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viernes, 24 de enero de 2014

EL CUENTO DE HOY




EL PUESTERO

Por Ana Elisa Medina (*)

   El viento barría los coirones. Subía y bajaba las sierras desnudas. Arremolinaba en los valles y se desbocaba en las mesetas.
Una cuadrilla de guanacos corría sin rumbo. Las ovejas pastaban pacíficas. Algún cordero balaba en la distancia en busca de su madre.
El horizonte anunciaba a la morada noche en forma tímida y sonrojada con algunos dejos de amarillos y naranjas en el límpido añil.
Don Barrera había terminado su recorrida por el campo, tarea que hacía cotidianamente, cuidando la hacienda de su patrón.
Después de apearse desensilló y levantó el pelo del lomo de su caballo. Lo largó para que fuera al abrevadero. Preparó unos mates amargos y avivó el fuego arrimando unas leñas.
Siempre estaba rodeado de amigos en esa hora del atardecer.
Sus charlas y cuentos eran amenos y hasta el hijo del patrón se hacía una escapada hasta el puesto para escucharlo. Algunos eran cuentos exagerados para hacer reír a la paisanada.
Uno que estaba en la rueda le dijo:
-A ver, Don Barrera, cuéntese algo para reírnos un poco.
Mientras tanto, el mate corría de mano en mano en forma pausada, saboreando el "yerbeado". El viejo puestero carraspeó como para acomodar las palabras. Salivó a un metro y después de un breve silencio empezó a contar:

-Era una noche de invierno muy cruda, el trabajo fue mucho, y el rodeo era grande. Así que tuve que acampar entre unas rocas que estaban al costado de una loma. Arrimé molle y mata negra para calentarme. El humo sabor a menta despertó mi estómago vacío. Até los dos caballos en una mata grande. A uno le saqué el recado y al otro el "puchero".
Tenía un poco de carne para asado. Busqué un asador de un palo de calafate, justo encontré uno que según parecía lo había usado otro paisano.
El perro estaba acurrucado cerca del fogón. Acomodé la estaca a fuego, mientras, tiré unas jergas para descansar. Preparé un lío y me sentó para fumarlo. Al rato veo que el asador no está. Sigo un rastro.
El perro no lo había tocado porque estaba dormido, eso no me extrañó. Miro más allá y veo a mi asado ondular sobre la tierra. ¡Cosa de mandinga!, me dije. Apechugué y miré bien. Había sido que me equivoqué fiero.
Allá en forma ondulante iba la serpiente ensillada con el asado. Estaba tan escarchada que en la noche oscura me había parecido un palo.
-Pero Don Barrera, aquí en la Patagonia no hay serpientes -le dijo un paisano.
Por razones de dialéctica los paisanos empezaron a barajar denominaciones.
-No, no habrá serpientes pero hay culebra.
-Sí, pero en verano,... y son chiquitas.
-Bueno, m'hijo, querían que les cuente un cuento... ¿No?
Toda la rueda de paisanos rió. Don Barrera siguió contando cosas de campo.





(*) Escritora nacida en Resistencia, Chaco; radicada desde 1979 en Río Gallegos. Socia Fundadora de la SADE Filial Río Gallegos en 1984; a la que luego presidió, entre 1989 y 1995. Ha tenido una destacada actuación en el campo de la cultura, tanto a nivel provincial como nacional e internacional. Es autora, entre otras obras, de los poemarios “Versos del Pueblo”, “Ansiedad” y “Ser con...”; de los volúmenes de cuentos “Cuentos del Norte y del Sur”, “Otros cuentos”, “Ansiedad de hombre” y “Santa Cruz en Llamas” (de donde se tomó el cuento publicado en el blog el día de hoy); la novela “Ana de Resi”; y los ensayos “Vida y obra del Dr Mario Cástulo Paradelo”, “Historia del Poder Judicial de Santa Cruz. Territorio y Provincia” y “Breve Historia del Chaco. También publicó notas en periódicos y revistas. Realizó varios programas radiales y un de televisión de carácter cultural. Obtuvo numerosos premios literarios y participó como jurado en varios concursos. Fue funcionaria provincial en el área de la cultura en dos oportunidades (la última vez, como Secretaria de Cultura).
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