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miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA NOTA DE HOY




CULMINACIÓN DE GASULLA

Por Jorge Eduardo Lenard Vives



   El Premio Eugenio Nadal de novela es el más antiguo que se otorga en España. Fue adjudicado a escritores de la talla de José María Gironella, Francisco Umbral y Miguel Delibes. En 1974 fue ganado por primera vez por un argentino, Luis Gasulla, con su obra “Culminación de Montoya”; una ficción cuyo argumento transcurre en la Patagonia.

   “Culminación de Montoya” es una novela intimista y profunda; que se inicia en la ventosa precordillera de Río Mayo y finaliza en los frondosos bosques neuquinos. El coronel Montoya, descendiente de una tradicional familia, carga la culpa de la muerte de su hijo y el suicidio de su mujer; sentimiento que lo conduce a una vida de degradación hasta el extremo de ser expulsado del ejército por su inconducta. Se confina en el sur para purgar su falta, acompañado de un tóxico y siútico asistente que obra como permanente recordatorio de su desgracia. Finalmente halla su expiación, con el sacrificio de su vida por una noble causa: la protección de una humilde mujer a la que ama. En el tono de la narración confluye un ambiente angustioso y una tensión ininterrumpida. Un comentarista español, Antonio Rodríguez, dice del texto:

   “Es un libro barroco, con un estilo muy cuidado, brillante y culto… una novela inolvidable, de una fuerza dramática tremenda, con un estilo deslumbrante y una factura impecable. Es un libro difícil de encontrar…, pero que vale la pena. Si lo veis por ahí, no lo dejéis escapar”.

   El autor de esta excelente novela, merecedora de figurar en un Canon de la Literatura Argentina, nació, de padre catalán y madre gallega, en Buenos Aires en 1917; y murió en esa misma ciudad en 2003. Conoció personalmente, y en profundidad, los parajes donde sitúa su libro; porque prestó servicios allí en la década de los cuarenta, durante algunos de los muchos años en que integró la Gendarmería Nacional.

   No fue “Culminación de Montoya” su primera ni su última obra. Desde joven se sintió atraído por la Literatura, y escribió numerosos poemas, cuentos y artículos, publicados en diversos diarios y revistas. Tuvo afinidad con el “grupo de Boedo”; y el escritor Luis Furlan lo incluyó dentro de la “Generación del 50”, adscripto al historicismo narrativo. Hacia 1958, la editorial Peuser publica su primera novela, “Conquista Salvaje”, que también discurre en la Patagonia. Su argumento se desarrolla a fines del siglo XIX, en el momento en que los pioneros se asentaban en distintos lugares de la región. En sus páginas se reúnen habitantes originales, colonos, aventureros y otros personajes de distinta catadura que comenzaban a aparecer en esas zonas duras e inhóspitas.

   A los pocos años de obtener el premio Nadal, publica el volumen de cuentos “Los Frutos Agrios”, que contiene relatos ambientados en diversas latitudes del país. Se incluyen cinco narraciones que transcurren en las tierras australes; una de las cuales, “Valle Huemules”, habla del pionero polaco Julio Koslowski. Como colofón agrega uno de los mejores poemas dirigidos a homenajear al trabajador rural sureño: la “Oda a tres ovejeros muertos en la nieve”:

“Eran tres los jinetes distanciados y parcos:
venían del último puesto de la estancia La Estrella
arreando ovejas sobre las mesetas albas de las nieves tempranas.
Tenían que ser muy hombres para venirse al tranco
cuando la vida exigía galopar sin freno bajo el cielo sureño…”

   Publicó posteriormente las novelas “Enésimo”, de ciencia ficción, "Horizontes Cerrados" y "El Solitario de Santa Ana". Esta última obra le requirió un detallado estudio histórico de nivel académico; resultando, en opinión de Julio Irazusta, el más completo relato novelado de la vida del naturalista francés Amado Bompland. También dejó una creación que aún aguarda editor, “De la estirpe de Cami”; sobre los avatares de una familia argentina de origen japonés.

   Entre sus muchos aciertos, “Culminación de Montoya” ostenta su título; que encierra en tres palabras la esencia de la novela. La culminación es el momento en que la vida llega a su perfección, a su cenit; es la ocasión oportuna para valorar el resto de la existencia. En el caso del penitente Montoya, fue la justificación de su triste existencia con una muerte heroica.

   ¿Fue “Culminación de Montoya” la culminación literaria de Luis Gasulla? Si bien parecería el apogeo de su producción, el valor artístico de “El solitario de Santa Ana” transforma a este trabajo en otro hito descollante de su carrera. Pero Gasulla, al contrario de la vacía vida de su antihéroe Montoya, tuvo una vida abundante en experiencias enriquecedoras; que lo llevó a tener sus frutos literarios pero también a formar una familia y dejar un linaje que llegó hasta nuestros días, conservando el gusto por la palabra escrita. Cuando el corresponsal del ABC de España en Buenos Aires, Pedro Massa, lo entrevistó con motivo de su galardón internacional, dijo de él:

   “Estoy seguro de no equivocarme si afirmo en redondo que Luis Gasulla es un hombre plenamente feliz: feliz por todo lo que lo rodea y por su vida sencilla y clara como se trasluce de su palabra sosegada y abierta”.

   Porque esa fue la verdadera culminación de Gasulla, reunir en su persona dos cualidades que lo exaltan como ser humano: haber sido en forma plena un hombre de bien y un genio literario.



Nota: el autor quiere agradecer al Dr Luis Alberto Gasulla, y al escritor y periodista Luis Gasulla, hijo y nieto respectivamente del autor de “Culminación de Montoya”, su valiosa y amable colaboración; sin la cual esta sencilla nota no podría haber sido escrita.



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