Alice
Munro
Premio
Nobel de Literatura
Las
vicisitudes de los años no han podido opacar los ojos de Alice Munro. Tal vez
se deba a su intensa valoración por la vida, la historia que guarda y se
complace en compartir, o las imágenes de aquella granja en la comunidad de
Ontario que la vio crecer y acuden ahora a su mente, intactas y veneradas.
En el octubre reciente, aún con la mirada más
iluminada, festeja la existencia y con ella su carrera literaria; no es casual:
la Academia Sueca la distinguió con el máximo galardón, el Premio Nobel.
Ha forjado su ser al lado de las letras, y lo
ha hecho desde el lugar que pocos se animan, desde el cuento, el relato corto.
Ese género no muy estimado (especialmente por el mundo editorial) y que, sin
embargo encierra a mi criterio lo más intrínseco de la literatura toda: la facultad
de inmiscuirse, en páginas acotadas, en el universo y escenarios de personajes
que construyen y deconstruyen sus emociones mostrándonos bien poco, dejándole
al lector la posibilidad ineludible de urdir las hebras que los sostienen.
Alice ha
dicho, en varias oportunidades, que en principio escribía cuentos como bocetos para
futuras novelas, hasta que deliciosamente comprendió que las historias cortas
eran el modo en el que no sólo se sentía cómoda, sino a través de las cuales
quería comunicarse. Quizás intuyó que con ellas trascendería.
Sobre su propia obra Munro dijo: Un cuento no es como un camino que uno sigue… es más como una casa. Entras allí y te quedas un rato,
yendo de un lado a otro y quedándote donde te gusta, descubriendo cómo los
pasillos y las habitaciones se relacionan entre sí, cómo el mundo de afuera se
altera por cómo uno mira por las ventanas. Y vos, el visitante, el lector,
estás alterado por estar en este lugar cerrado…
Podés volver y volver y la casa; el cuento siempre contiene más de lo que viste
la última vez.
Me conmueve
escucharla cuando relata que apenas con 21 años escribía acotada por los breves
espacios en los que su pequeña hija dormía una siesta. O cuando se manifestó
molesta, en medio de la ceremonia en la que se la agasajó por su primera
colección de cuentos (La danza de las
sombras felices), al ser juzgada como “un ama de casa tímida”. Fue entonces
cuando se empecinó en demostrar cuán desacertado era ese concepto y puso al
servicio del mundo, sus letras. Es que Munro, con sesenta años de trayectoria,
fue en principio una escritora secreta, conocida por unos pocos. A partir de
allí han sido innumerables los premios y distinciones con los que se reconoció
su obra.
Su
sensibilidad y visión del mundo la han hecho pronunciarse a favor de los
derechos de la mujer y las consecuencias de la ignominia sobre el género.
Su libro Mi vida querida sea quizás, por
su corte autobiográfico, el que más nos revele de esta mujer amable y sincera.
Sus relatos, tan profundos e intensos como ella misma, están signados por
escenarios de su niñez en Wingham, y el amor y la generosidad con la que la
escritora es honrada en el mundo.
La crítica,
afanosa en buscar similitudes, la nombra como la Chejov americana. En lo
personal su narrativa me recuerda a la distinguida Carson McCullers.
Con voz
cálida y armoniosa, apenas después de que resonara en los oídos del mundo
literario el Premio de Estocolmo, Munro
expresaba que sólo pretendía que la distinción le otorgara al cuento el lugar
que se merecía. Confesó que nunca pudo imaginar su vida alejada de la
literatura, que ha sido atravesada por ella. Yo me animaría a decir que ha sido
la Literatura la que ha tenido el privilegio de ser atravesada por Alice Munro.
Olga Starzak
Alice Munro (Alice Anne Laidlaw) nació en
el año 1931, en la Provincia de Ontorio, Canadá.Es autora de las obras Danza de las
penumbras felices, Secretos a voces, El amor de una mujer generosa, Escapada,
La vista desde Castle Rock, entre otras.
Alice Munro
Premio
Nobel
Literatura
2013
escritora
cuento
canadiense
2 comentarios:
Muy cierto Olga; he leido casi todos los libros de Alicia Munro, te habia anticipado que lo haría, también leí los tuyos y quedé deslumbrado, te lo juro, me encantaron y cada vez me felicito más de ser tu amigo.
Gracias Rico, muchas gracias! Es un privilegio para mí que me cuentes entre tus afectos...
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