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miércoles, 18 de noviembre de 2009

LA NOTA DE HOY


BESTIARIO PATAGONICO


Por Jorge Eduardo Lenard VIVES



En los “Bestiarios” medievales convivían, en abigarrada colección, animales reales e imaginarios. Si bien la literatura patagónica no dispone de tal catálogo de bestias, muchos escritores hacen referencia en sus obras a la variada fauna que puebla la geografía sureña. Y al igual que en los “Bestiarios”, las citas reúnen entes verdaderos y ficticios.

Entre los seres fantásticos se destacan, sin dudas, los monstruos acuáticos; al estilo del plesiosauro de Sheffield. Numerosos autores les dedicaron sus creaciones: “El lago”, de Paola Kauffman; “El manuscrito de Sheffield”, de Fernando Nelson; “El palo vivo”, de Lobodón Garra; “Gondwana” de Jorge Honik. Otro animal mítico mencionado habitualmente en la literatura patagónica es el “cuero”; a quien Jorge Sánchez, escritor de El Bolsón, presenta en su cuento “El cuero del agua”. Este mismo autor recuerda en una de sus narraciones al “ellumgassen”, entidad fabulosa vagamente relacionada con el gliptodonte.

Por su parte, los animales reales que pueblan la región son objeto de continuas menciones en las obras de temática patagónica. Incluso existen algunas creaciones específicamente dedicadas a las especies más representativas, aunque muchas veces son mostradas como telón de fondo para la acción humana. Un ejemplo es la novela de Rodolfo Peña, “Trágica gaviota patagónica”, que además del ave de referencia introduce la figura del águila mora. Mientras la primera complementa al soledoso Fermín Eleuterio, la otra lo confronta. “Aventuras de un zorrino matrero”, “El guanaco vencido” y “El pingüino aventurero” son tres relatos de Asencio Abeijón que hablan sobre los animales mentados en sus títulos. Donald Borsella alude en el relato “Las torres altas” al jabalí. El puma protagoniza “El poblador”, de Oscar C. Vives.



Existen algunos comentarios literarios sobre la fauna sureña que despiertan particularmente el interés, desde los guanacos con cuernos de “El faro del Fin del Mundo” de Julio Verne, producto de un equívoco; hasta la plausible pero extemporánea aparición del jaguar en “Los náufragos del Jonathan”, del mismo autor. Lobodón Garra en “La borrasca”, un cuento de su obra “La tierra maldita”, cita la presencia de renos en uno de los archipiélagos del Atlántico Sur. Esta mención, a primera vista errónea, es aclarada en su autobiografía “Prontuario”. Allí explica que realmente existían estos animales en las Georgias del Sur, llevados a ese lugar por los operarios noruegos de las factorías balleneras asentadas en las islas.

Pero tal vez una de las alusiones más llamativas a la fauna patagónica la hace el mismo Liborio Justo en otro de sus cuentos, “Las brumas del Terror”. Allí introduce un vagabundo misterioso que marcha acompañado de un raro perro: “su pelo marrón obscuro, su largo hocico puntiagudo y sus orejas cortas y erectas”, explica el narrador del relato,” desde un principio habían llamado mi atención. Se lo hice notar. - Es un uarrah - me dijo con la mayor naturalidad. Mi extrañeza siguió en aumento. ¿Un uarrah? No era posible”. Esta insólita y poco frecuente referencia nos lleva a recordar que el “uarrah”, “warrah” o “zorro malvinero”, fue un animal que habitó en el pasado el territorio malvinense. Su presencia fue constatada por Bougainville, Fitz Roy y otros navegantes. La población, inicialmente reducida y luego acosada por los criadores de ovejas y los cazadores de pieles, se extinguió completamente a principios del siglo XX.

Borges sostenía que el Corán probaba la autenticidad de su origen árabe porque el texto no menciona al camello. El genial escritor suponía que en un país lleno de estos animales, su contemplación, por cotidiana, no concitaría la atención. Contrariando este aserto, la literatura de temática patagónica, tanto de autores regionales como foráneos, abunda en referencias a su fauna. Tal vez sea porque la atención del artista es irremediablemente atraída por la presencia de la vida silvestre -en realidad, de la vida en cualquiera de sus manifestaciones- aferrándose milagrosamente a estos espacios bravíos.


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lunes, 16 de noviembre de 2009

CONCURSOS LITERARIOS DE CUENTO Y POESÍA

Concurso de Cuentos Fundación Victoria Ocampo, 2009

"Nelly Arrieta de Blaquier"


Jurado integrado por: Ana María Shua, Jorge Cruz y Marcelo Gioffré.



Bases:

1- Se premiará con una edición al mejor libro de cuentos inéditos.

2- Se editará una antología con los mejores cuentos del concurso.

3- Podrán participar todos los escritores argentinos, que presenten cuentos originales e inéditos.

4- Los originales deberán ser entregados desde el 1° de septiembre hasta el día 10 de diciembre de 2009.

5- El jurado estará integrado por Ana María Shua, Jorge Cruz y Marcelo Gioffré.

6- Cada participante deberá enviar un libro de cuentos cuya extensión no sea menor de sesenta (60) y no mayor de ciento treinta (130) carillas. Cada carilla deberá estar escrita en tamaño A4 y el interlineado será a dos espacios. Se deberán presentar tres (3) ejemplares encarpetados y anillados del libro, escritos en PC o máquina de escribir, sobre una sola cara del papel. En la portada de cada ejemplar se escribirán el seudónimo elegido y el título de la obra El participante deberá presentar un sobre cerrado que contenga el nombre, apellido, número de documento de identidad, domicilio, teléfono, e-mail (si lo tuviera) y el título de la obra presentada. En el frente del sobre se deberán escribir el seudónimo y el título de la obra. Las tres carpetas y el sobre cerrado deberán remitirse dentro de un sobre o paquete cerrado con la siguiente inscripción “Concurso de Cuentos Fundación Victoria Ocampo, 2009 "Nelly Arrieta de Blaquier". Dirección: Sarmiento 1562, Mesa de Entrada, (1042) Capital Federal, los días hábiles de 9 a 19 hs., o enviarse por correo a la misma dirección. En caso de envío por correo la fecha de finalización de recepción de los trabajos es la consignada en el artículo 4°, con prescindencia de la fecha de remisión del libro. Contra la recepción de las obras se entregará al participante un recibo en el que conste el número con el que ingresa al concurso.

7- Cada participante podrá presentar la cantidad de libros que desee sujeto a la condición de que cada una se envíe en un sobre por separado y que en cada una de ellas conste un seudónimo diferente.

8- No tendrán derecho a participar los trabajos que no reúnan los requisitos previstos en estas bases.

9- Los participantes que obtengan el premio o cuyos cuentos sean seleccionados, autorizan expresamente a la Fundación Victoria Ocampo a difundir sus nombres, imágenes, datos personales, en los medios y formas que la editorial considere conveniente sin derecho a compensación alguna.

10- El simple hecho de participar en el concurso implica el conocimiento y aceptación de estas bases y de las modificaciones que pudiera realizar la Fundación Victoria Ocampo respecto de las mismas, así como de las decisiones que pudiera adoptar la Fundación Victoria Ocampo sobre cualquier cuestión no prevista en ellas, supuesto en los cuales los participantes no tendrán derecho a reclamo alguno. Las situaciones no previstas serán resueltas por el Jurado y la Comisión Directiva de la Fundación y su decisión será inapelable.

11- El Jurado podrá decretar desierto el Primer y Segundo Premio.

12- Los participantes que obtengan el Primero y Segundo Premio ceden a la Fundación Victoria Ocampo el derecho de publicación del libro premiado sin derecho a compensación alguna ni remuneración por derecho de autor. Lo obtenido por la venta de esos ejemplares será destinado a futuras publicaciones de la Fundación Victoria Ocampo sin fines de lucro.

13- Quien obtenga el Primer Premio no podrá participar por el término de cinco años en certámenes futuros que la Fundación Victoria Ocampo organice en la misma categoría que resultó premiado.

14- Los trabajos presentados no serán devueltos.



Concurso de Poesía "Alejandro G. Roemmers 2009"



Jurado integrado por: Alejandro G. Roemmers, Rafael Felipe Oteriño, Antonio Requeni, Ana Zemborain y Jorge E. Clemente.


Bases:

1- Se premiará con una edición al mejor libro de poemas inéditos.

2- Se editará una antología con los veinte mejores poemas del concurso.

3- Podrán participar todos los escritores argentinos, que presenten poemas originales e inéditos.

4- Los originales deberán ser entregados desde el día 1º de octubre hasta el día 31 de diciembre de 2009.

5- El jurado estará integrado por Alejandro G. Roemmers, Rafael Felipe Oteriño, Antonio Requeni, Ana Zemborain y Jorge E. Clemente.

6- Cada participante deberá enviar un libro de poemas cuya extensión no sea menor de cincuenta (50) y no mayor de ciento veinte (120) carillas. Cada carilla deberá estar escrita en tamaño A4 y el interlineado será a dos espacios. Se deberán presentar tres (3) ejemplares encarpetados y anillados del libro, escritos en PC o máquina de escribir, sobre una sola cara del papel. En la portada de cada ejemplar se escribirán el seudónimo elegido y el título de la obra El participante deberá presentar un sobre cerrado que contenga el nombre, apellido, número de documento de identidad, domicilio, teléfono, e-mail (si lo tuviera) y el título de la obra presentada. En el frente del sobre se deberán escribir el seudónimo y el título de la obra. Las tres carpetas y el sobre cerrado deberán remitirse dentro de un sobre o paquete cerrado con la siguiente inscripción “Concurso de Poesía "Alejandro Roemmers 2009” . Dirección: Sarmiento 1562, Mesa de Entrada, (1042) Capital Federal, los días hábiles de 9 a 19 hs., o enviarse por correo a la misma dirección. En caso de envío por correo la fecha de finalización de recepción de los trabajos es la consignada en el artículo 4°, con prescindencia de la fecha de remisión del libro. Contra la recepción de las obras se entregará al participante un recibo en el que conste el número con el que ingresa al concurso.

7- Cada participante podrá presentar la cantidad de libros que desee sujeto a la condición de que cada una se envíe en un sobre por separado y que en cada una de ellas conste un seudónimo diferente.

8- No tendrán derecho a participar los trabajos que no reúnan los requisitos previstos en estas bases.

9- Los participantes que obtengan el premio o cuyos poemas sean seleccionados, autorizan expresamente a la Fundación Victoria Ocampo a difundir sus nombres, imágenes, datos personales, en los medios y formas que la editorial considere conveniente sin derecho a compensación alguna.

10- El simple hecho de participar en el concurso implica el conocimiento y aceptación de estas bases y de las modificaciones que pudiera realizar la Fundación Victoria Ocampo respecto de las mismas, así como de las decisiones que pudiera adoptar la Fundación Victoria Ocampo sobre cualquier cuestión no prevista en ellas, supuesto en los cuales los participantes no tendrán derecho a reclamo alguno. Las situaciones no previstas serán resueltas por el Jurado y la Comisión Directiva de la Fundación y su decisión será inapelable.

11- El Jurado podrá decretar desierto el Primer y Segundo Premio.

12- Los participantes que obtengan el Primero y Segundo Premio ceden a la Fundación Victoria Ocampo el derecho de publicación del libro premiado sin derecho a compensación alguna ni remuneración por derecho de autor. Lo obtenido por la venta de esos ejemplares será destinado a futuras publicaciones de la Fundación Victoria Ocampo sin fines de lucro.

13- Quien obtenga el Primer Premio no podrá participar por el término de cinco años en certámenes futuros que la Fundación Victoria Ocampo organice en la misma categoría que resultó premiado.

14- Los trabajos presentados no serán devueltos.


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sábado, 14 de noviembre de 2009

EL POEMA DE HOY


SECRETO


Por Socorro González Guerrico


Cada madrugada vuelvo a ser

silencio, incandescencia, hembra primordial.

La claridad del alba llega y me circunda

sin frío ni tristeza, sin resonancias vanas.

La sangre hecha tiniebla

se estremece y agita.

Amanece, pero es tarde.

Llamarada imposible fulgura misteriosa

sin razón, sin alcance.

Imperceptible

para quien no respira por tu aliento.

Esencia de mil noches solitarias

enigmática lumbre

que se abrió paso a escondidas.

Arcano de dos almas que se escuchan

por encima del cielo y del deseo.

Escapar de esa luz

tratar de parecerse

al barco que se esfuma en lejanía

es tarea de empeñosa eternidad.

La libertad profunda

más allá de lealtades

afirma su derecho imperturbable.

En cada rincón, en todo espacio

el otoño se colma con tu voz

en esta casa

refulgente de sol en la neblina

bajo la Cruz del Sur.

Qué pena no ser poeta

para poder hallar en la metáfora

algo que semeje, siquiera,

a la fuerza del viento en los sentidos.



Socorro González Guerrico es una escritora de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional, autora de las novelas “Bien de familia”, “Avenida Alvear”, publicadas por la editorial Emecé, y “Batalla sin victoria”, de Dunken, en las que retrata con profundidad y maestría los comportamientos y actitudes de parte de la sociedad argentina. Es coautora del libro “Una estancia en Salta”, cuyas palabras le pertenecen; en tanto las fotografías son de Martín Gómez Álzaga. Por su fluido estilo, sus libros son usados como textos para la enseñanza del castellano en universidades de los EEUU. Dicta, además, cursos de redacción y escritura, escribe artículos de actualidad para distintos medios de comunicación social y ha participado como jurado en varios concursos literarios. Siente por la Patagonia, tanto por sus paisajes como por sus manifestaciones culturales, una especial predilección, lo que la ha llevado a colaborar amablemente con este blog, jerarquizando nuestras páginas.






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jueves, 12 de noviembre de 2009

LA NOTA DE HOY


LA FRUSTRADA VOCACIÓN

por Olga Starzak



Mi afición al mundo que encierran los talleres mecánicos comenzó siendo casi un niño. Quizás fue por esa necesidad de entonces de saber de todo un poco y poder ayudar a mi padre a solucionar los problemas de los vehículos que eran sus instrumentos laborales; con pocas herramientas y mucho ingenio. Y él lo tenía, ¡vaya si lo tenía!


A mí me gustaba observarlo metido en la fosa que había construido en el fondo del patio, adentro del galpón. Tanto podía arreglar una dificultad técnica, como acondicionar una cubierta, reparar un tanque de nafta o refaccionar una manguera. Pero también, tal como el artesano que siempre fue y que después, por vocación también yo me convertí, podía tapizar un asiento, coser las cortinas que protegían los vidrios de los autos, pintar una leyenda en la chapa o recubrir con cintas apropiadas el desgastado volante.


Y poco a poco fue delegando en mí esas tareas que me producían no sólo el placer de saberme elegido para reemplazarlo, sino el ensueño de penetrar en ese fascinante universo de olores fuertes y penetrantes.


Un mameluco que alguien me había facilitado, unos guantes que me rehusaba a calzarme y unas zapatillas tan viejas como raídas eran el uniforme impuesto para entrar al improvisado taller. Había que tener en cuenta que luego de esa actividad, realizada más por necesidad que por cualquier otra cuestión, debía hacerme cargo de las ocupaciones que como ayudante de su oficio de mercachifle, estaba obligado a realizar en condiciones óptimas de presentación; con la poca ropa que pendía del ropero, limpia y planchada, con los zapatos lustrados y con las manos y las uñas prolijamente aseadas.


Entrar al barracón era algo así como la retribución a una extensa jornada de trabajo. Era el desafío diario de comprobar mi aptitud para incorporar nuevos conocimientos, hasta el juego en donde el contrincante era una manga averiada que urgía dar con el parche que la devolviera a su función.

Las herramientas que poco a poco íbamos sumando requerían de un lugar para ser encontradas con facilidad y mantenerse en buen estado. Juntos, mi padre y yo, construimos un tablero que adosamos a la pared. Y después sobrevino el banco, como el de los carpinteros. Más tarde seleccionamos decenas de recipientes de vidrio para contener tuercas, clavos, arandelas y tornillos. Y como si fuera hoy recuerdo el día en que estrenamos la prensa reluciente y acerada que un cliente nos regaló.


Fue así como muchos años después de concluir la escuela secundaria y debiendo una materia que no rendí jamás, motivado por las razones que les cuento, ingresé a la recién inaugurada Escuela Industrial que funcionaba en las instalaciones de la Escuela Nacional, en la calle Sarmiento de Trelew. La única especialidad allí era la de radio operador, pero los aspectos académicos de la carrera me acercaban a muchos temas que eran para mí especialmente atractivos.


Con esa capacitación accedí al puesto de maquinista en la Usina Eléctrica y trabajé –siempre que el tiempo me lo permitía- en varios contextos en donde esos saberes eran menester.


Así, el sueño del pibe, era una realidad palpable.


El advenimiento de la obligatoriedad de Servicio Militar me alejó de esos proyectos y cuando concluyó, la urgencia de un puesto seguro y rentable que ayudara a construir mi inminente futuro familiar me llevaron a aceptar un empleo en el Correo, donde cuarenta años después me jubilé.


Fui tentado en varias oportunidades para dedicarme a esa actividad que tanto me gustaba, pero el empeño de mi madre por ver al hijo de oficinista y no entre trapos impregnados de lubricantes y grasas primero, cuando aún era muy joven, y más tarde quien sabe qué decisiones postergadas por inseguridad o falta de coraje, opacaron para siempre esa posibilidad.


Aún entonces y por siempre (hasta hace pocos años) el garaje de mi casa fue testigo silencioso de mi frustrada vocación. En él, con una fosa de cemento y todas las herramientas que puedan imaginar, mis manos –abandonando las lapiceras que sostenía cada día y lo hicieran durante tantísimos años- se entregaban al deleite de complacer mi espíritu.


"La frustrada vocación" es producto de uno de los tantos relatos que mi padre, Eduardo Starzak, me contara a lo largo de su vida. Siempre con profunda emoción y reconocimiento hacia los suyos.
Olga Starzak




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martes, 10 de noviembre de 2009

LA NOTA DE HOY


ÁNIMO

por Olga E. Cuenca











No ha mucho veía llegar el otoño. Tómese esta como una percepción puramente circunstancial, pues depende del lugar donde instale mi ánimo.
Lo miro hoy deslizarse por la manga húmeda, agostada del Chubut, al tiempo que la floración tímida asoma en las primeras copas.El frío, porque, no olvido, es invierno ...vuela bajo.



El sol, apoyado en sus débiles muletas, camina con dificultadentre humaredas y escombros.



A pesar de ello, estas últimas semanas es notoria su diaria recuperación, cada vez más firme envuelve el aire con paseos más largos ...



Por las mañanas, lagañoso aún, lava su cara en cientos, miles de pequeñísimos hoyuelos que penden de las ramas vacías. En cada uno su llegada sabe a fiesta.



Echándose lentamente sobre el suelo, estrella su carcajada sobre lajas de lodo y escarcha. Compiten los gorriones con su trinar, sugiriendo la tibieza de los nidos que no veo pero presumo tan blandos, tan tiernos,que ni la vaporosa neblina logra disimular.



La luna que se muestra como una uña amarillenta de cierto instrumento abandonado por el viento, acompaña las incursiones nocturnas de las primeras bandadas de teros...



La rosa que tantas veces retraté no volverá, pero en el rosal otras habrán para recordarla.
















Decía ayer: Me arrimo al otoño. La realidad es, el otoño va en mí.



Remolinos de cisnes azules me tiñen el alma. Por momentos la pena es diáfana, resignada.



Somos ahora alumnos o maestros -no sabría determinar con certeza el rol, ambos tal vez- de una antiquísima escuela que ya nos reveló sus fórmulas.

Es... ley y se acepta.



Al instante, el ímpetu arrincona las lembranças y acomete el intento de volar con nuevas alas. Salen los ojos a mirar y a mirar-se.



Se vuelven buscadores antojadizos de gestos, de palabras...



La silueta justifica la estación con una leve actitud declinante. El corazón amaga, y la hace un lado. Queda allí, en el mismo sitio: sujeto y libre... Prisionero exclusivo del ánimo.



Siento al ánimo. Mas… No siempre, de tanto en tanto, me enfrento a la desesperación y al desgano. Percibo al ánimo como escudero de los sueños...



Sueños que tuve...que fueron míos...Son... míos.


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