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lunes, 27 de octubre de 2014

LOS POEMAS DE HOY

POEMAS GANADORES DEL EISTEDDFOD DEL CHUBUT 2014





MEDALLA DE PLATA "ASOCIACIÓN SAN DAVID"




Patio de lilas




Patiecito soleado perfumado de lilas,

en el patio del aljibe y a la sombra del parral.

Las madreselvas trepan buscando los jazmines

La hamaca del abuelo se mueve sin cesar.

El perro se entretiene jugando con el gato,

mi hermano en el ciruelo aprisionó un gorrión.

En la cocina a leñas la vieja cocinera

batiendo el chocolate entona una canción.

Hoy es mi cumpleaños, la casa está de fiesta,

alegres cortinados de rojo bermellón,

adornan las ventanas de nuestra galería.

Remolinos de acacias la brisa levantó.

Las sombras se derraman sobre el patio dormido,

se apagaron las luces del viejo caserón,

a lo lejos se escucha el canto de algún grillo…

Un rayito de luna se trepó a mi balcón.


Edith Albaini




CORONA DE PLATA "MUNICIPIO DE TRELEW"




Escribir nuestros nombres



Escribir un poema

en el medio del odio

es como hacer un hijo

a la intemperie

contra todos los aires

de tormenta

contra el triunfo preciso

de ese odio triunfante

Escribir un poema de amores

pájaros en su vuelo

viento de panaderos

es ganar a la muerte

la victoria del día

cotidiano

Escribir un poema

lleno de nombres tibios

que suenen como el pan

Ana, María, Libertad

Que suenen como el agua

Juan o Manuel, Leonardo

Que suenen como los sueños

Ángela, Macarena

Que suenen a Victoria,

Guido querido.

Escribir tras las piedras

con la mano que queda

enjugando la última lágrima

escribir el suspiro

escribir la memoria

escribir la palabra

escribir, todavía, por la sangre del nombre

-por la ausencia del nombre-

como si fuera un parto

como si fuera un pacto

sin silencios.



Viviana Ayilef







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sábado, 25 de octubre de 2014

EL ADIÓS A UNA AMIGA



CARMEN LARRABURU





   Hoy amanecí, debido a una publicación en la red social, con la presunción de que algo terrible podía haberle pasado a Carmen Larraburu. De inmediato busqué, inquieta y movida por el afecto, una información fidedigna. Los medios a nuestro alcance, hoy, nos ofrecen la inmediatez de la información que, a veces nos negamos a creer.

   Carmen nos había dejado... Nos había dejado sin huellas de su partida. Tal vez en un acto tan sublime como realista, ella había previsto que quienes la queríamos, no nos viésemos sumidos en la angustia, la tristeza o la desolación de saberla herida, a punto de abandonar su manto corporal y volar al espacio que ella, ya en su imaginación, ya conocía.

   Nos habíamos contactado a partir de su deseo de mejorar su escritura. Pensaba que yo podía ayudarla en algunos aspectos técnicos. Después de encontrarnos personalmente y quedar ligadas ambas en el respeto y la admiración profunda, comenzamos a intercambiar correos con frecuencia. En cada entrega literaria que Carmen depositaba en mi buzón, me dejaba absorta; enfrascada en el mundo de magia y fantasía que recreaba con absoluta espontaneidad; y me lo entregaba en series, con personajes que tenían tanta vida como la vida que ella misma valoraba. Los colores y las formas que deslizaba a través de sus pinceles, ahora se sumergían entre las letras del teclado de su ordenador. Entonces yo, acostumbrada a la lectura, descubrí que el arte y la sensibilidad, la creación y la ternura, el ingenio y la imaginación (virtudes todas de no tantos) atravesaban el mundo espiritual y la vida misma de esta artista que, hasta entonces, sólo conocía a través de su actividad plástica. 

   Iniciamos así una relación frontal, de compartir nuestras experiencias artísticas pero, especialmente, de conocernos como mujeres, de confiar la una en la otra, de sentirnos identificadas a través de afectos comunes, de compartir proyectos... 

   Cada tanto, a media mañana en mi oficina, me anunciaban la visita de Carmen Larraburu. Y nada más traspasar el corto pasillo, sobrevenía la charla amena, la risa franca, una tarjeta con su última muestra o exposición, aquella que vendría, aquí, en playa, en el interior de la Provincia, o en México. Un regalo de Navidad, Las fotos de su nieta, la que la acompañaría en sus viajes; el recuerdo de sus adoradas hijas, la presencia (siempre) de su compañero. Otros nietos, más amigos, afectos de ayer y de siempre... 

   El mundo del arte se colaba entre las venas de esta mujer que de pronto mostraba su veta más aventurera y de allí se inmiscuía la más conservadora. Que podía hacernos reír con una ocurrencia sorpresiva o dejarnos sobrevolar, al instante, con el fantasma de una realidad cruda. Y sin embargo hacerlo desde la sonrisa y la resignación, desde la actitud inteligente y la experiencia de vida...

   La mujer de ojos grandes y mirada apacible partió tempranamente, dejándonos su legado artístico y su extraordinaria personalidad. Sin embargo -quienes tuvimos el privilegio de conocerla- lucharemos por mantener intacto el recuerdo de su sonrisa, de su voz, y su inexplicable capacidad de hacer de lo más difícil un acto de amor. 

    A su familia y afectos más cercanos, todo nuestro cariño.



Olga Starzak 





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viernes, 24 de octubre de 2014

NOS QUEDA TU RECUERDO...

Carmen Larraburu






Y tu sonrisa franca. Y tus colores. Y tus sueños...

¡Hasta la Eternidad, querida Carmencita!
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miércoles, 22 de octubre de 2014

EL POEMA DE HOY



ANOCHECER


Por Lidia Romero (*)




Ya cantaron las gaviotas su chillante homenaje
a los cielos, la tierra,
a la brisa y al mar...
ahora, en rasantes vuelos se van
hacia sus nidos
cual saetas rayando
con su rápido aleteo;
la cortina incolora
de esta tarde serena que de a poco
"se va"...
Hay barcos que gritaron
sus rojos encendidos
sobre el tálamo azul-francia
que les ofreció el mar...
y la primera estrella, que parece colgada
titila ante la noche inexorable
y esperada,
que comienza a llegar...




(*) De su poemario "Como las mutisias" - Ed.  Subsecretaría de Cultura, Municip. de Pto. Madryn, Feb. 2011.

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jueves, 16 de octubre de 2014

EL POEMA DE HOY




OTOÑO
Por Irma Hughes de Jones (*)





Adiós a mi mañana y a los días
que regalaban desmedidas horas;
otros, lentos, vinieron a mi encuentro
alargando las sombras del camino.

El dadivoso paso de los años
no pareciera acorde con mis sueños,
pero hubo veces —lo sabemos todos—
en que ofrendas quedaron en mis manos.

Atardece. Yo miro hacia el poniente,
hacia un sol que se inclina ante mis ojos.
No sabré, sin embargo, de mayores

bendiciones que aquellas ya probadas.
Vendrá la paz de los intentos altos
y una canción que apague mis nostalgias.




(*) Considerada la poeta mayor del valle del Chubut (1918-2003). Escritora, periodista y traductora, conquistó el sillón bárdico en siete ocasiones. Este soneto fue traducido al castellano por Virgilio Zampini.
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