google5b980c9aeebc919d.html
viernes, 1 de enero de 2016
lunes, 28 de diciembre de 2015
EL POEMA DE HOY
HE NACIDO EN EL SUR
Por
María Julia Alemán de
Brand (*)
He nacido en el sur. En
esta tierra
de campos infinitos… Y
de un cielo…
En el día, los pájaros
en vuelo,
Las estrellas cuando la
noche cierra.
El que ha nacido aquí,
tenaz se aferra
con todo su trabajo y
su desvelo
al nativo solar: este
es su suelo
y en él, es otra raíz
que se sotierra.
A esta tierra de alerce
y de jarilla
con montañas y mar por
atavío
con perfumes de menta y
de frutilla
yo la llevo tan hondo
dentro mío
como llevan los frutos
su semilla
o una rosa, la gota de
rocío.
(*) Poeta chubutense. Este poema
fue tomado de su libro “De mi tierra paisana” (Subsecretaría de Cultura y
Educación, Esquel, 2008).
miércoles, 23 de diciembre de 2015
EL MICRORRELATO DE HOY
LA PIEDRA
Por Carlos Dante Ferrari
Estuvo en
ese paraje desde el comienzo de los siglos. Formaba parte de una roca inmensa en
la montaña. Luego vino aquel cataclismo provocado por la caída de un cuerpo
celeste que sacudió la tierra, abriendo un foso de casi dos kilómetros de
diámetro. La roca se dispersó en miles de fragmentos que rodaron por las
laderas hasta la cuenca del nuevo valle.
Muchos
milenios transcurrieron desde entonces. Un río cruzaba ahora el collado y las
piedras se pulían lentamente, arrastradas por su lecho. Eran días de guerra.
Cierta mañana un joven la escogió en la orilla, junto a otras cuatro piedras
lisas, para enfrentar al gigante. Cuando se halló frente a él, la extrajo de la
bolsa para colocarla en la honda, apuntó y la lanzó con toda su fuerza. El
proyectil hendió la frente del energúmeno causándole la muerte.
La
piedra justiciera rodó por el suelo y allí permanece aún, oculta en las
pasturas. Está intacta. Sólo la sangre de Goliat ya se ha desvanecido, lavada por
las lluvias y el tiempo.
jueves, 17 de diciembre de 2015
LA NOTA DE HOY
COMENTARIO DE DOS LIBROS RECIENTEMENTE PUBLICADOS
“EL CHAMAN Y LA LLUVIA – LE CHAMAN ET LE PLUIE”
Y “LOS DUEÑOS DEL FUEGO” DE HUGO COVARO (*)
Sin dudas, las dos obras de Hugo Covaro
que aquí se presentan merecerían ser objeto de sendos comentarios individuales.
Debido a la riqueza literaria que ofrecen, cada una de ellas amerita un
análisis amplio de sus contenidos. Pero agruparlas en este único artículo
permite cumplir un importante propósito: resaltar la figura del autor que, en
forma prolífica y constante, consolida su posición como uno de los principales
escritores patagónicos.
“El chamán y la lluvia – Le chamán et la
pluie”, es un libro del año 1996, entregado ahora en una remozada versión
bilingüe francés–castellano. Además de posibilitar el reencuentro con un
clásico de las letras regionales, por cuanto contiene el texto completo en
español para beneplácito de los lectores nativos; revela una nueva tendencia de
los literatos sureños, mencionada hace poco en este blog. Así como deben
recurrir a la edición propia para ser conocidos en los ámbitos regional y
nacional; apelan ahora a la traducción, a fin de trascender, por su propio
esfuerzo, las fronteras del país.
La historia de Payul el mago, habitante de
una imaginaria pero reconocible comarca en la cordillera patagónica, a quien su
abuela Laifil transmitió desde niño los inmemoriales conocimientos chamánicos,
fue pasada a la lengua de Moliere por Jean Claude Parat. Como muestra de la
calidad del trabajo realizado, se reproduce un párrafo en ambas versiones:
“Arriba, del otro lado de la cordillera,
luego de cruzar el costado sur del Pillanhue y reconocerse en el espejo
esmeralda de sus aguas, le aguardará la caverna y su abrigo de minerales
antiguos y los mensajes que el fuego le develará en luz cuando la fogata abra
su cerrado párpado de cenizas”, reza el original; que, transliterado, dice:
“La-haut, de l´autre coté de la cordillere, apres avoir traversé le flanc sud
du Pillanhue et s´etre reconnu dans le miroir émeraude de ses eaux, l´attendra
la caverne avec son vieux manteau minéral et les messages que le feu lui
révélera dans la lumiere quand le foyer ouvre ses paupieres de cendres” (**).
Este pasaje, que menciona la faz positiva
del fuego como emisario de los mensajes órficos para Payul, contrapuesta con su
rostro destructivo que acabó con la vida de Lanfil, incinerada en una pira bajo
la acusación de brujería; permite pasar al comentario del otro libro. “Los
dueños del fuego”, la más reciente creación de Covaro, enseña una vez más como
el comodorense sabe captar la esencia de la Patagonia; aptitud de la cual dio
sobradas muestras en sus anteriores obras. Según señala el mismo autor, “los dueños
del fuego” no son los poseedores de la ambivalente llama ígnea; sino los dueños
del fuego interior que llevan los artistas.
Su protagonista, Ramón Martínez, personaje
también de “Con los ojos del puma”, una anterior narración, emprende un viaje
en pos de sus orígenes. La primera parte de su periplo lo encuentra
peregrinando en su intento de reconstruir la figura de un padre que no conoció.
La imagen de la madre muerta al darlo a luz, quedó de alguna manera impresa en
su espíritu; como la sombra borrosa sobre la placa de vidrio de un viejo
daguerrotipo. A su vez, la silueta de su abuela, que lo cuidó e inició al
mundo, completa la figura materna; como si se confundiesen ambas mujeres en una
sola. Pero el recuerdo de su progenitor se esfumó en el tiempo.
Su derrotero lo lleva a obtener pistas
que, al parecer, permiten completar sus memorias; y lo deposita delante de otro
nómade, el catalán ciego que busca a un fantasmal amigo. Por esa camaradería de
los desterrados, Ramón promete auxiliar al invidente y se embarca en una
búsqueda que, de a poco, se muestra sin sentido; hasta que se interrumpe con un
final súbito, en el que las dos vidas se volatilizan en la obscuridad:
“La última vez que el ciego imaginó la
presencia de su compañero, una luz dorada parecía armar el contorno de un
hombre al que le faltaban las manos, los pies y la cabeza… Más allá de la
oscuridad del ciego, venía la verdadera tiniebla. La natural sustitución de una
noche por otra.”
Sin embargo, las pesquisas son en realidad
excusas para que Ramón y el ciego guíen al lector a lo largo de la historia y
la geografía de la Patagonia, lo adentren en algunos de sus misterios y sus
mitos, le muestren su cultura y sus tradiciones. Pero también es un subterfugio
para llevar a quien lee sus páginas repletas de poesía, a compartir conceptos
universales sobre las grandes cuestiones de la filosofía vistas a través de los
ojos de los habitantes de esta tierra brava y lejana; que no por ello difieren
del resto de la raza humana que mora, con sus mismos anhelos y sus mismos
temores, en todos los rincones del orbe.
Porque si hay algo que logra Covaro con
estas dos obras, es mostrar su calidad de escritor consumado. Partiendo de una
profunda asimilación de lo cotidiano, de lo regional, universaliza sus pensamientos
y sentimientos. Y, como una suerte de voluntaria contrastación de su aserto, lo
pone a disposición de los lectores de otras latitudes, para quienes las
palabras del autor tendrán tanto sentido como para el patagónico amante de la
lectura. Porque ese es un milagro de la Literatura al que Covaro accedió hace
tiempo: describir lo próximo para explicar lo lejano.
J.E.L.V.
(*) “El chamán y la lluvia – Le
chamán et la pluie”. Covaro, Hugo. La Duendes, Comodoro Rivadavia, 2015. “Los
dueños del Fuego”. Covaro, Hugo. Editorial Universitaria de La Plata, La Plata,
2014.
(**) Nota: por
dificultades en la edición, no se respetaron los acentos grave y circunflejo.
lunes, 14 de diciembre de 2015
EL POEMA DE HOY
RAWSON: SI ME VOY DIGO
A Virgilio Zampini
Por Anita Aracena (*)
Rawson: pueblo de algas marinas,
del silencio más silencio.
Tú sabes que vine de lejos
de una ciudad que guarda mi infancia.
Donde los hombres hablan de torres y petróleo
y en las calles trepadas a los cerros,
los niños encienden fuegos en invierno.
Un día, hace mucho empecé a olvidar
las mesetas desoladas, las ventanas al viento.
(Ahora es tiempo de partir nuevamente)
Rawson: voy a abandonar tus calles limpias,
tu gente sentada en los días de verano,
pronta a los recuerdos.
El chico del diario que viene a la mañana,
comiendo una manzana.
pateando las piedras, recorriendo con aire de dueño
las casas que recién despiertan.
Sé que no voy a escuchar más las claras campanas
de tu iglesia.
Estaré lejos de los atardeceres,
cuando los pescadores tienden sus redes.
y las canciones se esparcen
entre el sol y los rosados camarones.
Cuando ya esté lejos y me cueste aprender a vivir
recordaré tus calles y estarás cerca.
Me bastará extender la mano
y como en sueños me veré nuevamente
perderme en tus tardes.
(*) Escritora de Comodoro Rivadavia. Poema tomado de su obra “Cómo son de azules las palabras” ( G Pro Cultura, Comodoro Rivadavia, 1986).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)