A SOLAS
Por Julio Sodero (*)
A solas.
Y en el macizo desierto
voy recogiendo el corazón envejecido.
Queda la oscilación que arrasaba
la calma y el péndulo compartido
de la prisa y la duda.
¿Qué
de ese ayer tibio con que los astros
nombran la espera del fuego?
La tarde sabe a confidencias.
A gracia temerosa.
Porque en ese lugar feroz de la calma
permanecen los ágiles favores del aliento.
Tiembla a merced del provenir que acera la libertad
que perdura con su brebaje de abstinencias
con que bebes esta verdad que es tuya.
Sigue a solas.
Y en ojos lluviosos del viajero
para desnudar el milagro
que mira en nosotros.
Sigue a solas
conmigo.
Ahora
para cubrir los pechos baldíos de la noche.
(*) Poeta rionegrino. Este poema es de su libro “Un hombre canta” (El Camarote Ediciones, Viedma, 2006).
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