CRUZANDO EL PUENTE
(LOS CIUDADANOS OLVIDADOS) (*)
de ESTHER EDITH
GUTIÉRREZ
Comentar la primera obra de
un autor –de una autora, en este caso– presenta sus rispideces; porque el
creador entrega esperanzado su obra al público, aguardando una respuesta que, a
veces, no es la esperada. Claro que cuando la vida del novel escritor
transcurrió en un ámbito signado por la Literatura, como sucede con Esther
Edith Gutiérrez, tiene un bagaje que le asegura dar a luz una obra de apropiada
calidad literaria; tal cual un fruto que nace luego del adecuado tiempo de
maduración. Máxime, cuando esos años de espera los hizo en compañía de otro
artista, que ya tiene un lugar bien ganado en las letras regionales: Jorge
Baudés.
Se reúnen en “Cruzando el
Puente” dieciséis relatos que, semejando los colores en la traza espectral
generada por un prisma, varían en una gama que va desde la completa ficción al
testimonio verídico. Pero todos ellos tienen un trasfondo común: el mensaje
pleno de humanismo que la hacedora ransmite a sus lectores. En su prólogo,
Julia Chaktoura nos señala una de las claves de los textos de Esther: “.De
sus páginas fluyen los relatos por medio de una verdadera vocación para
transmitir sentimientos e ideas con toda la carga emotiva de que dispone la
autora. Y no hay mejor modo de comunicar esa intensidad que la propia
experiencia vivida”.
Sin dudas, es difícil
decidirse a remarcar una u otra de las narraciones; porque todas merecen ser
leídas y meditadas. Hay relatos que hablan de viajes, como “Por la precordillera
al sur” y “Tocando el cielo con las manos”; otros de recuerdos, como “Relatos
de la Vieja Abadía” o “Grado 7 Escala Richter”. Algunos indagan en la
psicología humana, por ejemplo “Autobiografía de una esponja”; unos más, como
“Con sabor a Mar” y “El enigma del NAUT”, recuerdan al mar – ambiente que
ejerce una fascinación particular en la autora, según señala Chaktoura en su
introito. Los hay que discurren sobre ecología: “¿Por qué lloran los pájaros?”
o “La agonía de un gigante”. Y varios, en fin, que se refieren a esas historias
vitales protagonizadas por las personas, que pueden ser verdaderas odiseas o
tragicomedias mínimas; pero que, para quien las sufre o las disfruta, siempre
tienen un significado profundo. Esta visión intimista se percibe en “Fecha
Inolvidable”, “Veterano de Guerra”, “La huella del vigía”, “El Doradillo”,“La
niña parió una niña” y “Nemesio, el esclavo y la ceiba”.
Esther trata todos esos temas
con sumo respeto; un respeto que también muestra hacia sus lectores, los que no
se van a ver sorprendidos por situaciones chocantes o desmesuras lingüísticas.
Por el contrario, la lectura lo llevará por caminos donde se resalta el sentido
positivo de la existencia, expresados con un estilo cuidado y preciso; del cual
es ejemplo el párrafo inicial de una de sus creaciones:
“Viernes. Diez de la
noche. Recostada en mi cama veo, a través de un amplio y generoso ventanal, las
luces que alumbran la calle. Más atrás se vislumbran los contornos de algunas
casas de altura, y de fondo un oscuro manto salpicado de luces titilantes y
ansiosas por resaltar. Es el Universo en todo su esplendor. Algunas sombras
atraviesan fugaces por sobre los faroles de la calle. Y de pronto... una voz
surge del interior de mis recuerdos...”
Un párrafo aparte merece el último
de los relatos, “Los ciudadanos olvidados”, que también es el subtítulo de la
obra. Aquí la escritora recurre a la técnica de hilvanar tres episodios de vida
y muerte, por medio del tiento sutil del vuelo de un pájaro que, desde las
alturas y tan implacable como la naturaleza misma de la cual es símbolo e
imagen, contempla el drama de los moradores de la Patagonia; hombres y mujeres
cuyos sacrificios cotidianos suelen ser ignorados.
Además de prologar el libro,
Julia Chaktoura actuó como correctora. En tanto, las imágenes de la portada y
la contratapa son de la propia autora; una nueva muestra de que la escritura y
la fotografía se tocan en algún punto, con similares bases creativas.
“Cruzando el puente” es un
libro ameno, ágil; ideal para quien quiera pasar momentos de agradable lectura,
recorriendo el arco iris de los sentimientos humanos, con algunas situaciones
alegres, otras tristes. Y si el lector es de esos que no tienen un minuto libre
debido a sus tareas cotidianas durante el año laboral, la propuesta es que lo
obtenga y lo guarde para el verano; y en una de esas tardes en las que
seguramente podrá ir a disfrutar de Playa Unión, se siente frente al mar, lo
abra y comience a leerlo, dejando que Esther lo guíe por su laberinto de
sensaciones y pensamientos. Lo va a disfrutar.
J.E.L.V.
(*) “Cruzando el Puente (Los ciudadanos
olvidados)”. Esther Edith Gutiérrez. Ediciones del Cedro, Gaiman, 2012.
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