EL CAMINO Y SUS DOS
EXTREMOS
Por Miguel Oyarzábal (*)
A la memoria de Raquel Poyo de Carrasco
Miro
como juzgás la vida
desde
tus ochenta años
como
tomás nota de la historia
esa
que nunca habrá de figurar en los libros
aquella
que comenzamos a escribir
en
un pueblo simple
y
su escuela de madera.
Miro,
escucho como hablás de tu niñez
moldeada
con arcilla inmigrante
y
el rigor de los años ásperos
que
te dieron el porte,
la
raíz y el ramaje.
Miro
el tiempo desde mis cincuenta y cinco.
Por
un rato
cuya
mensura será inolvidable
quedo
colgado
con
la bandera trepada al mástil
en
el pizarrón viejo de palabras
el
poliladrón y las primeras oraciones
unido
a las noches
las
partidas
y
el entrañable viento del sur
tan
obstinado como la selva.
Miro
como me enseñás nuevamente
que
a los hombres,
a
semejanza de Dios
hay
que darles una segunda oportunidad.
Ahora
me hallo en un banco de plaza
sin
respaldo
sin
apoyabrazos
así
como estamos frente a la eternidad.
A
través de tus ojos
que
completan a los míos
igual
que en la infancia
miro
jugar a los chicos
y
siento que la vida
es
una página
que
nunca estará en los libros
sin
embargo
aún
se continúa escribiendo.
(*) Escritor
chubutense. Este poema fue tomado de su libro “Por lo que tengo” (Ediciones “El
Mono Armado”, Buenos Aires, 2011).
No hay comentarios:
Publicar un comentario