A UN CULTRUN, EN EL
ESTANTE DE UN MUSEO
por Juan Carlos Corallini (*)
un pedazo de corazón y palpitante
lo pusieran -silencio que nos clama-
en la vitrina de las cosas que murieron.
Si uno se arrima con el alma en la plegaria
oye moverse como un aire que abrazara
el ronco palpitar de la trutruca
o gimiera en balbuceo de pifilca.
Si uno arrimara su mano sin malicia
otras manos golpearían melopeas
por los tiempos que murieron y a lo lejos
son promesas de amor y de caricia.
Está allí -silencio que golpea-
como cosa que no ha muerto todavía,
silencio que el bramido y el galope esperan
para buscar a Nguenechén en la montaña.
Está allí, silencio que en su seno vive
un país de cielo y piedra;
silencio, que en el cultrún palpita
un trozo del alma de mi tierra.
(*) El autor (1925-1991) nació en Pergamino, Prov. de Buenos Aires y se radicó en Esquel (Chubut) en 1958, donde desplegó su actividad cultural y docente durante largos años. Este poema fue ganador de la Corona del Eisteddfod del Chubut en 1990.
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