LA LITERATURA DE
MONTAÑA EN LA PATAGONIA
Por Jorge Eduardo Lenard Vives
La
Patagonia ofrece tres paisajes bien diferenciados y extremos, cuya riqueza
geográfica origina distintas variantes literarias. Porque existe una Literatura
de los mares australes, otra de la meseta y una tercera propia de la
cordillera.
Aunque
hay dos cordilleras. O dos montañas, para ser más preciso. Una, la de
piedemonte, se despliega en los valles y las laderas de los cerros, donde los
bosques de cipreses y lengas, los matorrales de ñires o la impenetrable selva
valdiviana, ofrecen material para construir refugio y alimentar el fuego; y
atempera un poco la rigurosidad de las condiciones climáticas. Es una zona que
permite al ser humano arraigarse y medrar; apacentar el ganado y cultivar
algunas mieses. No rechaza la vida; la preserva. Los pájaros llenan la fronda y
las abras; los peces, los lagos, ríos y arroyos; el jabalí, el huemul, el
ciervo, el puma, el pudu pudu, los montes. Forman parte del paisaje el catango
y los bueyes, las cabañas de madera, los corrales de palo agrisados por el
tiempo y los cobertizos de cantonera.
De esta serranía, apacible y sugerente
de consejas susurradas en la umbría foresta y de misterios lacustres, nos
hablan las obras de Luis Roux y Ana María Manceda en Neuquén, de Marta Perotto
y Jorge Sánchez en Río Negro, de Eluned Morgan en Chubut, de Andreas Madsen en
Santa Cruz; y las de varios autores más, provenientes de las cinco provincias
que comparten los Andes australes.
Pero hay otra montaña, implacable y
magnífica, que alza sus dominios de granito y nieve sobre el marco verde
obscuro de las arboledas. Es esa roca bravía, en la que se pasa en forma súbita
de la calma chicha al inusitado temporal y donde la vida es un privilegio que
debe ser conservada momento a momento; dominio de aquellos a quienes, en su
clásico de los libros de montañismo, Lionel Terray llamó “Los conquistadores de
lo inútil”. De lo inútil, sí, porque es una tierra vertical, huera y baldía;
pero también conquistadores de una belleza sublime. Y, sobre todo,
conquistadores de sí mismos; pues para alcanzar esas alturas se requiere un
conocimiento profundo de la propia persona y un autodominio privativo de los
espíritus fuertes y templados.
Pionero del andinismo sureño, y de sus
creaciones literarias, fue el sacerdote Alberto María De Agostini. Con muchas primeras
cumbres en su haber, el salesiano escribió entre 1923 y 1958 una numerosa
bibliografía sobre sus expediciones; que incluye títulos como “Andes
Patagónicos”, “El Cerro Lanín y sus alrededores”, “Esfinges de Hielo”,
“Ascensión al San Lorenzo" y “Mi primera expedición al interior de la
cordillera patagónica meridional”.
Otros clásicos de las letras de la
comarca son “El asalto al Fitz Roy”, de Louis Depasse, acerca de la primera
ascensión al cerro realizada por la cordada francesa de Guido Magnone y Lionnel
Terray en 1952; “Horizontes verticales en la Patagonia”, de José Luis Fonrouge,
en que el gran escalador habla de sus múltiples campañas; y “La Patagonia
Blanca”, donde Germán Sopeña relata un viaje al Campo de Hielo Sur, ornado con
detalles de interés geográfico e histórico.
Más textos ambientados en las grandes
elevaciones australes, son “El gigante helado”, que narra la primera tentativa
invernal al monte Fitz Roy realizada por un grupo de montañistas argentinos en
1962; y “Primera expedición invernal a los Hielos Patagónicos”, sobre la
incursión al Campo de Hielo Sur organizada por el Club Andino Bariloche en
1961. Ambos volúmenes son de Bartolomé Olivieri. También “Patagonia Vertical”,
de Rolando Garibotti y Dörte Pietron, donde se vuelcan 20 años de experiencias
en los picos de los cordones Fitz Roy y Torre; “Otto Meiling, un pionero de
Bariloche”, de Vojko Arko, en recuerdo de uno de los fundadores del esquí y el
andinismo nacional; “Patagonia. Tierra de gigantes”, de César Pérez de Tudela, que
describe la expedición española al monte Sarmiento de 1976; y “Cita en la
Cumbre”, de Sebastián Letemendía, que refleja su anhelado ascenso al Fitz Roy.
Para mayor abundamiento, es factible
agregar los anuarios especiales del Club Andino Esquel con motivo de su
cincuentenario en 2002 y los del Club Andino Bariloche por sus cincuenta años
en 1981 y ochenta años en 2011, que reúnen anécdotas, relatos y otros escritos
relacionados con el tema; así como las numerosas “guías de escalada” y diversos
trabajos de contenido técnico. Por su importancia, no puede dejar de citarse el
“Diccionario Incompleto de Montaña”, de José Herminio Hernández; que reúne
palabras y expresiones andinísticas, nombres de cimas, tecnicismos y vocablos
en lenguas originarias.
Todos estos libros son del género
didáctico; poca narrativa de ficción existe al respecto en la región. Uno de
los pocos ejemplos es “Tinieblas impenetrables”, cuento de Olga Starzak que
aprovecha las múltiples situaciones que presenta el montañismo para desarrollar
un argumento conmovedor. Eduardo Gudiño Kieffer planteó otra invención que
ocurre en la Alta Montaña; la novela “Magia Blanca”. Pero no transcurre en la
Patagonia sino en Las Leñas, Mendoza; y el tema no es la escalada sino el
esquí, actividad sobre la cual tampoco se ha escrito mucho.
Los Andes Australes se extienden desde el
Domuyo, techo de la Patagonia, hasta el Oliva, vigía de la Bahía de Ushuaia;
pasando por el cónico Lanín, el Catedral y sus agujas, el Tronador con sus
ventisqueros, el Piltriquitrón de nombre sonoro, el gorro blanco del Cocinero,
el aislado San Lorenzo y la serenidad desafíante del Fitz Roy, la Aguja
Poincenot y el Torre. Con los bosques en sus faldas y los lagos a sus pies,
conforman un escenario magnífico y pleno de mística que, al reunirse con la
Literatura, da lugar a valiosas creaciones artísticas que combinan la filosofía
con la poesía.
2 comentarios:
Como docente,también como lectora consecuente e interesada en los temas que se tratan en Literasur y otros sitios,sobre esta querida Patagonia que habitamos, hago llegar mi opinión. Me parece muy acertado y didáctico el trabajo de Jorge Eduardo Lenard Vives, que tituló "La Literatura de Montaña en la Patagonia".El talento del escritor, destaca y renueva conocimientos que deberían ser trabajados en las escuelas secundarias y terciarias.
Hoy, como tantas veces llegan mis felicitaciones en este soberbio trabajo y por la importante tarea que realizan. Excelente Literasur, felicitaciones para todo el equipo.Saludos de Negrita (la de Sierra Grande)
Recorriendo las letras de esta nota y otras que citan a la hermosa Patagonia austral más que interesantes,es el aporte de conocimientos del autor motivo de orgullo es para mí conocer a quien lleva tan alto el amor a su terruño. No cabe duda que estos conocimientos volcados aquí servirán para las futuras generaciones de lectores que se enamoren de este pedazo de nuestra Argentina, relegada por los que deberían ilustrarnos sobre las maravillosas bellezas de nuestro "Sur".Un abrazo sincero querido amigo Eduardo.
Victoria Asís
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