LITERATURA SALESIANA
Por Jorge Eduardo Lenard Vives
El papel de los
Salesianos en la Patagonia es bien conocido. La presencia en diversos ámbitos
del quehacer regional de los integrantes de la Pía
Sociedad de San Francisco de Sales, tal el nombre que Don Bosco dio a su
congregación, ha sido -
y es - importante. Uno de esos espacios es el de la Literatura sureña, a la
cual los sacerdotes aportaron su inspiración.
Es el caso del Padre
Alberto de Agostini quien, además de fotografiar y filmar los parajes que
recorría en sus riesgosas expediciones, los describió en una profusa obra
literaria. Desde 1923 a 1960 escribió veintidós libros que reflejan sus
aventuras; entre ellos “I miei viaggi nella Terra del Fuoco”, de 1923, “Andes
Patagónicos”, de 1941, “Esfinges de hielo”, de 1958; y “Treinta años en Tierra
del Fuego”, de 1955. Además fue autor de numerosos artículos publicados en
diarios y revistas de la Argentina, Chile e Italia.
Otro salesiano escritor,
que volcó al papel sus estudios etnográficos e históricos, fue el Reverendo José María Beauvoir; autor de “Pequeño Diccionario del
idioma fueguino-ona con su correspondiente castellano”, de 1901, “Piccolo album
di ritratti di indigeni Fueghini e Patagoni e di varie vedute delle Missioni
salesiani della Patagonia meridionale e della Terra del fuoco”, de 1907, “Los
Onas: tradiciones, costumbres y lengua”, de 1915; y “Leyendas onas”, de 1921.
Se debe mencionar también al Padre Juan Esteban Belza;
creador de “Rastros
sudatlánticos”, “En la Isla del Fuego” - obra en tres
tomos: “Encuentros”, “Colonización” y “Población”-, “Karukinká”, cuadernos de
investigación histórica fueguina; y “La conquista espiritual de la Patagonia”,
sobre la actuación de los salesianos en la región. Su último texto, del año
1981, fue "Sueños Patagónicos"; un homenaje a Don Bosco.
Pero tal vez el más prolífico de los autores salesianos es
el Presbítero Raúl Agustín Entraigas; quien además reúne la condición de ser
hijo de este suelo, pues nació en San Javier, Río Negro, en 1901. Su obra,
iniciada en 1934, incluye poemarios del tenor de “Bajo el símbolo austral”,
“Polvo de tiempo y de tiza” y “Patagonia, región de la aurora”; biografías al
estilo de “Una flor entre hielos”, “El apóstol de la Patagonia”, “Monseñor
Fagnano”, “Una flor de la Pampa”, “La azucena de los Andes” y “El mancebo de la
tierra”; y ensayos, como “Verdades del barquero”, “El fuerte del Río Negro” y
“Los salesianos en la Argentina”, de cuatro tomos.
Al igual que los sacerdotes tomaron la pluma para referir sus
vivencias, algunos escritores laicos lo hicieron para mostrar el rol
multifacético de los salesianos. Entre ellos figura el poeta Juan Castiñeira de
Dios, nacido en Ushuaia en 1920. En su obra “El santito Ceferino Namuncurá” los
homenajea con versos como éstos: ¡Ah, curitas misioneros, / que anduvieron
en la llanura,/ muchos dejaron su cuero/ oreándose en los esteros/ por amor a
la creatura”.
El profesor Clemente Dumrauf describe en un texto muy documentado,
“Patagonia. Tierra de hombres”, vida y obra de los misioneros salesianos. Allí
da a conocer muchos de aquellos sacrificados curas; entre ellos al Padre Mario
Migone, que dejó su libro “33 años de vida malvinera”, reflejando su labor
sacerdotal en las Islas entre 1905 y 1937; y al Padre Lino del Valle Carbajal,
autor de “La Patagonia”; primera enciclopedia sobre la región, de 1899.
Por su parte, al escritor Germán Sopeña, conocedor profundo de la
Patagonia, no le podía ser ajeno el accionar de la fraternidad de Don Bosco.
Llama su atención la figura del Padre de Agostini, a quien dedica su obra
póstuma, “Monseñor Patagonia”. “Venía imbuido de la misión y el sueño el
fundador de su orden, el ya célebre Don Bosco, que había tenido una noche la
extraña revelación que lo llevaría a proponerse la epopeya de crear colegios y
misiones en la casi ignota Patagonia para transmitir educación y fe cristianas
en esas regiones”, dice Sopeña al referirse a la persona de su biografiado.
“Misiones de la Patagonia” es una detallada reseña del accionar de los
salesianos en la región. Su autor, Aquiles Ygobone, dice de los sacerdotes: “La
tarea era inmensa, todo quedaba por hacer, pero el espíritu inquebrantable de
Don Bosco los guiaba con su luz providencial, segura brújula del camino que
debían recorrer”.
Mucho más puede decirse de los salesianos y la Literatura. Pero este
artículo en algún momento tiene que terminar; y lo mejor es hacerlo con los
versos que el Padre Entraigas utiliza para recordar a sus hermanos en el poema
“De cara al Sur”, que menta la figura de Don Bosco:
“Él pasó por aquí, bien asentado
en el Pegaso blanco de sus sueños...
después fueron sus hijos:
Costamagna, Cagliero,
Milanesio, Beauvior, Bonacina,
y Fagnano el intrépido.
Ellos también trillaron esta senda
para ir de cara al Sur, rumbo al invierno...”
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1 comentario:
Ampliando la nota, aclaro que no sólo los salesianos desarrollaron la acción evangelizadora en la Patagonia. Hubo otra orden de gran presencia en la región, que originó una abundante bibliografía. Se trata de la Compañía de Jesús, los Jesuitas, quienes establecieron sus misiones en la zona del Nahuel Huapi en los siglos XVII y XVIII; con nombres como Nicolás Mascardi, Felipe de la Laguna – autor de dos gramáticas, lamentablemente perdidas, de las lenguas nativas de la región -, José Guillelmo, Francisco de Elguea y el Padre Guell. Existen, entre otras, dos importantes obras que describen la historia de estos misioneros: “Los jesuitas en la Patagonia” del S. J. Miguel de Olivares, escrita en 1874; y “La Cruz en el lago”, del profesor Clemente Dumrauff; quien habla de la presencia en esa zona no sólo de los jesuitas, sino de los sacerdotes que fueron objeto del artículo: los salesianos. El sacerdote Tomás Falkner, autor de “Descripción de la Patagonia y de las partes contiguas de la América del Sur”, de 1774, también era jesuita; aunque de la Patagonia sólo toma el nombre, porque en realidad su libro trata sobre parte de la pampa húmeda.
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