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sábado, 23 de mayo de 2020

LA NOTA DE HOY





LITERATURA SOBRE LITERATURA

Por Jorge Eduardo Lenard VIVES



A veces la Literatura trata sobre Literatura. Como si de un sistema dinámico iterativo se tratase, en ocasiones los escritores toman los libros de otros como argumento de sus propios libros. Aclaración: no se habla aquí de los ensayos de teoría literaria, de las “historias de las literaturas”, de las biografías de escritores ni de ninguna de esas creaciones del género didáctico cuya finalidad es exponer los diversos aspectos del saber de las letras. Esta nota se refiere a las narraciones de ficción; en las cuales sus autores se inspiraron dentro del mismo universo literario al que pertenecen para desarrollar las tramas. O, al menos, parte de ellas.

Existen muchos ejemplos, a lo largo del tiempo, de este “mirarse a sí misma” de la Literatura. Sin esfuerzo viene a la memoria el inflexible canon de los libros de caballería y de poesía que en “Don Quijote de la Mancha”, el cura y el barbero hacen durante el escrutinio a la biblioteca del caballero de la triste figura; en pos de aliviarlo de su insania. Allí critican unas obras y alaban otras. Siglos más tarde, Elías Canetti vuelve a infundir al protagonista de su novela “Auto de fe” –el profesor Kien, “aggiornado” y acerbo Quijote–  una locura originada en su enfermiza pasión por los libros. También es oportuno recordar que la crítica embozada dentro de la trama al estilo de Cervantes, fue practicada por otros escritores: Joris Karl Huysmans, en la novela “A contrapelo”, dedica un capítulo entero en el cual el personaje principal pasa extensa revista a sus gustos y disgustos literarios, que son los del propio autor.

En algunas oportunidades la trama gira alrededor de un libro real o imaginario. “El nombre de la rosa”, esa creación plena de visajes literarios (con personajes como William de Baskerville o Jorge de Burgos) de Umberto Eco, basa su argumento sobre un ejemplar de la perdida segunda parte de la “Poética” de Aristóteles. Por su parte “El club Dumas”, de Arturo Pérez Reverte, además de tomar como foco la obra del francés, describe la búsqueda que se le encarga a Lucas Corso de todas las impresiones del imaginario “Las nueve puertas del reino de las sombras”, con fines aborrecibles. Esta mención a un “libro maldito” trae el recuerdo de la bibliografía con la que Howard Phillips Lovecraft otorga inquietante verosimilitud a sus pesadillas; comenzando por el abominable “Necronomicón” del árabe loco Abdul Alhazred, grimorio inventado por el autor de Providence, en cuya existencia real creyeron muchos fanáticos de los Mitos de Ctulhu.

También puede darse que el objeto de la trama sea un escritor, ficticio o real. Algunas de las obras que tratan sobre literatos reales son “El maestro de Petersburgo” de John Maxwell Coetzee, sobre Fiodor Dostoievsky; y “El último Dickens” y “La sombra de Poe” de Matthew Perl, acerca de los autores que les dan nombre. Por su lado, en “El Resplandor” de Stephen King, se presenta al ficticio y malhadado Jack Torrance. En otros casos, el relato abarca toda la “industria editorial”. Verbigracia, “Si una noche de invierno un viajero” de Italo Calvino, “Asesinato en la Feria del Libro” de Hubert Monteilhet y “Una novela” de James Michener.

Y, ¿qué hay de la Literatura regional? Al no ser ajena a la temática universal, se pueden encontrar entre sus libros ejemplos de Literatura sobre Literatura. Uno de los primeros títulos que surgen es “La novela de Borges” de Angelina Coicaud de Covalschi, que narra, combinando ficción y realidad, la vida del escritor. Es interesante recordar que en este texto figura una referencia al viaje que Borges hizo en compañía de su familia a Comodoro Rivadavia; donde se gestó el poema “Jardín”, incluido en el libro “Fervor de Buenos Aires”.

Si bien no abundan los ejemplos en la narrativa larga, sí los hay en la corta. Numerosas son las piezas breves en las que se referencian diversos aspectos del mundo de las letras. Uno de estos cuentos es “Velada Literaria”, de María Adelina Galíndez, parte de su volumen “Código de Silencio”; que describe con humor una situación típica del ambiente literario. También es habitual recordar a algunos autores caros a la Literatura regional; como en los relatos “Antoine… él ha vuelto” de Santiago Leydet, que recuerda a Antoine de Saint Exupery y su obra “El Principito”; y “Charla pendiente”, de Ana Elisa Medina, evocación del novelista santacruceño Héctor Rodolfo Peña (*). Una figura que despertó el interés de varios autores es Eluned Morgan. Dio origen a los relatos “Eluned Morgan” de Iris Lloyd, perteneciente a su libro “Patagonia gringa”; e “Historia de vida de Eluned Morgan”, de Stella Maris Dodd (**). Si bien estas dos últimas obras tienen algo del género didáctico, por tratarse de breves biografías de la escritora de la Colonia, muestran un tono más evocativo que sólo informativo. Lejos de agotarse aquí la lista, con facilidad se podrán hallar muchos títulos más para ampliar esta escueta nómina.

No es extraño que un escritor busque dentro de la Literatura los temas que inspirarán su creación, porque es, ante todo, un lector. A su vez, quien lee esos textos, cuando el tema de la narración procede de la misma Literatura encuentra un doble placer; en la lectura del libro en sí mismo y en su referencia literaria. La Literatura sobre Literatura, que apasiona por igual al que la escribe como al que la lee, resulta ser como una “matrioshka” rusa o una caja china: una incluye dentro de sí a la otra. O, tomando una nueva comparación del mundo de la ciencia como la mencionada en el primer párrafo de esta nota, es similar a una imagen fractal; en la cual la Literatura se replica a sí misma, a menor escala, dentro de la obra que trata sobre ella.




(*) Incluidos en “Santa Cruz. Sus escritores de fin de siglo” (Río Gallegos, Cultura Santa Cruz Ediciones, sin fecha de edición)
(**) Incluido en “Bodas de Plata. Grupo Literario Encuentro. 1990-2015” (Trelew, Remitente Patagonia, 2015).


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