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domingo, 7 de septiembre de 2014

LA NOTA DE HOY



LOS RECUERDOS

Por Magdalena Massacese (*)



Lo único que lamento es haber olvidado algunos olores… Siempre tuve esa memoria selectiva, porque me refiero al olor de las personas. Yo recuerdo y creo que percibo aún, el olor de mi abuela, de mis padres, de mis hermanos y hasta de  algún amigo de la infancia.

Yo olía mucho a mis hijos cuando eran chiquitos, les olía el pelo, los abrazaba fuerte contra mi pecho y me embriagaba del olor de esas vidas nuevas. Y lo hacía a conciencia, para no olvidarlo… Era mi registro más confiable, pero con los años cada vez me cuesta un poco más reconocerlos. La memoria empieza a adelgazar y con su espesor también va perdiendo algunas pistas. No me alarma demasiado, No creo que sea todo importante lo que nos pasó en la vida y mucho menos que amerite resucitarlo. Hay algunos huecos en mi solar donde se cobijan las extrañezas y también unos rincones donde se apilan trastos viejos que sobran de las mudanzas. No tengo ganas de ir a revolver ahí…

Cuando envejecemos  la pérdida es inevitable y la ganancia también. No me parece un mal negocio. Hace rato que me deshice del miedo a olvidar, en realidad fui aprendiendo a ser práctica y a resetear el disco de vez en cuando… Es imposible recordar todo lo vivido, es vanidoso y estúpido pretender hacerlo. Si me pongo a calcular los meses, los días, las horas y los minutos que viví hasta ahora, me doy cuenta al instante que apenas si podemos conformarnos con un manojito de recuerdos traídos a la rastra de la nebulosa del pasado.

En adelante ya no me hará falta demasiado, con que recuerde mi nombre y mi domicilio, por si me pierdo, el nombre de los que amo y necesito para reconocerlos y reconocerme, no habrá riesgo de demencia y extravío, porque ellos se encargarán con su memoria fresca de acercarme algunos datos para no olvidarme de mí misma.




(*) La autora nació en Esquel, Provincia del Chubut (Argentina) el 22 de abril de 1945. Desde 1986 se encuentra radicada en la ciudad de Rawson, capital de la misma provincia. Escritora, docente, periodista, diseñadora, entre otras actividades, también se ha dedicado al teatro en el que ha participado en actuación y puestas. Sus trabajos -en prosa y poesía- han sido publicados por organismos oficiales de la Provincia del Chubut en ediciones conjuntas e individuales y han merecido distinciones en diversos certámenes literarios nacionales e internacionales.
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martes, 2 de septiembre de 2014

LA NOTA DE HOY



LA PATAGONIA EN LA LITERATURA UNIVERSAL


Por Jorge Eduardo Lenard Vives



Cuando tiempo atrás se publicó en este blog un artículo sobre las referencias a la Patagonia en la Literatura nacional, la periodista y escritora Sandra Pien sugirió hacer un análisis similar con las letras universales. El interesante tópico puede agregar nuevos puntos de vista a la caracterización de la región. Significa estudiar la opinión foránea, para compararla con la propia y sacar conclusiones.

La primera cita en la Literatura mundial respecto al espacio que luego se llamaría Patagonia, la hace Antonio Pigafetta en su “Viaje en torno al globo”. De hecho, es a partir del término con el que Hernando de Magallanes bautizó a los naturales del lugar –patagones–, que se afianza el topónimo que identifica estas tierras australes. A fuer de ser preciso, se debe señalar que el gentilicio “patagón” había sido empleado con anterioridad en la novela caballeresca “Primaleón”, de Francisco Vázquez; sospechada de ser la fuente de inspiración para el nombre que Magallanes dio a los habitantes del país al que había arribado.

El relato de Pigafetta tiene una derivación inesperada; pues motiva, con el tiempo, la inclusión en una obra de William Shakespeare de una expresión patagónica. Un personaje de “La Tempestad”, Caliban, adora al dios Setebos. Esta deidad es la que Pigafetta adjudica a la mitología de los patagones; fue conocida por el bardo inglés a través de un historiador isabelino. Más tarde, el poeta británico Robert Browning toma a la divinidad tehuelche; y le dedica el poema “Caliban sobre Setebos” o “La historia de la Religión Natural en la Isla”.

A partir del primer viaje de circunnavegación, comienzan una serie de expediciones españolas y de otras naciones a la zona. Muchas de ellas dejan testimonios escritos que, con mayor o menor éxito, se incorporaron al acervo bibliográfico de la humanidad. Es el período literario llamado por Leonor María Piñero “de descubrimientos”, basado en crónicas, diarios y libros de viaje. Una de sus manifestaciones más conocidas es la extensa descripción que hace Charles Darwin en “El viaje del Beagle”. Aunque según Piñero el período dura hasta 1850, admite ejemplos tardíos; tal el caso de “Vida entre los patagones” de George Chaworth Musters, de 1871. Incluso llega a fines del siglo XX, con muestras como “En la Patagonia” de Bruce Chatwin; o algunos capítulos de “El viejo expreso de la Patagonia”, de Paul Theroux.

Los textos anteriores pertenecen al género didáctico. Hacia 1897, la Patagonia aparece en una obra de ficción de Julio Verne. Se trata de “Los náufragos del Jonathan”, que transcurre en el archipiélago fueguino. En 1905, Verne vuelve a ese escenario con “El faro del fin del mundo”. En una anterior novela del francés, “Los hijos del capitán Grant”, hay un episodio situado en la Argentina. Allí aparece un patagón; pero el suceso transcurre en la pampa húmeda, no en la Patagonia. También Emilio Salgari ambienta una trama en la comarca, en “La estrella de la Araucanía”. Como su nombre lo indica, los personajes principales provienen del sur de Chile.

Hacia 1922, luego de su aventura rionegrina y ya de regreso en España, Vicente Blasco Ibañez desarrolla un argumento que recuerda sus experiencias sureñas en “La tierra de todos”. Años después, y también como consecuencia de su paso por el suelo patagónico, o, mejor dicho, por su cielo, el francés Antoine de Saint Exupery escribe la novela “Vuelo Nocturno”. En un capítulo de otro de sus libros, “Tierra de Hombres”, vuelve a citar sus vivencias meridionales.

En 1939, el inglés Richard Llewelyn publicó “Cuán verde era mi Valle”. Al finalizar la novela, Huw Morgan, el protagonista, se marcha de su pueblo natal… a la Patagonia. Continuando la saga, el autor dedica tres tomos más a estos parajes: “Up into the singing mountain”, “Down where the moon is small” y “Green, green is my valley now”.

Ya en el siglo XXI, una de los más conocidos autores extranjeros que menciona a la Patagonia es Enrique Vila–Matas. En “Doctor Pasavento”, describe nuestro territorio como un fin del mundo personal; meta fabulosa de quien quiere desvanecerse sin dejar huellas.

Para cerrar la nota, una “perlita”. No escapó Henry James al influjo del mito austral. En 1891, el autor de “Otra vuelta de tuerca” escribió la novela “Patagonia”. No transcurre en la zona sino durante un viaje de Boston a Liverpool, a bordo de un buque cuyo nombre da título la obra.

¿Cómo se ve desde afuera la Patagonia? Leyenda, aventura, esperanza, lejanía... ¿Y desde adentro? Cualquier aficionado a la Literatura Patagónica podrá contraponer a la anterior serie de vocablos, una retahíla de voces extraídas de las creaciones de autores nacionales, que intenten reflejar la esencia de este suelo. Seguramente serán palabras distintas. ¿Cuáles representan mejor a la metafísica del Sur argentino? Sin dudas, la visión cercana permite distinguir con más detalle la realidad circundante. Pero también es cierto que el árbol tapa el bosque. Quizá la respuesta no esté en ninguna de las dos listas. O, tal vez, se encuentre reuniendo ambas, en una ecléctica y enriquecedora síntesis.





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sábado, 30 de agosto de 2014

EL CUENTO DE HOY




TRANSMUTACIÓN


Por Magdalena Pizzio (*)



En la tumba todo era silencio y obscuridad. Recordó al anciano de la cama número doce, de blanca cabellera y sonrisa gentil que charlaba incesantemente. Pero... ¿Cómo puede un muerto recordar? Estaba perplejo.
Días atrás o... ¿Cuándo?, paseaba  por un camino de chacras, enmarcado por añosos álamos otoñales resplandecientes de oro y fuego. Era a la tardecita. Los últimos rayos del sol que se filtraban entre las hileras dibujando claroscuros geométricos, daban al conjunto un aspecto solemne y enigmático.
Después un dolor agudo y nada más. Todas las luces y sombras cayeron sobre él acunando su último suspiro.
Se miró –es una forma de decir– y percibió sus cambios. Sí, que las moléculas de su cuerpo iban desintegrándose una a una, en una reacción en cadena. Los huesos flojos y los músculos laxos se agitaban en convulsivos estertores. Las células en franca descomposición iban aglutinándose y los humores corrían a borbotones hacia la tierra.
Sintió pena. No estaba preparado... Volvió a preguntarse ¿Cómo es que pienso? Y su pregunta se confundió en un llanto. El primer llanto.



(*) Escritora de Neuquén. Este cuento fue tomado de su libro “Laberinto. Entre la vida y la muerte”. (Edición de autor, Bahía Blanca, 2009).



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martes, 26 de agosto de 2014

EL POEMA DE HOY




Sueños barriletes

Por Carlos Ruiz (*)


El niño y el viento hicieron un trato
Cuando aquella tarde los dos se encontraron,
El viento venía muy suave soplando
El niño tenía aquel barrilete sujeto en sus manos.
Hizo mil intentos para remontarlo
Pero el barrilete volvía a sus manos.

El viento le dijo casi susurrando:
“Mañana en  la loma te estaré esperando.
Cuando te despiertes observa ese árbol
Que da a tu ventana,
Donde por las noches se posa la luna
Y duermen los pájaros.”

Observando el árbol se durmió aquel niño
Con el barrilete sujeto en sus manos,
Y no se dio cuenta que la luna llena
Se había posado
Y no se dio cuenta cuando entre las ramas
Durmieron los pájaros.

Pero a la mañana despertó al sonido
Del viento silbando.
El árbol le dijo que se levantara
Pues su amigo el viento venía a buscarlo.


El niño y el viento fueron a la loma.
El niño y el viento hicieron un trato:
El viento le dijo que  a su barrilete
Llevaría muy alto, como a ningún otro
Viera  remontado.
Solo le pedía que cuando estuviera
Pequeño en el cielo debía dejarlo,
Cortando del hilo atado a sus manos.

La pena del niño borró su sonrisa
Y puso dos lágrimas en sus ojos pardos
Mientras apretaba con todas sus fuerzas
Aquél barrilete sujeto en sus manos.
Ese barrilete que había diseñado
Con tanto trabajo debajo del árbol
Donde por las noches se posa la luna
Y duermen los pájaros.

Ese barrilete era como un sueño
Que había construido para remontarlo,
Sin cortar del hilo atado a sus manos.
Porque era su dueño y cuando quisiera
Podría bajarlo.

El viento le dijo que parte del trato
Sería una estrella que tarde o temprano,
Cuando él fuera grande vendría a guiarlo.

El niño tenía a su barrilete sujeto en sus manos.....
.....el viento soplaba esperando al niño
 que a su barrilete quisiera  soltarlo.

De pronto aquel niño  un tanto asustado
Dejó al barrilete volar con el viento,
Mientras aún el hilo estaba en sus manos.

Cuando miró al cielo vio a su barrilete
Junto al  Principito y Juan Salvador
Jugando en lo alto,

Decidió soltarlo confiando que el viento
Enviaría una estrella que tarde o temprano
Vendría a aquel árbol donde por las noches
Posaba la luna y dormían los pájaros.

Ahora que él es grande y está viejo el árbol
Su niño construye otros barriletes
Para remontarlos.
Entonces recuerda que todos sus sueños
Como barriletes decidió soltarlos.

Dejó de ser niño,
El tiempo ha pasado.
Sin embargo el cielo tiene mil estrellas
Que lo van guiando.

El niño y el padre hicieron un trato:
El niño construye sus sueños más caros,
Y el padre le ayuda a poder soltarlos.

Al llegar la noche desde la ventana
Observan el árbol donde todavía
Se posa la luna y duermen los pájaros.

Y juntos comparten un cielo estrellado.




 (*) Nacido en Gaiman, vive en Trelew y estudió teología en Bs As. Desarrolla la tarea pastoral en las capillas galesas del valle. Casado con Marcela Aragones, quien es profesora de artes visuales y artista plástica.Tienen tres hijas y un nieto. Confiesa que es aficionado a la escritura y que ha comenzado a transitar este camino con el placer de poner en palabras algunas cosas que se vinculan, en algún punto, con sus propias vivencias.
                                                                    


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viernes, 22 de agosto de 2014

EL POEMA DE HOY



HAN BROTADO LAS FLORES DE MIS CACTUS

Por Jorge Castañeda (*)



Han brotado las flores de mis cactus.
Su color de azafrán, su terciopelo,
Y esa fosforescencia anaranjada
Que suma su color a mis momentos
Y alegra la rutina de mis actos.

Han brotado las flores de mis cactus
Y mi hija no se encuentra para verlos.

Han brotado las flores de mis cactus
Bellas como corolas en secreto
Y tienen una gracia que engalana
La placidez tranquila de mi huerto.

Han brotado las flores de mis cactus.
No lo hacen todos los años. Es cierto.
Pero algo ha de tener esta mañana
Para abrir su crisálida de fuego.
¡Oh, dicha del edén y de su pacto!

Han brotado las flores de mis cactus
Y mi hija no se encuentra para verlos.

Han brotado las flores de mis cactus
Y todo tiene una actitud de rezo:
Mi alma, el jardín, el árbol y la casa,
Y la fugacidad que tiene el tiempo.

Han brotado las flores de mis cactus
Y mi hija no se encuentra para verlos.



(*) Escritor de Valcheta.


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