OBRA DE TESTIMONIO
Por Cristian Aliaga (*)
No puedo saberlo:
estás, y está la muerte.
Sé que cierto frío, que cierto líquido
me regocija.
¿Los dioses
castos de la muerte
podrán perecer
ante la lujuria?
El frío, y las huellas de las caricias
en los brazos, el instante preciso
en que nos prometimos todo,
la mendicidad y la pureza.
La vida es un oficio lento:
estás, y está el destino.
(*) Escritor de Comodoro Rivadavia. El
poema es de su libro “No es el aura de Kant” (Ediciones Último Reino, Buenos
Aires, 1992).
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