MUSEO
Por Magdalena Pizzio (*)
Las vitrinas
explotaban de objetos exóticos, escasos o ya inexistentes. Los que venían de
las Galaxias descubrían o redescubrían
asombrados, la esencia de la historia, no sólo de la Humanidad sino de ellos
mismos; de cada uno: de todos.
Había fantasmas,
monumentos megalíticos, alambrados, probetas. canciones, armas, nubes,
catedrales, fronteras, telescopios, árboles, bebés, sonrisas, espejos, frutos,
lápices, flores, esperanza, plantas, lluvia, ambiciones, familias, vehículos,
manantiales, besos, comida, guerras, felicidad, esqueletos, animales, bondad,
miedo, luces, paz, rostros, soles e infinidad de otras cosas inapreciables o
altamente peligrosas.
La cinta que los
transportaba se detenía el tiempo exacto prefijado en cada uno de los
exhibidores, iluminados con las efervescencias cósmicas.
El museo de este
sector, en plenas tinieblas circundantes, tenía un altar especial al final del recorrido: el poder y el dinero.
Todos los “valores” del mundo antiguo ¡Hasta había monedas con un sol!
Los visitantes, al salir, sentían temblar su conciencia, ahora que la
tenían…demasiado tarde.
(*) Escritora
neuquina. Obra tomada de su libro”
Laberinto entre la muerte y la vida -poemas y cuentos. Su blog: www.paradojasmagdalena.blogspot.com
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