EL ESCRITOR EDUARDO TALERO
Y OTRA REFERENCIA DE BORGES
A LA LITERATURA PATAGÓNICA
Por Jorge Eduardo Lenard
Vives
En un artículo escrito del periodista neuquino
Pablo Montanaro (1), se cita uno de esos poco conocidos episodios que forman
parte de la historia de la Literatura Patagónica. El reportero menciona que
Jorge Luis Borges, en su volumen “Inquisiciones” de 1925, al referirse al libro
“Andamios Interiores” del escritor vanguardista mexicano Manuel Maples Arce,
cita una obra que considera su predecesora. Dice Borges: “Andamios Interiores
resaltará como vivísima muestra del nuevo modo de escribir; estilo cuyo comenzador
en América fue el colombiano Eduardo Talero, con su esforzada Voz del
desierto”.
Es
cierto que Eduardo Talero era, por nacimiento, colombiano; pero no es menos
cierto que en 1902 se nacionalizó argentino y que “La voz del desierto”, texto
editado en 1907 por la Sociedad de Escritores de Buenos Aires, recopila los
textos que escribió y publicó los cuatro años anteriores en el Neuquén, donde
se desempeñara como Secretario de la Gobernación del Territorio.
El
sino que lo había arrojado a estas tierras australes es digno de una novela
decimonónica de aventuras. Nació el 11 de noviembre de 1874 en Bogotá. Luego de
recibirse de abogado, su infausto comienza en 1895; cuando fue encarcelado por
conspirar contra el gobierno de Miguel Antonio Caro. Este mandatario suplía a
Rafael Núñez, quien debido a una dolencia había renunciado a su cargo.
Pero
resulta que el anterior gobernante era hermano de Betsabé Núñez de Talero,
madre de Eduardo. Enterada de que su retoño estaba prisionero y sería fusilado,
pidió clemencia a su pariente. A pesar de las diferencias políticas, primó la
relación de sangre. Betsabé obtuvo el perdón y logró salvar la vida de su hijo;
aunque no pudo evitar su destierro.
Su
derrotero de proscrito pasó por Venezuela, Costa Rica, Nicaragua y Estados
Unidos. Viajó luego a Europa; desde donde regresaría a Lima y después a
Valparaíso; sitio en el que conoce a su esposa Ruth Reed. Finalmente recala, en
1898, en Buenos Aires. Desde allí es enviado por el presidente Julio Argentino
Roca, en el año 1903, al Neuquén; como segundo del gobernador Carlos Bouquet
Roldán. Congeniaron ambos; y como hombres de pensamiento y acción que eran, en
1904 trasladaron con éxito la capital del territorio desde Chos Malal hasta La
Confluencia, su actual emplazamiento.
Durante
varios años, Talero vivió con su esposa y su hijo Eduardo en el Fundo “La
Zagala”, próximo a la ciudad de Neuquén. Corona el casco de la quinta una
característica torre; que aún hoy se alza como un monumento al recuerdo del
literato. Al tiempo, su enfermedad pulmonar lo llevó a radicarse con la familia
en la localidad bonaerense de San Martín. Murió el 22 de septiembre de 1920.
En
sus obligados viajes por varias partes del mundo había conocido autores como
José Martí, Rubén Darío, Amado Nervo, Enrique Gómez Carrillo, Jorge Isaacs,
Antonio Plaza, Juan de Dios Restrepo, Enrique Gómez Carrillo; y, en la
Argentina, a Ricardo Rojas, Roberto Payró y Carlos Guido Spano. A esos nombres
del parnaso debe agregarse, sin dudas, el de Talero; con sus creaciones “Ecos de
Ausencia”, “Cascadas y remansos”, “Troquel de fuego”, “Por la cultura”, “Culto
al árbol” y, en especial, la que Borges rescata.
“Voz
del desierto” reúne un Prefacio y diecinueve relatos que hablan del agua y el
oro, de colonos y chenques, de leyendas e historias, del viento y la tierra
virgen que cedió lugar a una urbe. En el introito, Talero afirma: “Este libro
ha tenido un móvil sano y entusiasta: sano porque es el resultado de un
desborde de salud perdida en las ciudades y recuperada en el clima patagónico;
y entusiasta porque lo inspiró una de esas alegrías que surgen de la tristeza
ahondada por el pensamiento solitario, como brota en la aridez el chorro de
aguas vivas bajo el taladro perforante”.
Un
ejemplo de la prosa que entusiasmó a Borges puede tomarse del capítulo “El
capitolio del viento”: “El viento abre de improviso todas las guaridas de sus
fieras y las mansiones de sus hadas… Yo he sentido salir de sus sótanos las
baterías de las borrascas, arrastradas por potros devorados por la fiebre de locomoción
abrazadora… Otras veces uno levanta al cielo la mirada, por ver si distingue el
bergantín descomunal que bogase sin gobierno hacia el abismo, azotando el
velamen con crujidora reverberación de inmensa llamarada flagelante. O los
alaridos son tales, que no se sorprendería ver cruzar en el horizonte un carro
apocalíptico, llevado por una cuadriga de leones uncidos con arneses de hierro
al rojo vivo.”
Además
de Borges, otras plumas opinaron sobre su escritura. Gregorio Álvarez lo llama
“Peregrino del ideal, Señor de la ensoñación y también poeta a lo Walt
Whitman”. En tanto Irma Luna, al hablar de “Voz del Desierto”, manifiesta: “Lo
paisajístico es para el autor un reflejo romántico del ser del hombre. Está
animado por un hálito unitivo que manifiesta en una Creación planeada, bella y
buena. De allí al Creador hay un paso. El mundo arcádico de los pastores
neuquinos le sugiere imágenes bíblicas reiteradas”.
Pero
el más profundo homenaje lo hace su nieta, Martha Ruth Talero de Passano, en su
emotivo “La Torre Talero”. A sus recuerdos personales une la biografía de su
ilustre abuelo; a la que añade algunos de sus trabajos menos conocidos. Dice de
su propósito: “Quisiera reflejar en estas páginas con que acompaño la
publicación de trabajos y poesías inéditas de mi abuelo el doctor Eduardo
Talero Núñez, y compartir también parte de la correspondencia recibida por él,
con halagos, críticas y homenajes, que nos permitan valorar la exaltación y el
romanticismo de esos hombres y mujeres que pugnaban por construir de la nada
este vergel en el que se ha convertido hoy Neuquén”.
Se
encuentran entre sus hojas los poemas “Mi torre”, publicado el 7 de noviembre
de 1916 por el diario “La Nación”; y “Febricitante”, editado por la revista
“Caras y Caretas” el 2 de octubre de 1920. De éste último, fruto de sus
postreros momentos, se toman unos versos que servirán como adecuado cierre de
esta nota y epitafio certero para el bardo:
“Si el milímetro sube / dos milímetros más, /
se apagará esa vida / para siempre
jamás…”
Así les dijo el médico / después de examinar / mi pulso y del termómetro / la escala mercurial.
¡Oh, señor! Yo me dije, / ¿Conque mi vida está / tan sólo a dos milímetros /de la honda
eternidad?
¡Para, corazón mío, / la estocada fatal! / ¡Más
no!....Ya me ilumina / la fiebre el más
allá,
¡sube, hilito de argento, / un milímetro más! / Conviérteme el cerebro
/ en lámpara estelar,
que a tu contacto brille / como aurora boreal…”
(1) “Borges elogió el
talento poético de Eduardo Talero”, por Pablo Montanaro. Diario “La Mañana de
Neuquén”, 11 de octubre de 2016. Mail del autor: montanarop@lmneuquen.com.ar.
3 comentarios:
Hermosa nota, no conocía referencias de Eduardo Talero. ¡Cuánto nos falta leer y aprender! Por este y varios motivos, es excelente la labor de Literasur. Sacar a la luz historias que merecen ser leídas y recordadas. Comprometida labor de Jorge Lenard Vives, un estudioso de los temas literarios e históricos, que tiene autoridad en los temas que comenta porque siempre está bien documentado.
Un verdadero gusto y una necesidad, leer estas notas formativas. Gracias a Jorge Vives y gracias a Literasur, saludos de Ada Ortiz Ochoa (la de Sierra Grande)
Además del artículo de Pablo Montanaro, se pudo obtener información de otras notas periodísticas, como “Eduardo Talero Núñez, una página para la historia de Colombia”, de Hugo Correa Londoño, “El Diario” de Bogotá, Colombia, del 19 de octubre de 20014; “Ochenta y cinco años de la muerte de Eduardo Talero”, por Héctor Pérez Morando, diario "Río Negro" del 19 de octubre del 2005; y “Talero y Bouquet Roldán, dos destinos marcados por el mes de septiembre”. Diario “La Mañana de Neuquén” del 22 septiembre de 2004. Los comentarios de Irma Luna se encuentran en su prólogo a la edición de “Voz del Desierto”, del Fondo Editorial Neuquino de 1995. La frase de Borges está en el ensayo “Acotaciones”, incluido en su libro “Inquisiciones”; en el apartado "Manuel Maples Arce - Andamios interiores - México, 1922". Cuando se lee una obra como la de Talero, además de volver a asombrar por la riqueza ignorada de la Literatura Patagónica, asombra también por la falta de difusión de sus libros en el panorama literario regional y nacional. Es interesante la frase que coloca en el Prefacio de “Voz del Desierto”: “Actualmente cometemos ridículos alardes de puericia, cuando en nombre de un orgullo nacional mal entendido, disimulamos nuestra alarmante indigna de palabras clásicas, con el derroche de un vocabulario foragido y plebeyo, de extracción inconfesable, sin propósito artístico, no estirpe noble y criolla. Venga norabuena todo el lenguaje extranjero a nuestro idioma: pero en igualdad de circunstancias prefiramos el que aún ostenta cruces de Castilla”.
Muy interesante artículo, no sabía nada de este escritor y pionero colombiano-patagónico.Gracias Jorge Vives y Pablo Montanaro.-
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