mulo que se llamaba “Chirulo” que era muy caprichoso, lo
montaban para irse a la casa y el mulo volvía al corral.
Con
esto de las mulas ocurrían “cruzas” raras de caballos con orejas grandes. El
amansaba potros atándolos a una “chata” a la par de un caballo manso. Don
Martín tampoco olvidó las carreras de caballos
frente al almacén, donde dos jinetes (extranjeros) venían del trabajo y
corrían carreras con los mismos caballos sin sacarles las pecheras, ¡en el
entusiasmo por participar!
LAS
HERRAMIENTAS
Nuestro
entrevistado nos habló de los 15 carros volcadores en los que se traían las
remolachas cosechadas y quitándole un travesaño volcaban en forma automática en
las grandes piletas, donde el agua las transportaba hasta la fábrica. Decía del
camión “Link oruga”, que tiraba cinco acoplados con ruedas macizas, era el que
transportaba materiales para la fábrica desde San Antonio Oeste.
Enumeró la
cantidad de herramientas que pertenecían a las dos colonias, La Luisa y San
Lorenzo: arados, rastrones, cortadoras de pasto, enfardadoras, moledoras
de pasto. Con la moledora picaban maíz y malezas, que mezcladas luego
con la melaza de la fábrica, servían de alimento para los caballos. Este
trabajador de las colonias dice haber visto cosechar en la chacra Nº 30
remolachas hasta de 7 kilos.
Nos contó de la cantidad de
extranjeros que había en el lugar y de las fiestas familiares que se hacían
todos los fines de semana, con vitrola, acordeón y guitarra. De pronto todo se
acabó y sufrió como todos los lugareños al ver derrumbarse el Ingenio que daba tanto trabajo y alegría a
los pobladores. El continuó trabajando
para Raggio en la colonia, cuando se vendieron las tierras compro a don Lorenzo
una chacra en la que siguió trabajando.
SOLO UNO
Este es uno
de los cientos de empleados que vivieron el progreso y luego el increíble
cierre del Ingenio. Que sintieron en carne propia la impotencia colectiva de un
pueblo, de una provincia puesta de rodillas ante el poder político-económico de
quienes como único interés tienen al beneficio propio. El Ingenio Azucarero de
remolacha de Conesa estaba signado a ser
punta de lanza para cambiar la historia
del azúcar en el País.
(*) Escritora y periodista de Conesa. Autora de los
libros “Vivencias de mi gente I. Historia oral de mi pueblo”, “Vivencias de mi
gente II. Ingenio azucarero de remolacha”, “Vivencias de mi gente III” y
“Vivencias de dos ilustres rionegrinos” (sobre la vida y obra de Guillermo
Yriarte y Elías Chucair). Coeditó con María Elisa Irannellli la obra “Stroeder
cuenta sus vivencias” y con el Club “Tinta Libre” (del cual es fundadora), la
antología “Historia, Tinta y Papel”. Colaboró en los libros ““La Trochita” y “Rocky Trip” de Sergio Sepiurka y Jorge Miglioli.
Conductora del programa radial histórico cultural “Vivencias de mi Pueblo”.
Fundadora, directora y redactora del mensuario “El Puente de Conesa”. Integra
diversas ONG de la localidad. Se define como ama de casa, madre de tiempo
completo, escritora autodidacta y recopiladora de historia oral.
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