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jueves, 4 de septiembre de 2008

EL CUENTO DE HOY





MARCIAL

Por Gerardo Robert*




Cuando la figura se recortó por segunda vez sobre la puerta de dos hojas de la cocina, Germán se levantó pausadamente del pringoso banquito de madera situado al lado del fogón y sin decir palabra alguna, se quedó parado a espaldas de Francisco, que en ese momento pegaba el grito de ¡Falta envido! y se quedaba atento a los gestos de sus contrarios, mientras su compañero sonreía. El truco los convocaba antes del churrasco que se desgrasaba frente al fuego y los cinco amigos, todos ellos gente de campo, vecinos de la zona de Santa Elena, compartían la fraternal estancia en el puesto de Marcial Puebla.

La mesa rectangular, ubicada en el centro de la cocina, daba una de sus cabeceras hacia la puerta de salida al patio, construida de madera tosca y con dos hojas anchas y horizontales, como se acostumbraba por entonces en la edificación rural. De esta forma mantenían si era necesario una amplia entrada de luz y aire dejando abierta la hoja superior, y cerraban igualmente el acceso a los perros, animales de corral o alimañas con la hoja inferior, que cubría la mitad del vano. Por otra parte, por su fragilidad y dificultades de transporte, no resultaba sencillo por entonces el uso de vidrios.
Estaba anocheciendo y la jornada los había entretenido hasta tarde en los corrales, curando a mano las frecuentes picaduras de sarna de la hacienda. De paso, cada uno apartaba las ovejas de su señal que pudieran haberse entreverado con la majada de “Los Tamariscos” como consecuencia de la lógica precariedad de los alambrados.
Pensaban hacer noche y al día siguiente, temprano, rumbear para las casas con la punta de animales propios que cada uno hubiera apartado.
Hacía ya dos días que Marcial se había ido, de a caballo, hasta Trelew, distante 40 leguas, con el propósito de cobrar algunos pesos que le quedaban de la última esquila y comprar algunos fardos de pasto, forrajes para los caballos a mantención y vicios varios para pasar el invierno. Seguramente ya estaba en el valle.
Montaba el tostado malacara y llevó el lobuno de Olsen, por buen cabresteador, como pilchero, buscando así aliviar los animales y traer las cosas más urgentes. También lo acompañaba el Cantor, extraño nombre que le había puesto a su fiel perrito ovejero. Porque según él, sonaba fuerte y se escuchaba de lejos.
Las 32 de Francisco sobraron para que allí mismo concluyera el partido así que los hombres se levantaron, acomodándose para el asado. Germán, que estaba de pie, asomó su medio cuerpo para afuera de la puerta que daba al patio y miró hacia ambos lados. Sin hacer gesto alguno volvió, se acercó al fogón y levantó el asador plantando el churrasco casi en el medio de la cocina. -¡Peguenlé che, que se enfría! dijo, y tomando un trozo de galleta seca encaró el costillar haciendo un tajo en la verija crujiente. A pesar de que recién comenzaba el otoño la noche estaba fresca, y el viento del sur insinuaba la aproximación de escarchas tempranas.
Y Guillermo? Preguntó el vasco antes de empezar a comer.
No sé, andaba por el galpón. Contestó alguien.
En ese momento Guillermo Acosta, mensual de Marcial Puebla que había quedado al cuidado del puesto, entraba por la puerta lateral de la cocina que daba a la pieza del medio y que la separaba de la tercera y última pieza del rancho, donde él dormía. Hombre callado y de gesto huraño, se incorporó a los comensales sin palabra alguna, acomodándose en una especie de taburete hecho con un tronco de tamarisco y una tapa de barril como asiento.



El maragato cortó dos costillas del medio y recogiendo la salmuera, se ubicó en el banquito humoso del que un rato antes se había levantado Germán. Pegó un tajo y al llevárselo a la boca levantó la vista, haciendo un gesto de cargada sorpresa al ver pasar rápida la figura de lo que le pareció un hombre, por el vano de la media puerta que permanecía abierta.
- Y eso? Preguntó en voz alta y con manifiesta inquietud, al tiempo que se enderezaba dando un paso hacia adelante. Germán se dio cuenta y dijo con voz espesa y opaca:
-Yo lo vi hace un rato. Dos veces. Y me pareció Marcial.
Se miraron unos a otros y el tuerto Juan, casi con sorna, les recordó que a esa hora seguramente el dueño del lugar estaría en algún piringundín de Trelew.
Esos hombres ásperos y paradójicamente serenos, no eran precisamente propensos a las actitudes timoratas, pero de todas formas guardaban un recelo agudo e irrefrenable por esos fenómenos que les desdibujaban sus certezas. De todas formas salieron al patio, justo en el momento en que un ñacurutú emitía su aciago graznido y efectuaba un vuelo bajo que consolidó la insondable oscuridad de la noche ya plena.
Y se conmovieron. Capaces de jugarse la vida contra un batallón sin más pertrechos que su talero, la idea de la muerte, así, como sujeto, los sumía en un sentimiento de indefensión casi niña que se asimilaba marcadamente al miedo. Y el conocido lechuzón sureño, en determinados momentos, sugería premoniciones desventuradas.
Concluyeron la comida en silencio. Acosta se retiró enseguida y los cinco vecinos quedaron conversando sobre la actividad a desarrollar por cada uno al día siguiente. Pero como si hubieran convenido un pacto silencioso, no se habló más del reciente episodio. El vasco Arregui preparó unos mates que compartió con Germán y un rato después se fueron a dormir. Tres de ellos lo hicieron en las camas que había en la pieza de Marcial y los otros dos tiraron sus pilchas en el galpón chico, al costado del patio.
Por la mañana, después de churrasquear, rumbearon para los corrales y el torido de los perros les avisó que venía alguien. En efecto Walker, del campo vecino, llegaba en la vagoneta a buscar el carnero que le había prestado Marcial y que ya era tiempo de echar a la majada. Se saludaron sin mayor vehemencia, con madura cordialidad, y les comentó que el día anterior había llegado a su casa el turco Amado, pionero mercachifle que regularmente aparecía ofreciendo todo tipo de chucherías generalmente innecesarias, junto a soluciones prontas a las necesidades del poblador y a las ilusiones de muchachas en edad de acicalarse. Se movilizaba desde hacía ya algunos años en un camioncito Ford T que según él, era capaz de cualquier hazaña en las subidas más empinadas o en los barriales mas difíciles. El turco era afable y dicharachero, con esa natural picardía para el negocio sano que le aseguraba puertas abiertas y retornos esperados.
-No sabés si después viene para este lado? , quiso saber Francisco.
-Sí, seguro. Respondió Walker. -Viene del lado de Trelew, así que hasta Bustamante no para. Dice que en la oficina de Correo de Dos Pozos se encontró con Marcial, que ya estaba saliendo para Trelew.
Esa sola mención recordó a los presentes el episodio vivido la noche anterior, pero más allá de contraer el ceño o cambiar alguna mirada, nadie habló. Solo Juan, que no había visto nada extraño por estar de espaldas a la puerta, esbozó una sonrisa socarrona.
Antes de las diez de la mañana, todos habían emprendido el regreso hacia sus respectivos establecimientos, en yunta o de a uno, según conviniera al rumbo que debían seguir. Solo quedó el puestero Guillermo Acosta, empecinado en reparar con escasas artes y menos herramientas la puerta de la manga de aparte, que se había desvencijado en los últimos trabajos.
20 días después, Marcial Puebla llegó de regreso, pasando por lo de Walker. Era casi mediodía de una jornada apacible y cálida, Venía contento. Por el descanso, por la cobranza y por las compras realizadas. Además venía contento con la vida, que le había regalado ese privilegio de pelearla desde el lugar que tanto quería y en el que la sentía tan plena, mas allá del clima, las escaseces y la soledad.
Se quedó a comer un suculento guiso que había preparado la buena de Doña Ercilia, le hizo el gasto con varias empinadas a la bota de clarete, charló sobre su viaje y lo que estaba creciendo Trelew, y a las 5 de la tarde ya estaba en Los Tamariscos. Su casa.
Lo recibió el peón, parco como de costumbre. Le ayudó a descargar el pilchero y acomodar las cosas, mientras lo ponía al tanto escuetamente de todo lo acontecido en su ausencia, que se había extendido en el tiempo más de lo previsto.
Después de tomar mate, se sentó en la cocina a acomodar sus papeles, boletas de compras y anotaciones varias. Se consideraba un hombre ordenado con sus cuentas y compromisos. Había cobrado, si, unos buenos pesos, pero la compra de víveres y forrajes que pronto le traería Fermín en el camión, lo habían dejado casi tecleando.
-Y bueno – se dijo. -Mientras las lanuditas sigan pariendo está todo bien.
Ya caía la tarde. Salió al patio y al hacerlo, entornó la hoja inferior de la puerta para que no entraran las gallinas que andaban picoteando entre los coirones. Anduvo trajinando por los corrales y galpones como reconociendo el estado en que encontraba sus modestas pertenencias y después de dar una vuelta hasta el bebedero, volvió al rancho.
Cuando pasó frente a la puerta, Acosta, apoyado en el marco de la abertura que separaba la cocina de la pieza del medio gatilló la carabina y la bala se incrustó detrás de la oreja derecha de Marcial.
El acta dice que Marcial Puebla murió a las siete y media de la tarde del 19 de Abril de 1932. Sus vecinos y amigos Germán, Francisco, Alberto y el vasco Arregui, tuvieron siempre la certidumbre de que la muerte había ocurrido en el anochecer del 30 de marzo.







N. del A.: El Establecimiento “Los Tamariscos”, que ocupaba un lote fiscal, quedó abandonado desde entonces. Las tierras se anexaron años después a un establecimiento vecino y el rancho, que desde entonces se llama “El puesto del finao’ Marcial”, aún permanece casi oculto por los árboles, derruido y rodeado de un halo de supersticiones y misterio. Según los más incrédulos, al comienzo de la noche se escucha indefectiblemente el graznido del ñacurutú, aún cuando no se lo ve nunca.

*Escritor chubutense.

lunes, 1 de septiembre de 2008

LA NOTA DE HOY



El microrrelato: una narración con identidad propia


Olga STARZAK*



Como un punto definido en el universo literario surgen ya en la Edad Media -sin nombres ni conceptualizaciones que aboguen o desvirtúen su existencia- los cuentos cortos, o cortísimos. Una construcción sintáctica que nace por la necesidad de lo conciso, y poco después nos seduce por su compleción y nos inquieta por su vacuidad. Historias que carentes de medida, enumeración de palabras, frases o formas, responden a un único patrón: el del placer estético. Ese relato de pasión, muerte, condena, dolor o amor... que ordena unas pocas acciones, menos personajes, un nudo disimulado y un desenlace que, aunque no explícito, se imagina; y envuelve al lector en el sagrado acto de emocionarse con la emoción ajena.

No quiero entrar, al menos no en esta breve referencia a los microrrelatos, en ninguna clasificación. No importa si se trata de cuentos cortos, breves, brevísimos o minicuentos. Se trata de reconocer en ellos la esbeltez de la palabra, la magia de mostrar en un acto el espectáculo, la osadía de dejarse llevar hacia lo desconocido, el desafío de descifrar lo no dicho, la virtud de elegir de qué modo hacerlo...

Ya escribieron microrrelatos, en el siglo pasado, Ramón Gómez de Serna en España, Kafka en Alemania, Huidobro en América... (hay quienes sostienen que lo son también las parábolas de Jesús). Sería una falta de consideración no mencionar también a Monterroso, Borges o Cortázar; o no referirme a Anderson Imbert, a Shua, o Brasca... Hay muchísimos y destacados precursores y seguidores en el gran abanico que conforma esta innovación en el mundo de las letras.

¿Qué escritor -o quien intente serlo- no ensayó alguna vez con el cuento breve o la mini ficción? O no lo cautivó esa estructura acotada que se sucede con la fuerza descomunal del rayo, se desarrolla en la fugacidad y se agota en el éxtasis?

¿Quién no se desafió, valiéndose solo de una intención, muchas veces de la agudeza, a veces de la parodia, en ocasiones de la ironía... a condensar en unas pocas líneas, la vida toda?

En lo personal creo que el microrrelato es a la prosa lo que el haiku es a la poesía. El título cobra relevancia como en ningún otro género, y la mayoría de las veces forma parte del contenido. Dice lo que puede y calla lo que quiere. Se vale tanto de la reflexión, del aforismo, la observación de la realidad, la imagen literaria o el intertexto... No tiene límites imaginativos, no cae preso de ninguna temática. Y aunque juega a definir su extensión (que es en el arte definir lo indefinible), el poema oriental tiene en su dimensión concreta, una norma que lo caracteriza. Pero ambos se valen de la brevedad para expresarse.

Ahora me pregunto, ¿hay acaso formas para que, recurriendo a las palabras, los hombres puedan manifestar sus infinitas emociones? Es entonces cuando es indispensable rendirle culto a las palabras en su multiplicidad de opciones, en su diversidad de géneros; y elegir siempre aquella con la que nos sintamos más identificados. Sin olvidar que, a veces, un silencio también cuenta una historia.

Pero eso es otro tema.

*Escritora chubutense

domingo, 31 de agosto de 2008

NOTICIAS CULTURALES

La Comisión Organizadora del CUARTO FORO INTERNACIONAL SOBRE LOS GALESES EN LA PATAGONIA nos hizo llegar la siguiente gacetilla informativa:


POSTERGACION DE FECHA LIMITE // CHANGE OF DEADLINE


Puerto Madryn, 29-08-2008


Tenemos el agrado de informar que la Fundación Ameghino, el Centro de Estudios Históricos y Sociales de Puerto Madryn, la Asociación Punta Cuevas y la Asociación Cultural Galesa de Puerto Madryn están organizando el CUARTO FORO INTERNACIONAL SOBRE LOS GALESES EN LA PATAGONIA.

We are pleased to inform you that Fundación Ameghino, Centro de Estudios Históricos y Sociales de Puerto Madryn, Asociación Punta Cuevas and Asociación Cultural Galesa de Puerto Madryn are organizing the FOURTH INTERNATIONAL FORUM ON THE WELSH IN PATAGONIA.


En la primera comunicación del mes de Junio se había establecido que la fecha límite para presentar los resúmenes sería el 31 de agosto. En estos días hemos recibido varios pedidos de postergación por parte de gente interesada en participar.
Atento a esto, la Comisión Organizadora ha decidido postergar la fecha límite para enviar los resúmenes hasta el lunes 15 de septiembre, mientras que la fecha de entrega de los trabajos vencerá el 31 de octubre.

In the first communication in June, it had been established the deadline for sending abstracts on August 31st. In the last days we have been requested to postpone this date, so the Organizing Board has decided to establish a new deadline on Monday 15th of September. The deadline for sending the complete papers remains unchanged on October 31st.





Atentamente

Fernando Coronato, Nelcis Jones, Jorge Oriola

Comisión Organizadora

Kind regards, the Organizing Board



Dirección de contacto: coronato@cenpat.edu.ar



miércoles, 27 de agosto de 2008

CONCURSO LITERARIO

Concurso Literario "Historias de vida"

La Asociación Italiana de Socorros Mutuos “Paz y Patria” de Trelew y el Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia, invitan a participar del presente concurso en el marco e la celebración de sus 100 años de existencia.
El mismo plantea la elaboración de un trabajo que aborde la vida de inmigrantes italianos que llegaron a nuestras tierras y que rescate las historias de vida de estas personas que dejaron su país natal y decidieron quedarse en la Patagonia Argentina.
Participantes y categorías
Se han establecido dos categorías: jóvenes hasta 20 años y Adultos.
La extensión de los trabajos varía en función de la categoría en la que participe. De este modo en la Categoría Adulto deberá tener una extensión mínima de cinco páginas y en la Categoría Jóvenes una extensión mínima de tres páginas.
Asimismo los trabajos podrán incluir un apéndice con material documental.
Presentación
Los trabajos deberán presentarse escritos en procesador de texto a un espacio y medio, Times New Roman 12 y en hoja A4. El autor deberá consignar las fuentes consultadas, ya sean escritas u orales.
Deberán entregarse tres copias en papel y una en soporte digital (CD).
Cada participante deberá firmar su trabajo con un seudónimo y, dentro del sobre en el que remite el trabajo, deberá incluir otro sobre pequeño, cerrado. En el frente del sobre pequeño deberá constar el seudónimo y los datos personales del participante: Apellido y nombre, dirección postal, correo electrónico, teléfono DNI.
Los trabajos se recepcionarán hasta el 30 de septiembre de 2008 en el Departamento de Letras de la mencionada universidad.
El jurado actuará desde el 1 al 31 de octubre y los ganadores serán notificados del 1 al 7 de noviembre del corriente año. La entrega de premios y distinciones será el 14 de noviembre.
De los premios
1° Premio Mayores: 1.000 pesos
2° Premio Mayores: 5 libros de autores regionales
3° Premio Mayores: 5 libros de autores regionales
1° Premio Juveniles: 500 pesos (pesos quinientos)
2° Premio Juveniles: un reproductor de MP3
3° Premio Juveniles: un reproductor de MP3
Menciones Especiales.
Las bases podrán ser consultadas en el Centro Cultural Municipal de Trelew, 9 de Julio 655, de 8.00 a 19.00.

viernes, 22 de agosto de 2008

EL POEMA DE HOY

VEINTE MIRADAS AL CHENQUE

Por Mario Cabezas*

1.

Chenque,

busto de mujer iluminada

tendida en la Patagonia inacabable,

sobre espumas del petróleo mesetario,

y por almohada,

Comodoro Rivadavia.

2.

Chenque,

la conquista pasada de la pólvora inhumana

inflamó tu vientre eterno de congoja planetaria

y al tehuelche le ofreciste un hogar tierno y sagrado

empolvado de arcillas

y de flores pasionarias.

3.

Chenque,

gris tortuga mesetaria de nariz breve, indiscreta,

te adormeces olisqueando a las olas espumantes

de brillantes aleteos de sus lobos barnizados

en la costa sideral

del atlántico impetuoso.

4.

Chenque,

tus crespones arcillosos fueron guías marineros,

tus alturas de alboradas saludaron al viajero,

fueron faros anhelados por el Darwin anhelante,

alumbraron la cultura

de un pasado respetuoso.

5.

Chenque,

reposado cachalote de la era diluviana,

en tu Golfo de San Jorge, por los dioses retenido

te varaste por la noche de los siglos planetarios

en mi tierra patagónica,

en mi campo mesetario.

6.

Chenque,

Arrasaron con fragor tus calafates virginales,

dispersaron sin piedad el nido azul de martinetas.

Ojalá que los torrentes de tu arcilla recelosa

no despierten impregnados de su furia vengadora,

contra el pueblo adormecido

en tus faldas soñadoras.

7.

Chenque,

inocente degollaron tu pescuezo salitroso

y con tajo fragoroso dispersaron tu arenal.

Callejón de suerte ciega, cual camino sin salida;

¿descubriste del tehuelche su sagrado cementerio?,

¿o encontraste alborozado un arcón del Faraón?.

8.

Chenque,

afilado combatiente de ciclones,

alzas sobrio tu mirada rasguñada,

tus desgarros cicatrizan en tu cumbre;

pero eterno cobijante de tu pueblo,

robusteces la defensa contra el viento.

9.

Chenque,

oh cascada de diamantes arcillosos

estallados por el golpe quebradizo

de un verano resecante y despeñado;

se desgranan por balcones

torrentosos.


10.

Chenque,

dinosaurio mesetario derrotado,

derrumbaste en la estepa milenaria

y estrujaste el calafate viñatero

hasta el último vestigio de petróleo.

11.

Chenque,

Eres proa marinera esperando que el diluvio

estremezca tus cuadernas de casillas navegantes.

Cada noche van subiendo pasajeros alertados,

expectantes marineros que a Noé piden audiencia;

más en vano lo despiertan

de su sueño milenario.

12.

Chenque,

abanicas tu verano sofocante

con las alas de miríadas de gaviotas

y refrescas tus faldeos en mi costa

salpicado de balnearios sonrientes

y bañado

por sus aguas

cristalinas.

13.

Chenque,

atesoran tus entrañas de paredes arcillosas

muchas almas errabundas de moluscos primitivos

que caminan sin cesar por pasadizos salitrosos

ascendiendo agazapados las pirámides eternas

de tus ostras celestiales

y sus valvas calcinadas.

14.

Chenque,

como un toro polvoriento de tormenta huracanada

empujando a Comodoro a las olas de su mar;

pataleas polvoroso entre nubes fantasmales

de pezuñas arenosas

y bufidos de animal.

15.

Chenque,

espinazo de algún saurio dormitando por el sur,

arrullado por el viento del desierto sideral

acunado por los sones de su mítico aleteo

de las valvas milenarias

de sus ostras subterráneas.

16.

Chenque,

Cuando herirte intentaron en tu rostro soberano,

levantaste tus faldeos descubriendo precipicios.

Tus terrones derrumbados y tus ríos de areniscas,

detuvieron por tu frente

los puñales herrumbrosos.

17.

Chenque,

cuando asaltan tus faldeos proletarios

se encaraman mil trincheras de hojalata,

y entre truenos de maderas embreadas

vas cruzando eternamente

tu guerrilla polvorienta.

18.

Chenque,

tus estratos arcillosos de cadencia selenita,

ondulando con el viento de la vasta Patagonia;

van meciendo suavemente tu febril laja terciaria

bajo el son de los galopes

de mi vieja tierra indiana.

19.

Chenque,

fiel reducto de brillantes alboradas,

fiel refugio del crepúsculo aborigen,

hospedaje de los ángeles celestes;

cobijaste con acierto señalado

a las tribus galopantes de la pampa.

20.

Chenque,

oh padrino del nocturno sin estrellas,

escondrijo de la luna del tehuelche,

el lucero escarchado te ilumina

y tu viento desvelado te acaricia,

y arrullando tu soberbia faz sureña,

tu profunda alma de greda

se adormece...

*Escritor y poeta chubutense