DOS CLAVES HERMÉTICAS
EN LA POESÍA
DE RUBÉN DARÍO
Por Jorge Castañeda (*)
A pesar del paso
del tiempo varios poemas del gran poeta nicaragüense Rubén Darío han perdurado
en el tiempo.
La crítica
especializada ha abordado en demasía varios aspectos de su obra literaria y ya
casi está todo dicho sobre la vida y la trayectoria del padre del modernismo.
Algunos han
escrito con notable acierto sobre los aspectos sociales en la poética del autor
de Azul, que se desprende de un puñado de poemas donde se destaca, verbigracia,
“La gran cosmópolis” y su imprecación “A Roosevelt”.
Otros han
destacado la sinceridad de los poemas escritos hacia el final de su vida donde
el poeta ahíto de desengaños se aferra a los verdaderos afectos como en el
desgarrador poema a “Francisca Sánchez” y la búsqueda de su luz interior en
“Melancolía”. Un Darío filosófico y pesimista también se adivina en las
estrofas de “Lo fatal”, donde hasta es “dichosa la piedra dura porque esa ya no
siente” y el vate reconoce que “no hay mayor dolor que el de una vida
consciente”.
Tampoco es la
intención de redundar en este breve escolio sobre los más conocidos y
perdurables poemas del gran nicaragüense como la “Canción de otoño en primavera”,
los “Motivos del lobo”, la “Sonatina” o las estrofas liminares de “Cantos de
vida y esperanza” porque no solamente están en todas las antologías literarias
sino que ya han sido incorporadas al legado cultural de los hispanoamericanos.
Hay también
quienes advierten en Darío la innovación de las formas métricas, la renovación
total de la poética del siglo pasado y en especial la musicalidad y la armonía tan característica que fue como un
sello propio y distintivo de la poesía rubendariana.
Mi intención es
abordar un aspecto casi desconocido como sería el conocimiento y la influencia
en Rubén Darío de lo que podríamos llamar algunas claves herméticas o
esotéricas, tan presentes en los poetas simbolistas cuya obra seguro conocía y
que luego florecerían en los artistas surrealistas.
El tema oriental
de la transmigración de las almas, o sea de las sucesivas reencarnaciones está
presente en el poema “Metempsicosis” que vale la pena reproducir completo:
Yo fui
un soldado que durmió en el lecho
De
Cleopatra la reina. Su blancura
Y su
mirada astral y omnipotente.
Eso fue
todo.
¡Oh,
mirada! ¡oh, blancura y oh, aquel lecho
En que
estaba radiante la blancura!
¡Oh, la
rosa marmórea omnipotente!
Eso fue
todo.
Y
crujió su espinazo por mi brazo;
Y yo,
liberto, hice olvidar a Antonio
(¡Oh,
el lecho y la mirada y la blancura!)
Eso fue
todo.
Yo,
Rufo Galo, fui soldado, y sangre
Tuve de
Galia, y la imperial becerra
Me dio
un minuto audaz de su capricho.
Eso fue
todo.
¿Por
qué en aquel espasmo las tenazas
De mis
dedos de bronce no apretaron
El
cuello de la blanca reina en broma?
Eso fue
todo.
Yo fui
llevado a Egipto. La cadena
Tuve al
pescuezo. Fui comido un día
Por los
perros. Mi nombre: Rufo Galo.
Eso fue
todo.
¿Es Metempsicosis
un simple poema o en sus versos declara el poeta recuerdos de sus vidas
anteriores? ¿Fue Rubén Darío alguna vez Rufo Galo?
Otro poema
altamente llamativo del genio de las letras españolas que denota un
conocimiento acabado de algunos temas velados es el poema a “Parsifal” donde alude
a las leyendas artúricas y al derrotero del Santo Graal.
Violines
de los ángeles divinos,
Sones
de las sagradas catedrales,
Incensario
en que arden nuestros males,
Sacrificio
inmortal de ostras y vinos;
Túnica
de los más cándidos linos,
Para
cubrir a niños virginales,
Cáliz
de oro, mágicos cristales,
Coros
llenos de rezos y de trinos;
Bandera
del cordero, azul y blanca,
Tallo
de amor de donde el lino arranca,
Rosa
sacra y sin par del Santo Graal:
¡Mirad
que pasa el rubio caballero
Mirad
que pasa, silencioso y fiero,
El loco
luminoso: Parsifal.
Seguramente
quedan otras claves en el tintero usadas por Rubén Darío en su poética para un
estudio posterior. No podía ser de otra
forma porque su mirada abarcó casi toda la ciencia y el conocimiento de su tiempo.
A pesar de los años aún el poeta nicaragüense mantiene su vigencia y sus versos
gozan de buena salud.
(*)
Escritor de Valcheta.
1 comentario:
hay mucha intensidad en tu blog que recién descubro
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