“LOS
NARANJOS” DE GLADIS NARANJO (*)
Si bien Gladis Naranjo, la autora de “Los
Naranjos”, advierte que este libro fue publicado para ser repartido sólo entre
parientes y amigos; ha logrado una obra de gran calidad literaria que la hacen
apta para su difusión fuera del círculo íntimo, a fin de acercarla a ese grupo
de lectores a quienes interesa recuperar la Historia a través de pequeñas
historias de vida. La preferencia de estas personas dio origen a una variante,
dentro del subgénero biográfico del género didáctico, que ha mostrado una
importante presencia internacional en los últimos años: la autobiografía.
Esta vertiente
busca exteriorizar el fenómeno de la introspección como manifestación artística;
y se incluye en el ámbito de la “escritura del yo”. Su subjetividad obliga al requisito
del “pacto autobiográfico”, una suerte de contrato entre autor y lector, por el
que aquel se compromete a narrar la verdad sobre su vida; y éste, a creer el
relato resultante. Dicha premisa
aparta a quienes anteponen la creación imaginativa; ya que debe primar la
honradez biográfica. En la
Patagonia también se ha incursionado en el género; y a los nombres de Margarita
Borsella, Dora Lendzian, Victoriano Salazar y otros, se puede agregar ahora el
de Gladis.
En el caso de “Los Naranjos”, a través de la saga
familiar se asiste a una recorrida por la historia de los primeros años de
Zapala; y a una visión - más personalizada - de la década de los cincuenta en
esa ciudad y en San Martín de los Andes. Luego se contemplan los sesenta
transcurriendo en los escenarios de la bonaerense Tandil; hasta el momento en
que, como dice la autora, “crecimos… Y de a uno nos fuimos yendo”.
Estas memorias, además de agregar valiosos detalles
cotidianos a quienes quieren conocer el pasado de esos lugares; entregan un
emotivo recuerdo que puede ser compartido por los que son contemporáneos de los
tiempos que describe la narradora. Los juegos infantiles, recuerdo que en forma
ineludible une generaciones, las costumbres carnavalescas y festivas, las experiencias
educativas, las modas; son un incentivo para que el lector recupere sus propias
remembranzas. Tal vez uno de los motivos del éxito de este tipo de Literatura
sea el grado de identificación que el lector siente al pasar sus páginas; y la motivación
a indagar en su propio pasado para conocerse a sí mismo.
Pero este libro tiene otra vertiente, que no va en
zaga de lo que se describió hasta aquí. La familia de Gladis tuvo una estrecha
relación con las disciplinas artísticas; tanto su madre, la poeta Pura
Serradilla, como su hermano Pehuén, bardo y músico; y ella misma, que
incursionó en la poesía y la narrativa. Esta situación permite a la autora
intercalar un conjunto de poemas que se conjugan con la prosa de la narración,
casi sin solución de continuidad, para deleite del lector. Citando algunas de
estos intermezzos poéticos, a modo de ejemplo, se puede mencionar “Noches de
Aluminé”, de Pura Serradilla:
De los cerros milenarios / y de intrínsecas entrañas / van llegando
Y se extienden cual sudarios / sus nostálgicas hazañas / dormitando.
O “Para poder llegar” de Pehuén Naranjo:
Ando con ganas de soltarte / los pájaros del sueño / que me vine a
buscar,
Y también de pedirte / que me prestes tus ojos / para verme llegar.
Y también “Tus manos”, de la propia Gladis:
Tomada de tu mano era una maravilla / caminar hojarascas crujientes y
doradas
(En Zapala el otoño es cascada amarilla / en las primeras horas de las
tardes soleadas)
Con respecto a la presentación formal del libro, se
destaca la tapa, con un collage de fotografías familiares que van desde imágenes
en una tonalidad sepia a la foto en colores; y la contratapa, una imagen en
blanco y negro de la cual, de manera acertada, la escritora dice que en ella
“se respira nostalgia volvedora de infancia...”. El ejemplar está ilustrado con
numerosas fotos; e incorpora, como valor agregado, un apéndice con breves
biografías de muchos personajes citados en la obra; y otro de toponimia autóctona
de los lugares que menciona el libro.
Quien tenga la fortuna de poder ingresar en las
páginas de este libro, va a tener la oportunidad de recuperar parte de su
“tiempo perdido”, al decir de Marcel Proust; reconocerá trozos de su propia
vida en las páginas del texto; y comprenderá, una vez más, que el ser humano es
esencialmente igual en todos los lugares y en todos los momentos; y que las
diferencias son circunstanciales. Y también podrá ver como la magia del Arte,
esta vez ejercida por la mano de Gladis, transmuta recuerdos, pensamientos y
sentimientos en palabras y frases y párrafos que permiten regalar al espíritu
con un texto ameno, emotivo y motivador.
(*) “Los Naranjos”, de Gladis Naranjo (Edición del autor, Tres Arroyos,
2016).
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