ELIAS
CHUCAIR, UN POETA DE UMBRAL ADENTRO
Por
Jorge Castañeda (*)
Walt Withman, el gran poeta de Long Island y autor de “Las
hojas de hierba” supo decir que “quien toca este libro toca a un hombre”. Yo
diría quien toca un libro de Elías Chucair, poeta y escritor de Ingeniero
Jacobacci, no solo estará tocando a un hombre sino a toda una región, con su
paisaje, sus bellezas, sus pobladores, su zona rural, sus vientos, sus
lejanías, su olvido, sus personajes, sus leyendas y sus mitos.
Palabras,
palabras, palabras, al decir de Hamlet, príncipe de Dinamarca, dando forma y
expresión a un lugar en el mundo –su lugar en el mundo: su pueblo, la Región
Sur, la Patagonia.
Esa región
que “Patagonia se llama y que trae de tiempos lejanos una rica historia larga”
y que fuera el imán para atraer aventureros de toda ralea y condición que se
afincaron en ella, como también a los inmigrantes venidos de aquellos países
del Oriente: libaneses como los padres de Elías, por ejemplo.
Elías Chucair
va pintando con mano firme y pluma amena las vivencias y anécdotas de quienes
pasaron por estas regiones y dejaron en ellas familias y afectos. En síntesis
como el título de uno de sus libros lo dice: “Dejaron improntas”.
Parafraseando
al bueno de Baldomero Fernández Moreno podemos afirmar de Elías que “todo lo
que tuvo que ser lo ha sido”: padre de familia, periodista, comerciante,
político, escritor, historiador, amigo.
Cuando nos
encontramos solemos intimar en los menesteres que más nos agradan: las letras y
los libros, los poemas y los relatos. Y yo lo escucho recitar con verdadera
pasión a los clásicos y a los actuales, porque si algo sabe este poeta con
estampa de patriarca es enseñar hablando, así nomás, hablando.
Tengo en el
anaquel preferido de mi biblioteca –el de los libros dedicados por sus autores
que ya sobrepasan los seiscientos ejemplares- todos los publicados por Elías
Chucair, ramillete que supera los treinta y cinco títulos, entre los de poesía,
cuentos, relatos, novelas e historias.
En alguno de
ellos dice: “Para mi estimado amigo Jorge, con el viejo afecto y los mejores
deseos”. Elías – Marzo de 2015.
El primer
libro que cayó en mis manos para deslumbrarme y abrirme los ojos al paisaje y
al corazón de la gente de nuestra zona fue “Bajo cielo sur”. Y entonces supe
entender que no hay grandes o pequeños libros, ni grandes ni pequeños
escritores. Supe que cada uno tiene su propio tono, su propia voz y la de mi
amigo Elías Chucair es la voz de toda una región que todavía duerme a la
intemperie de una sociedad cada vez más injusta a pesar de esa tan mentada
“modernidad” que se lleva todo sin dejar dividendos.
Si se toca
algún libro de Elías se escuchará como música de fondo el soplo arisco del
viento patagónico, se sentirá el gusto a michay en la boca, se andará en las
tropas de carros como antes, se bajará para tributar al “Maruchito”, se
escucharán los tiros de la bandolera inglesa, se investigarán las matanzas de
Lagunitas, se develará el misterio del “Collar del chenque”, se dejarán
improntas, se pasará de umbral adentro entre tiempo y distancia, Sur adentro,
con grillos y silencios.
Tengo en mis
manos su último libro: “Testimonios de antaño” un placentero viaje al pasado
que cuenta historias del pago chico. La época de oro de los ferrocarriles, de
pionero como el Ingeniero Jacobacci, del destino de sus libros, y de sus amigos
de otro tiempo.
Elías Chucair
es el viejo maestro abriendo generosamente las puertas de su corazón para todos
los que amamos las letras.
Por eso yo
levanto como Maese Gonzalo de Berceo mi copa de Bon vino y bebo a tu saludo,
hermano Elías, ¡Que Dios te siga dando larga vida!!
(*)
Escritor de Valcheta. Esta artículo fue publicado por Digital
23, “el diario de la línea sur” (http://www.digital23.com.ar)