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jueves, 25 de septiembre de 2014

EL POEMA DE HOY




URBANIZADA

Por Mirta Jodor (*)


Me urbanizo y camino
por las veredas de la ciudad,
demasiado pobladas
para mi andar pueblerino,
sin brújula
me dejo llevar,
me despierta de mi 
distraído andar
los golpes desesperados
de un maniquí,
que reniega de su condición
inmóvil
quiere libertad de cielo,
lo miro, y me digo
¿tengo derecho a cambiar su esencia?
no, así que me alejo
sin sensación de culpa,
mas adelante un anciano harapiento
alimenta palomas que en arrullos
de alegría se hacen un festín de migas,
y él atrapa un sueño de hogar como último
intento,
miro sin ver,
un vendedor trata de hacer su negocio
Garrapiñadas Doña —ofrece, desde su maestría callejera,
sonrío, ni contesto...
algunos me pasan apurados,
los otros imitan mis pasos,
aquellos se detienen preocupados,
sigo sin ir a ningún lado en particular
quiero ser una eternauta de veredas,
una atrevida atemporal
perpetuada de memorias viejas.



(*) Escritora de Sarmiento


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lunes, 22 de septiembre de 2014

EL POEMA DE HOY




NUESTROS PERROS


Por Raúl A. Entraigas (*)





Nuestros perros ovejeros son gran parte
De la vida asendereada del sureño.

¡Nuestros perros! Son distintos
De los canes cortesanos y el reverso
De los cuzcos perfumados de las urbes.
Nuestros buenos ovejeros
Son el pan, son el cuchillo, son el pingo:
¡Infaltables compañeros!

¡Fidelísimos! Si el patrón, agarrotado, allá en el yermo
Cae envuelto en la mortaja de la nieve,
Su fiel perro
Morirá de inanición, aullando de hambre,
Tiritando sobre el hielo;
Pero no abandonará nunca el cadáver
De su dueño…

¡Qué sabrán esos rechonchos canecillos
Que han vivido siempre envueltos,
Bien lavados,
Bajo techo,
De la vida vigorosa
En el sano campo abierto!

Si ellos nunca soportaron
El guantazo de los vientos,
Ni el alfanje de los fríos,
Ni el trabajo del arreo
En el fango o en la nieve
Bajo el látigo de crueles aguaceros…

Y porque ellos conviven con nosotros
Las fatigas y los fríos, los queremos.
Nuestros perros son gran parte
De la vida asendereada del sureño…

Y el cariño que sentimos
Por los fieles y esforzados ovejeros
No son mórbidos halagos
No son mimos y embelecos:
Es ese “algo” que se siente y no se expresa
Frente a frente los hechizos de un ser bueno.

¡Patagonia,
cuando eleves monumentos
en tus plazas y jardines:
no te olvides que los mármoles se han hecho
para todos: que no queden
sin su efigie nuestros perros ovejeros!






(*) El Padre Raúl A. Entraigas es un célebre escritor rionegrino; historiador y poeta. Este poema pertenece a su libro “Patagonia. Región de la aurora”, Editorial Don Bosco, Bs As, 1959.
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miércoles, 17 de septiembre de 2014

EL POEMA DE HOY

Poema ganador del Eisteddfod de la Juventud 2014





ENTRE LIBROS

De Micaela Sanzana (*)




Se levantó un quijote

entre los libros,

arrancó cada una de las páginas,

y las amarró a mis muñecas

como esposas

Escaló sobre mis hombros

susurró oníricos poemas,

llamó a las musas

para recoger mi llanto,

y escapó entre hojas sueltas.

Pero no percibí

los grotescos cortes

-las grandes heridas-

que abrieron puertas a la ficción

o a una triste realidad.




(*) La autora (24) es nacida en Trelew pero vivió toda su vida en Gaiman. Es egresada del Colegio “Camwy” y con este poema, presentado bajo el seudónimo “Irene Adler”, obtuvo la Medalla del Poeta -Premio “Municipalidad de Gaiman” - del Eisteddfod de la Juventud 2014.
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viernes, 12 de septiembre de 2014

LOS POEMAS DE HOY



TRES POESÍAS



Por Jorge Curinao (*)




TIEMPO 



Hablo del fracaso 

del poema 

de la resurrección de las palabras. 


Hablo del silencio 

de las cosas que no existen 

de un corazón enjaulado en un jardín. 


Hablo de la música 

espacio privilegiado del ausente.


Hablo de mí. 


ABANDONO



Un perro

cruza el puente

a las 3 de la mañana.

El último gesto de la noche quiere huesos.



FIN DEL INVIERNO



Y si uso camisa.

Y me pongo corbata.

Y me descubren. 




(*) Escritor de Río Gallegos. De su libro “Plegarias del Humo” (2009).

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domingo, 7 de septiembre de 2014

LA NOTA DE HOY



LOS RECUERDOS

Por Magdalena Massacese (*)



Lo único que lamento es haber olvidado algunos olores… Siempre tuve esa memoria selectiva, porque me refiero al olor de las personas. Yo recuerdo y creo que percibo aún, el olor de mi abuela, de mis padres, de mis hermanos y hasta de  algún amigo de la infancia.

Yo olía mucho a mis hijos cuando eran chiquitos, les olía el pelo, los abrazaba fuerte contra mi pecho y me embriagaba del olor de esas vidas nuevas. Y lo hacía a conciencia, para no olvidarlo… Era mi registro más confiable, pero con los años cada vez me cuesta un poco más reconocerlos. La memoria empieza a adelgazar y con su espesor también va perdiendo algunas pistas. No me alarma demasiado, No creo que sea todo importante lo que nos pasó en la vida y mucho menos que amerite resucitarlo. Hay algunos huecos en mi solar donde se cobijan las extrañezas y también unos rincones donde se apilan trastos viejos que sobran de las mudanzas. No tengo ganas de ir a revolver ahí…

Cuando envejecemos  la pérdida es inevitable y la ganancia también. No me parece un mal negocio. Hace rato que me deshice del miedo a olvidar, en realidad fui aprendiendo a ser práctica y a resetear el disco de vez en cuando… Es imposible recordar todo lo vivido, es vanidoso y estúpido pretender hacerlo. Si me pongo a calcular los meses, los días, las horas y los minutos que viví hasta ahora, me doy cuenta al instante que apenas si podemos conformarnos con un manojito de recuerdos traídos a la rastra de la nebulosa del pasado.

En adelante ya no me hará falta demasiado, con que recuerde mi nombre y mi domicilio, por si me pierdo, el nombre de los que amo y necesito para reconocerlos y reconocerme, no habrá riesgo de demencia y extravío, porque ellos se encargarán con su memoria fresca de acercarme algunos datos para no olvidarme de mí misma.




(*) La autora nació en Esquel, Provincia del Chubut (Argentina) el 22 de abril de 1945. Desde 1986 se encuentra radicada en la ciudad de Rawson, capital de la misma provincia. Escritora, docente, periodista, diseñadora, entre otras actividades, también se ha dedicado al teatro en el que ha participado en actuación y puestas. Sus trabajos -en prosa y poesía- han sido publicados por organismos oficiales de la Provincia del Chubut en ediciones conjuntas e individuales y han merecido distinciones en diversos certámenes literarios nacionales e internacionales.
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martes, 2 de septiembre de 2014

LA NOTA DE HOY



LA PATAGONIA EN LA LITERATURA UNIVERSAL


Por Jorge Eduardo Lenard Vives



Cuando tiempo atrás se publicó en este blog un artículo sobre las referencias a la Patagonia en la Literatura nacional, la periodista y escritora Sandra Pien sugirió hacer un análisis similar con las letras universales. El interesante tópico puede agregar nuevos puntos de vista a la caracterización de la región. Significa estudiar la opinión foránea, para compararla con la propia y sacar conclusiones.

La primera cita en la Literatura mundial respecto al espacio que luego se llamaría Patagonia, la hace Antonio Pigafetta en su “Viaje en torno al globo”. De hecho, es a partir del término con el que Hernando de Magallanes bautizó a los naturales del lugar –patagones–, que se afianza el topónimo que identifica estas tierras australes. A fuer de ser preciso, se debe señalar que el gentilicio “patagón” había sido empleado con anterioridad en la novela caballeresca “Primaleón”, de Francisco Vázquez; sospechada de ser la fuente de inspiración para el nombre que Magallanes dio a los habitantes del país al que había arribado.

El relato de Pigafetta tiene una derivación inesperada; pues motiva, con el tiempo, la inclusión en una obra de William Shakespeare de una expresión patagónica. Un personaje de “La Tempestad”, Caliban, adora al dios Setebos. Esta deidad es la que Pigafetta adjudica a la mitología de los patagones; fue conocida por el bardo inglés a través de un historiador isabelino. Más tarde, el poeta británico Robert Browning toma a la divinidad tehuelche; y le dedica el poema “Caliban sobre Setebos” o “La historia de la Religión Natural en la Isla”.

A partir del primer viaje de circunnavegación, comienzan una serie de expediciones españolas y de otras naciones a la zona. Muchas de ellas dejan testimonios escritos que, con mayor o menor éxito, se incorporaron al acervo bibliográfico de la humanidad. Es el período literario llamado por Leonor María Piñero “de descubrimientos”, basado en crónicas, diarios y libros de viaje. Una de sus manifestaciones más conocidas es la extensa descripción que hace Charles Darwin en “El viaje del Beagle”. Aunque según Piñero el período dura hasta 1850, admite ejemplos tardíos; tal el caso de “Vida entre los patagones” de George Chaworth Musters, de 1871. Incluso llega a fines del siglo XX, con muestras como “En la Patagonia” de Bruce Chatwin; o algunos capítulos de “El viejo expreso de la Patagonia”, de Paul Theroux.

Los textos anteriores pertenecen al género didáctico. Hacia 1897, la Patagonia aparece en una obra de ficción de Julio Verne. Se trata de “Los náufragos del Jonathan”, que transcurre en el archipiélago fueguino. En 1905, Verne vuelve a ese escenario con “El faro del fin del mundo”. En una anterior novela del francés, “Los hijos del capitán Grant”, hay un episodio situado en la Argentina. Allí aparece un patagón; pero el suceso transcurre en la pampa húmeda, no en la Patagonia. También Emilio Salgari ambienta una trama en la comarca, en “La estrella de la Araucanía”. Como su nombre lo indica, los personajes principales provienen del sur de Chile.

Hacia 1922, luego de su aventura rionegrina y ya de regreso en España, Vicente Blasco Ibañez desarrolla un argumento que recuerda sus experiencias sureñas en “La tierra de todos”. Años después, y también como consecuencia de su paso por el suelo patagónico, o, mejor dicho, por su cielo, el francés Antoine de Saint Exupery escribe la novela “Vuelo Nocturno”. En un capítulo de otro de sus libros, “Tierra de Hombres”, vuelve a citar sus vivencias meridionales.

En 1939, el inglés Richard Llewelyn publicó “Cuán verde era mi Valle”. Al finalizar la novela, Huw Morgan, el protagonista, se marcha de su pueblo natal… a la Patagonia. Continuando la saga, el autor dedica tres tomos más a estos parajes: “Up into the singing mountain”, “Down where the moon is small” y “Green, green is my valley now”.

Ya en el siglo XXI, una de los más conocidos autores extranjeros que menciona a la Patagonia es Enrique Vila–Matas. En “Doctor Pasavento”, describe nuestro territorio como un fin del mundo personal; meta fabulosa de quien quiere desvanecerse sin dejar huellas.

Para cerrar la nota, una “perlita”. No escapó Henry James al influjo del mito austral. En 1891, el autor de “Otra vuelta de tuerca” escribió la novela “Patagonia”. No transcurre en la zona sino durante un viaje de Boston a Liverpool, a bordo de un buque cuyo nombre da título la obra.

¿Cómo se ve desde afuera la Patagonia? Leyenda, aventura, esperanza, lejanía... ¿Y desde adentro? Cualquier aficionado a la Literatura Patagónica podrá contraponer a la anterior serie de vocablos, una retahíla de voces extraídas de las creaciones de autores nacionales, que intenten reflejar la esencia de este suelo. Seguramente serán palabras distintas. ¿Cuáles representan mejor a la metafísica del Sur argentino? Sin dudas, la visión cercana permite distinguir con más detalle la realidad circundante. Pero también es cierto que el árbol tapa el bosque. Quizá la respuesta no esté en ninguna de las dos listas. O, tal vez, se encuentre reuniendo ambas, en una ecléctica y enriquecedora síntesis.





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