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viernes, 22 de agosto de 2014

EL POEMA DE HOY



HAN BROTADO LAS FLORES DE MIS CACTUS

Por Jorge Castañeda (*)



Han brotado las flores de mis cactus.
Su color de azafrán, su terciopelo,
Y esa fosforescencia anaranjada
Que suma su color a mis momentos
Y alegra la rutina de mis actos.

Han brotado las flores de mis cactus
Y mi hija no se encuentra para verlos.

Han brotado las flores de mis cactus
Bellas como corolas en secreto
Y tienen una gracia que engalana
La placidez tranquila de mi huerto.

Han brotado las flores de mis cactus.
No lo hacen todos los años. Es cierto.
Pero algo ha de tener esta mañana
Para abrir su crisálida de fuego.
¡Oh, dicha del edén y de su pacto!

Han brotado las flores de mis cactus
Y mi hija no se encuentra para verlos.

Han brotado las flores de mis cactus
Y todo tiene una actitud de rezo:
Mi alma, el jardín, el árbol y la casa,
Y la fugacidad que tiene el tiempo.

Han brotado las flores de mis cactus
Y mi hija no se encuentra para verlos.



(*) Escritor de Valcheta.


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sábado, 16 de agosto de 2014

EL POEMA DE HOY



Claves



Por Julio Sodero (*)



Danza sobre la arcilla encendida
la añeja ilusión que el tiempo inflama
hasta formar el ojo del mundo
su aliada lámpara

Descubro el camino circular
inapelable
hasta abrir la cuenca mitológica
sus dioses
el nombre

Te he esperado hasta la embriaguez del llamado
y a sus puertas memorables lloraron
velados otoños
hijos del silencio.

Donde vive tu voz
desangro mi contrato de error y de olvido
al mar tajante
purpúreo
coral
de piel bajorrelieve.

Basta tu voz
para bajar el agua
alcohol de pájaros
plumas de metal para cortar el viento
hasta ser dueña de la hoguera
y sus trenzas marítimas.

Como quien desgarra el mármol
carne de tántalo
me hundo al sonido celeste y continental

Allí donde se bifurca
el adiós con el regreso.




(*) Escritor de Sierra Grande (1950 – 2005)



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miércoles, 13 de agosto de 2014

EL CUENTO DE HOY




MINI EÓLICA

Por Silvia Angélica Sánchez (*)



Mi papá me habló de molinos. Estuvo ensimismado durante una hora, con los ojos brillantes, feliz, contándome los mecanismos de la bomba, del eje, del modo en que se mueven las aspas y del viento. Mi padre me habló del viento enredado en una escultura que hay en la estación, eso es el viento me dijo, y era un montón de alambres enmarañados que coronan un caño en la cúspide; y los molinos son los que el viento mueve, siempre.
Cuando hablaba noté sus ojos, y la chispa blanca regodeándose de un lado al otro, animando. La chispa dirigía sus manos viejitas y arrugadas que hacían ademanes de movimiento como la biela, como el pistón; y agregó cómo funciona con un cigüeñal. Y las aspas, volvía a hablar de las aspas.
Le dije que conocí un molino en la costa, enorme, que las aspas eran más grandes que el mismo rancho que estaba al lado; y se encantó con el cuento, y me dijo que cuando había mucho viento el molino se paraba solo y que esto lo sabía porque se lo había contado un viejo, cuando él era joven. Entonces me contó del cuento del viejo y de la mecánica de las aspas del molino que se comandaban con la veleta. Me dijo que las aspas se repliegan y hacen que el movimiento se pare solo, al contrario, cuando hay mucho viento. Cuando hay mucho viento la veleta hace que el molino se alinee en el mismo sentido y las aspas paran solas.
Él no se acordó de cuando yo era chica, de cuando mi papá joven me hacía molinitos con una cartulina blanca sobre una varita de madera; y yo corría con el artefacto por el límite del patio y la casa del vecino, mirando fijo cómo daba vueltas, embelesada.
Mi papá me seguía describiendo este otro artefacto y los dos nos imaginábamos el campo y el viento juntos, intersectados en el movimiento circular de la rueda metálica. Podíamos sentir el frescor de los aires de la meseta y el olor de los jarillales y cuando bajamos la vista las ovejas ya se acercaban al tanque australiano a tomar agua. Había como diez corderitos blancos pegoteados detrás de las hembras repletas de leche, todos apilados, protegiéndose mutuamente de las ráfagas prepotentes que les despeinaban los bucles largos.
A esta altura mi papá me arreó desde el lugar donde las ovejas bebían y me habló otra vez del viejo que le explicó de los molinos cuando él era joven. Era un viejo barbado y blanco, hablaba poco y pausado. Siempre estaba en el campo y sabía de animales y agua. Con la varita de rabdomante había encontrado el punto justo para instalar los veinte pozos. ¡Veinte pozos! , en el campo abierto, en la meseta, para poner molinos. El viejo era un sembrador de molinos, de los chupadores de agua.
Mi papá me sirvió agua en un vaso transparente y en sorbos rápidos lo dejé vacío. No le gustó. Me dijo que había que tener respeto al viento y al agua, a los dos juntos y que jamás debía beber del modo en que lo hice, y menos aún en la meseta, y menos aun hablando de molinos. Sonreí, pero él me empezó a mirar enojado, con los ojos más oscuros, las manos descansando sin movimientos sobre la mesa de la cocina. Qué absurdos que son los molinos, pensé; pero no quise decirle nada de nada porque capaz que con su enojo, también el viento iba a parar de soplar.




(*) Escritora de General Roca. Este relato fue publicado en la “Antología del Encuentro de Escritores de Las Grutas 2014”.



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domingo, 10 de agosto de 2014

EL POEMA DE HOY



FUEGO

Por Daniela Della Bruna


Fuego
Sólo se respira fuego,
mucho fuego,
vibrante, hastiado,
vacío, derrotado fuego.

Sólo se respira fuego,
la furia gana en la noche,
en la noche roja,
del silencio.

En la luna oculta,
sólo se respira fuego,
y aún parece que late,
ese hueco allí en el pecho.

Se respira, sí,
pero sólo se respira fuego,
se calcina la piel,
se hunde el músculo en el hueso.

Se concibe, al final,
el falaz cuerpo
de una llama total,
absurda, sin tiempo.

La llama que latía,
que gritaba,
la llama que llenaba

el tibio hueco.



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jueves, 7 de agosto de 2014

EL POEMA DE HOY



ORIENTACIÓN

Por María Julia Aleman de Brandt (*)



... Y Trevelin, el pueblo del molino
te quedó, con el mismo por testigo.
Es por él, que tu nombre suena a trigo,
un manojo de trigo campesino.

Un soldado está unido a tu destino
(Coronel de Rifleros, leal amigo).
Y al situarte en el mapa sólo digo
que estás en el confín de lo argentino.

Un puñado de gente que venía
en busca de la tierra prometida
te encontró, paz, trabajo y alegría.

... Y aquí estás, Trevelin, luz encendida,
pedacito de Gales al que un día
los galeses te dieron su alma druida.




(*) Escritora de Esquel. Este poema fue tomado de su obra “Soy Poesía, búscame en el Sur” (Editorial Asociación Escritores del Oeste del Chubut, Esquel, 1993)
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