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jueves, 14 de mayo de 2009

LA NOTA DE HOY

Foto antigua de la ciudad de Bahía Blanca




LA PUERTA DE LA PATAGONIA

Por Jorge E. VIVES





Bahía Blanca es una ciudad de encuentros: en su policroma fisonomía el mar se encuentra con el campo y la Pampa con la Patagonia. Esta encrucijada ofrece un rico repertorio de paisajes y personajes; y genera un ambiente propicio para las manifestaciones del espíritu humano. Sin dudas, “la puerta de la Patagonia” es un foco cultural que brilla con luz propia en el sur argentino. Su renombrada orquesta sinfónica, los numerosas artistas plásticos que exponen en las salas locales y una profusión de talentosos escritores remarcan este acierto.

Tal es el caso de Guillermo Martínez, el conocido autor de “Acerca de Roderer” y “Crímenes imperceptibles”, quien nació y vivió hasta completar su carrera universitaria en esta ciudad.

Pero la actualidad cultural bahiense cuenta con muchos otros literatos; como, por ejemplo, Julia Marta Rossignol de Girón (cuyas “Crónicas de Bahía Blanca” revelan interesantes aspectos de la urbe), César Puliafitto (quien escribió “La legión italiana”, documentada narración sobre un episodio del pasado local) y Fernando Jorge Goyanarte (un ensayista que plasma en “S.O.S. Humanos” una positiva visión de la vida; y que es además pariente delcélebre escritor Juan Goyanarte, creador de “Lago Argentino”, un hito de la novelística patagónica).

Su desarrollo cultural no es privativo del presente; desde fines del siglo XIX la ciudad ha sido un referente de las letras nacionales. Para Eduardo Mallea fue punto de partida: allí nació, en 1903; y allí pasó su infancia. Varias veces rememora en sus obras su tierra natal; especialmente en “Todo verdor perecerá”, “Chaves” e “Historia de una pasión argentina”.

Para Roberto Payró, en tanto, constituyó un lugar de aprendizaje. En 1889 funda en la ciudad el periódico “La Tribuna”, en el que publica sus primeros artículos periodísticos; hasta que deja Bahía y se radica en Buenos Aires como redactor del diario La Nación. Y finalmente para Ezequiel Martínez Estrada fue final de viaje. Luego de pasar su infancia en Goyena, comienza su carrera literaria en Buenos Aires. Sin embargo, en 1949 vuelve al sur y se radica en Bahía Blanca. Después de una serie de actividades que lo llevan a permanecer varios años en el exterior, en 1962 retorna a Bahía, donde escribe sus últimas obras; entre ellas, “Realidad y fantasía en Balzac”. Muere allí en 1964.

Del doble cruzamiento “mar – campo”, “Pampa – Patagonia”, este último le da su calidad de interfaz entre las regiones pampeana y patagónica. La referencia en los límites de los antiguos mapas, “más allá monstruos”, puede ser reemplazada aquí por un “más allá Patagonia”. Tal situación provoca el permanente interés de sus habitantes por la zona austral, que se traslada a la literatura. De los muchos escritores que incursionaron en la temática patagónica se mencionará sólo a dos, llegados a las letras por caminos disímiles y heterodoxos: uno es un pintor excepcional, el otro un bibliotecólogo renombrado; los une su interés por la Patagonia.

El ingeniero Domingo Pronsato es reconocido por su actuación profesional como ingeniero y topógrafo, pero también por sus dotes de artista plástico: se lo considera uno de los mejores intérpretes del paisaje de la llanura bonaerense y de los lagos sureños. De estirpe bahiense (sus abuelos arribaron con la Legión Agrícola Militar, rememorada por Puliafitto), fue alumno de Anitta Bettini, esposa de Payró. Luego de estudiar en Buenos Aires y en el extranjero, hacia 1911 vuelve a radicarse en Bahía Blanca, donde muere en 1971. Es autor de varios libros, siendo su obra más importante "Patagonia, proa del mundo"; espejo de su amor por la región, de su conocimiento de los recursos que poseía y de las esperanzas de progreso que depositaba en ella.

Por su parte el profesor Nicolás Matijevic fue en los años 70 director de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional del Sur y de su Centro de Documentación Bibliotecológica. En reconocimiento a su valiosa labor, la biblioteca recibió en el año 2004 su nombre. Fruto de su paciente trabajo investigativo surgieron una serie de títulos de indudable mérito para el estudioso patagónico; entre ellos “Bibliografía sobre la conquista del desierto”, “Bibliografía sobre el Canal de Beagle”, “Guía de las bibliotecas patagónicas”, “Bibliografía de Bahía Blanca” y “Bibliografía patagónica y de las tierras australes”; esta última su obra máxima de 15.000 referencias bibliográficas, escrita en colaboración con Olga Hecimovic de Matijevic.

Pampeana y patagónica, costera y de tierra adentro, Bahía Blanca es una ciudad de tensiones inspiradoras cuyas múltiples dimensiones, lejos de provocar conflictos de identidad, favorecen la invención cultural y artística; y en especial, como muestra este artículo, la creación literaria.


Nota: el autor de este artículo quiere agradecer al escritor Fernando Goyanarte y a su esposa Teresa la hospitalidad brindada y los momentos de fructífera conversación compartidos.






2 comentarios:

Carlos Dante Ferrari dijo...

Jorge, cada vez que leo una de tus notas aprendo un montón de cosas interesantes. Acerca del ingeniero Pronsato, por ejemplo -de tan reconocida trayectoria entre nosotros- ignoraba por completo sus talentos artísticos. ¡Muchas gracias por tu investigación! Abrazo

Jorge Robert dijo...

Hola hola: Jorge: Acá me tienes otra vez. Apareció el sátiro del "comentario" He leido paso a paso y tratado de introducirme en el preclaro virtuosismo de la gente que nombraste y claro, de esa puerta del Sol madrileña que un día conocí,paso a la puerta de la Patagonia que encuentro en tu artículo. Intentaría la forma de que esa "puerta" permaneciera abierta y como en el campo, la hacienda se esparciera rumiando su cultura hacia estos lugares de la Patagonia sur, que falta nos hace.Ante el imposible, empezaría por la otra punta. Hombres que llegaron con el único fin de trabajar en el oficio que traían. Mi tio Bernardo, por ejemplo llegó de Bahia Blanca a Camarones con una llave y un destonillador, era mecánico de autos, tiempos del Ford T. entró por esa puerta a la Patagonia que descubres en tu escrito, y al poco tiempo pudo aplicar su humilde saber, preparó 2automóviles especiales para transitar en la nieve muy alta, así fué que con ayuda de vecinos encontro el avión siniestrado LATE 28 que hacía el correo entre Trelew y Comodoro caido en temporal de viento y nieve en un invierno muy cruel de 1936 en el que murieron el piloto y el copiloto, Próspero Palazo y Cesar Brugo. Al poco tiempo, Bernardo Trebúcq, volvió muy enfermo a pasar la misma puerta hacia el norte y en Bahia Blanca, murió. Un abrazo de Jorge.