google5b980c9aeebc919d.html

martes, 27 de mayo de 2008

24º FERIA PROVINCIAL del LIBRO del CHUBUT

La comisión organizadora de la Feria del Libro que tendrá lugar durante el mes de junio en Gaiman (Chubut) nos ha enviado la siguiente gacetilla informativa:

GAIMAN, 25 de mayo de 2008

24º FERIA PROVINCIAL del LIBRO del CHUBUT

Sede Permanente en GAIMAN

4º FERIA PATAGÓNICA DEL LIBRO

“El Libro y la Historieta

Entre el 5 y el 8 de junio del corriente. La sigla que acompañará el tradicional evento cultural será: “El Libro y la Historieta”. Habrá un recordatorio al artista Horacio Marras. Este año se contará con la presencia de una delegación de poetas del hermano país de Chile y presentarán 4 libros además de otras actividades culturales previstas por la organización.

EL LIBRO Y LA HISTORIETA

Un pequeño recordatorio a nuestro querido amigo y lugareño Horacio Marras. El año pasado participó de la 23º edición con una muestra de sus excelentes trabajos. Además, participó, departió con todos los cultivadores presenciales; participantes; presentadores, disertantes, y compartió su amabilidad y curiosidad con la gente.

Nos deja su impronta cultural en un estimulado y multifacético arte; ilustrador, caricaturista, humorista gráfico. Fue el gran contestatario sobre la realidad política local y provincial, de la sátira en una sola imagen.

La biblioteca Nacional de Gales suma a su patrimonio cultural, 20 obras de este calificado Señor.

Al cierre de la Feria 2007, la comisión directiva se quedó con el último abrazo de Horacio…Y con la convicción de que la Feria era un lugar de participación, en donde los hacedores culturales locales pueden acompañar, desde su lugar de anfitrión si lo desean, las actividades culturales programadas y organizadas por la Comisión de Extensión Cultural de la Biblioteca Popular “Ricardo Jones Berwyn”.

Es una manera diferente de “ver” que el programa cultural que se desarrolla durante la Feria, con las presentaciones de nuevos proyectos, que abarca un sin fin de movimientos culturales, vayan dirigido a todo tipo de público.

Quienes visitan la feria año a año, se podrán sentir identificados y a la vez, llevarse consigo lo más preciado en sus pupilas, la gama irisada de los colores más variados, y a su vez, salgan acompañados y seducidos por la prestancia literaria. Y los participantes de la Feria se sientan acompañado por la comunidad y comprendidos desde su cosmovisión que circunda a las Artes.

Además, las librerías y las editoriales andantes ofrecen los libros de los escritores presentes y las producciones nacionales e internacionales que componen la literatura universal.

Todo “EN VUESTRAS MANOS”

¡A Disfrutarlo!

Comisión Directiva

Biblioteca Popular Ricardo J. Berwyn

domingo, 25 de mayo de 2008

LA NOTA DE HOY


TALLERES LITERARIOS

Por Olga Starzak

He sido tentada a escribir sobre Talleres Literarios. Mi formación me lleva a referirme, en primera instancia, al Taller como metodología de trabajo. Dentro del ámbito pedagógico el Taller es el espacio donde, favoreciendo la comunicación recíproca, se facilita la retroalimentación grupal y se produce, en consecuencia, un aprendizaje sustentado en una dialéctica. Así, el alumno/participante se constituye en actor y el docente/coordinador en un orientador del proceso. Taller es siempre intercambio y complementariedad. No se lo puede concebir si no en una red vertical y una horizontal. En la primera, alguien preparado para ese fin coordina –en base a múltiples variables- el aprendizaje de otros, la segunda implica la interacción de esos otros entre sí. El descubrir errores a partir de la mirada de los demás, el reflexionar y permitir nuevos análisis es objetivo intrínseco de la metodología que nos ocupa. El asumir una actitud crítica y establecer una cercanía afectiva son condiciones igualmente necesarias.

Ahora bien, acotemos la mirada hacia los talleres estrictamente literarios, sin perder de vista los aspectos enunciados. En nuestro país éstos tienen origen en la década del `60; algunos han querido adjudicarle sus fundamentos a razones culturales, quien no a razones políticas; en ambos casos prevalecen las sociales: grupos con objetivos en común que se reúnen con un fin determinado. En este caso, el que nos ocupa, aprender a expresarse a través de la palabra escrita, de acuerdo a ciertos cánones lingüísticos. No es verdad que los talleres literarios enseñen a escribir, como con frecuencia escuchamos sostener. No hay que avergonzarse de decir esto con todas las palabras: el participante a un taller literario quiere hacer literatura; escribir... ya sabe.

Y es allí donde se desarrolla lo más significativo del espacio: permitir que el alumno (o el aprendiz, o el participante, o el tallerista, o como desee llamárselo), a través de estímulos y disparadores convenientes -adecuados a sus características, necesidades e intereses- se exprese desde lo más íntimo, descarnadamente, sin prejuicios... con la libertad producto de la imaginación y de la creatividad de la que es objeto. Es aquí donde cobra importancia la figura del coordinador, cuánto mejor si es también escritor. Se pretende que posea experiencia y capacidad para transmitirla. Que sea un igual en el proceso de compartir pero un maestro a la hora de elaborar sus propuestas de trabajo, de asesorar sobre teorías y conceptos, de sugerir lecturas, de recomendar autores... Su intervención en los procesos de aprendizaje enriquecerá la tarea mutua, para lo cual es imprescindible que maneje con destreza estrategias de enseñanza.

Los talleres Literarios -más allá de haber conseguido, a través de los años, críticos y defensores- favorecen los procesos de escritura desde el hacer; desde un hacer pensado y consecuente, desde lo lúdico hasta lo estrictamente normativo. Permiten recorrer los alcances de la Lengua y a la vez seleccionar los disparadores que provoquen los estímulos más adecuados, bucear en las teorías que sustentan lo estrictamente gramatical y sintáctico, y no perder nunca la subjetividad que encierra la estética. El qué escribir, cómo, por qué y para quién cobra relevancia en estos ámbitos.

Se imponen hoy los talleres literarios cibernéticos; la pregunta que me hago, aún coordinándolos, es si –teniendo en cuenta todo lo expresado- no habría que pensar en un concepto más adaptado a sus características: un aprendizaje personalísimo, alentado por significativos procesos de motivación y vocación, con muchas gratificaciones y la invalorable posibilidad de un espacio íntimo donde expresarse, probar, ensayar, leer, corregir y rescribir... Pero un trabajo, al fin, en soledad, como lo es indefectiblemente la tarea de escribir. Con la pantalla como único testigo, con un coordinador muchas veces sin rostro. Sin temor a ser juzgado... escalón básico en el proceso de comenzar a desandar el camino de los grandes literatos.

martes, 20 de mayo de 2008

LA NOTA DE HOY



AULAS SIN POESÍA

Por Jorge Carrasco*

Octavio Paz decía: Un pueblo sin poesía es un pueblo sin alma. Hoy en día existe un rechazo directo y una total indiferencia hacia el hecho poético. Cada año, al iniciar el tema frente a los alumnos, recibo menos la desidia que la resistencia. Los varones me dicen que es cosa de mujeres. Todos tienden a creer, antes de leerla en profundidad, que su lenguaje es falsamente rebuscado u oscuramente abstracto. Quien la lee o escribe es considerado un afeminado, una persona susceptible de desconfianza, o directamente alguien que no ha madurado.

Los lectores más vilipendiados son los lectores de poesía. Cuenta Neruda que su padre, un maquinista de tren, se enfurecía cuando veía al muchacho poeta leer o escribir poesía. Le pedía estudiar para conseguir una profesión decente, es decir nada relacionado con la poesía.

Los profesores no leen poesía y tampoco les leen poesía a sus alumnos. En muchos casos, cuando el tiempo para dar el programa de contenidos no es suficiente, tienen como prioridad en la lista de los prescindibles el tema poesía. No tienen entusiasmo y no contagian el interés y la ilusión a los chicos. No se trata sólo de una falta de entusiasmo de los niños, sino una apatía que nace en los profesores mismos. No hay seguimiento de autor o de movimiento. No se logra poner los textos en la generalidad de la obra de un autor. Se desconocen los alcances de los movimientos vanguardistas, tema capital para entender la poesía actual.

Tanto en primaria como en secundaria el cultivo de la poesía en el aula es casi inexistente. La indiferencia y el rechazo van de la familia a la institución escolar. En el aula no se lee ni se escribe poesía con la misma intensidad y consideración curricular que se lee y escribe narrativa. Los profesores menosprecian el texto poético y como saber específico y procedimental lo relegan a un lugar secundario. La educación literaria está invadida de falsos estereotipos.

Podemos relacionar la actitud distante del alumno con la presentación del fenómeno poético como lejano e inexpugnable, centrado en sus aspectos formales, sin relacionarlo con las grandes verdades del ser humano. La poesía, para ser absorbida necesita de un íntimo encuentro entre autor y lector. La poesía nunca es literal, siempre tiene una carga connotativa en la palabra que supera la interpretación directa. De ahí su riqueza y su multiplicidad semántica. No se trata entonces de un aprendizaje formal solamente, unidireccional desde el profesor al alumno. La poesía requiere cultivar la sensibilidad, como paso previo a la lectura. Al alumno se le debe predisponer para entender la poesía. ¿Cómo guiar al alumno si el profesor abomina de la poesía?

El problema es que la poesía no es bien vista socialmente. ¿Para qué sirve el discurso poético? Se tiene la creencia de que su subjetividad agusana la voluntad, predispone el ánimo a la bohemia y el abandono. Actitud que encontramos en Don Quijote de La Mancha, cuando la Sobrina considera los libros de poesía tan dañinos como los de caballería, y por lo tanto dignos de quemarse, diciendo: leyendo éstos (Don Quijote) se le antoje de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza. Todos preconceptos de una sociedad que antepone la utilidad a toda acción humana, la seguridad a la incertidumbre.

Albert Beguin en El alma romántica y el sueño dice que no se lee poesía porque se le tiene miedo. Porque la gran poesía desnuda las cosas. Es la búsqueda de lo abierto, no de una realidad cercada, estrecha, confortable que ya conocemos, sino un territorio que a veces el hombre ignora de sí mismo y en donde surgen, a veces, sus más ricos instantes. Algo parecido dice Roberto Juarroz cuando expresa que en ella se juega lo que el hombre es y arranca lo que no sabíamos que estaba y que sin embargo el poeta demuestra que estaba.

Wittgenstein escribió: los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Extendamos los límites, aunque no sepamos qué hay más allá de esos limites. Abracemos la incertidumbre y adentrémonos en terreno incierto. Detrás de la vacilación, la otra parte de nuestra humanidad espera.

*Jorge Carrasco nació en Carahue, Chile, en 1964. En el año 2001 obtuvo la nacionalidad argentina. Desde 1985 reside en Villa Regina, provincia de Río Negro, Patagonia argentina. Es profesor de Lengua y Literatura y ejerce su profesión en colegios secundarios de la provincia. Tiene publicados tres libros de poemas (Permanencia de aves, La huella, su andar y Mar muerto), dos libros de cuentos (Maldito lunes y Último carbón de invierno) y una novela (Sombras en el agua). Mantiene inéditas dos novelas (El nido de la lluvia y Los piojos de Rimbaud) y un libro de cuentos (Los jugadores persas). En poesía espera edición el libro Primera última palabra. Ha dictado charlas y cursos sobre poesía y elaborado más de cuarenta artículos relacionados con la vida y la obra de Pablo Neruda. Publica regularmente artículos literarios en el diario Río Negro, de General Roca, y El Liberal, de Santiago del Estero, de Argentina. Poemas de su autoría han sido traducidos al portugués, francés y alemán y su obra ha recibido numerosos reconocimientos en el país y en el extranjero. Entre los más recientes en nuestra región, pueden mencionarse: Ganador del concurso patagónico de poesía “David Aracena”, dependiente del XXV Encuentro de Escritores Patagónicos, 2008. Publicación de libro Mar Muerto y Mención en el concurso patagónico de cuento “Daniel Borsella”, 2008.

sábado, 17 de mayo de 2008

LA NOTA DE HOY


INTERMEZZO BONAERENSE

Por Jorge E. Vives

Hace un tiempo se comentaba en esta página la estrecha relación existente entre literatura e historia. Esto sucede especialmente en la Patagonia, donde episodios auténticos alcanzan un carácter fantástico que da pie a la creación literaria de ficción. Uno de los hechos que merece ser argumento de una novela o al menos motivo para un cuento corto es el poblamiento de la actual ciudad de Coronel Suárez, en la provincia de Buenos Aires, por parte de un grupo de colonos galeses del valle del Chubut.



Este suceso abarca el período que va desde el 1ro de septiembre de 1881, a las 23:00 horas, cuando llegan al lugar los primeros ocho colonos -a los que se agregarían 50 familias en 1885 y 1886- hasta cerca del año 1890, en que la masa de ellos retornan al sur. Quedaron unos pocos chubutenses habitando esas tierras, otros murieron allá. Su historia comenzó a difuminarse por el arribo en 1887 de varios contingentes de alemanes del Volga; cuya presencia, importante en número, borró en cierto modo las huellas del intermezzo de los galeses en los pagos bonaerenses.



Entre las familias que se trasladaron a “Sauce Corto” (como se llamaba en ese entonces Coronel Suárez, que sólo adquiere su actual nombre en 1888), estaba la de Thomas Morgan Jones y Mary Powell. Su hija Gwen estaba a su vez casada con David Beynon Williams, colono proveniente de Estados Unidos. Tenían en el momento de emigrar varios vástagos. Estando allá nace otra niña, Elizabeth, quien ya de vuelta en Chubut recibía por ese motivo el mote de “La Porteña”; un recuerdo entrañable de aquellos tiempos cuando en el “interior” la campiña de Buenos Aires era considerada una extensión natural de la ciudad del puerto.



¿Cómo llegan los colonos a la provincia de Buenos Aires? La historia es sencilla. El territorio de los actuales partidos de Coronel Suárez, General La Madrid, Coronel Pringles y Saavedra fue otorgado en concesión, en 1878, al coronel Ángel Plaza Montero. Estas 300.000 hectáreas se transfirieron en 1881 a Eduardo Casey, quien se compromete a poblar las tierras concedidas con, al menos, 60 familias. Buscando colonos, Casey los encuentra en Gaiman, entre los integrantes de la comunidad galesa establecida en 1865. ¿Y por qué volvieron más tarde la mayoría de los colonos al Chubut? Según narra la crónica, tuvieron varios años seguidos de sequía, heladas y malas cosechas, lo que motivó que muchos de ellos prefirieran retornar al sur –ya conocido– o probar suerte en otras latitudes; como Canadá o Australia.



Este artículo se inició mentando la existencia en la Patagonia de sucesos reales que ameritan reflejarse en la literatura de ficción. ¿Qué nos motiva a decir esto al referirnos a esta colonia galesa instalada al pie de la Sierra de “Curru Malal” (Corral negro), como a veces se la llamaba; aunque se haya impuesto finalmente el actual toponímico “Cura Malal” (Corral de piedra)? Primero, porque es una historia que puede escribirse a “dos puntas”: mirándola desde el valle del Chubut o viéndola desde Coronel Suárez. Segundo, porque ejemplifica una situación frecuente en aquella época: el desarraigo dentro del desarraigo. Esos colonos eran doblemente desarraigados: habían abandonado Gales en pos de un sueño; y ahora volvían a partir dejando atrás amigos y familiares en busca de otra tierra. Y tercero, porque el sacrificio que implicó para esa gente tal movimiento es realmente impensable en la actualidad. Para llegar a Coronel Suárez las familias se embarcaban en Rawson e iban por vía marítima hasta Buenos Aires, lugar en el que tomaban el tren con destino a Bahía Blanca. Descendían luego en la estación de Sauce Corto y allí debían conseguir algún medio de transporte terrestre para llegar finalmente a su destino, la chacra asignada. Imaginemos ese desplazamiento. No parece nada fácil. ¡Y recién entonces comenzaba el verdadero trabajo!



Indudablemente, hay historias en la Patagonia que merecen ser narradas en novelas y cuentos. O, al menos, en simples artículos sin mayores pretensiones literarias, pero con ganas de recordar y homenajear a esa esforzada gente, como es éste.



NOTA: El autor agradece la gentil colaboración del historiador suarense Don Héctor Dos Santos, autor del libro “120 años en la historia de Coronel Suárez”.

jueves, 15 de mayo de 2008

NOTICIAS LITERARIAS

El viernes 23 de Mayo a las 20 hs. en el salón CINCUENTENARIO de la Asociación San David - San Martín y Belgrano de Trelew- se efectuará la presentación del libro del Dr. David Williams denominado EL VALLE PROMETIDO. Esta publicación es el fruto de un profundo trabajo de investigación histórica realizado fundamentalmente en nuestra provincia y en el País de Gales, tarea que le ha demandado muchos años.
Son cinco biografias de personas y familias que arribaron a nuestra provincia en el Velero MIMOSA en el año 1865 y como los describe su autor ellos son:
“…aquel hombre que –sin saberlo-vino al Chubut sólo para morir (David Williams, Aberystwyth); aquella pareja que, habiendo querido irse, se quedó en la Colonia (Aaron y Rachel Jenkins); aquella otra que partió, aunque deseaba quedarse (John Jones, el Joven y su esposa Mary); aquella que partió convencida de irse (Richard y Frances Ellis): y aquella que, eligiendo quedarse, permaneció en el Chubut (Lewis y Rachel Davies, Aberystwyth).”
La presentación estará a cargo del Licenciado Gabriel Restucha y el marco musical lo efectuará el grupo La Trifulca compuesto por la profesora Sonia Baliente, voz, flauta traversa y percusión, Marcelo Griffiths en voz y Pablo Quintuqueo en guitarra.
La publicación ha sido posible gracias al aporte realizado por la Secretaría de Cultura de la Provincia del Chubut, el Instituto de Asistencia Social y la Asociación San David de Trelew, promotora también de este proyecto editorial concretado por Ediciones del Cedro.
Promete ser una velada auténticamente chubutense a la que están invitados todos aquellos que se sientan atraídos por este tipo de relatos.