CAMARONES – TOPONIMIA
PROBABLE (*)
Por Gerardo Robert
Como su
nombre lo indica y como no podía ser de otra manera, es casi natural que se
concluya que Camarones debe su nombre al conocido crustáceo. Aún cuando en
la actualidad es más corriente la obtención del langostino, años atrás era
bastante común la obtención del camarón como producto de pesca. Por otra parte
también es común que la gente le llame así a aquel, aún cuando se trata de otra
especie.
Pero en
realidad siempre surge la duda sobre el toponímico dado que pocos imaginan que
hace algunos siglos, los navegantes y cartógrafos hicieran referencia al
referido marisco al bautizar el sitio.
Por eso no
debe extrañar que en 1898, luego de su viaje acompañando al Perito Moreno en el
buque Villarino, naufragado un año después en nuestras Islas Blancas, el
periodista y escritor Roberto J. Payró escribiera en su notable libro La
Australia Argentina, refiriéndose a las habituales deformaciones toponímicas que observaba: “… si bien es cierto que los descubridores tienen derecho de bautismo
de las tierras que exploran, esa abundancia de nombres exóticos no dejará de
presentar dificultades cuando la población aumente, porque los corromperá, como
ha ocurrido con Camerons Bay, que hoy se llama bahía Camarones”.
Payró
describe al lugar como un asentamiento de “no
más de 60 habitantes entre propietarios y peones, en su mayoría gente del norte
de Europa, avezada al clima. Los peones son generalmente criollos. Los principales
pobladores son los señores Camerón y Greenshields, que poseen cuarenta leguas
de tierra, en las que van a instalarse con 6000 ovejas de Malvinas. Este
establecimiento se llama Lochiel, nombre de
un Highlander escocés”.
Sin duda, de
esta referencia deduce equivocadamente el periodista que deviene el nombre
asignado al lugar, como deformación de Bahia de Cámeron.
El Consultor Patagónico es un trabajo de Luis
B. Colombatto editado por Editorial RUY DIAZ en el año 2000, que reúne una
invalorable información en más de 1000 páginas, sobre diferentes temas de la región ordenados alfabéticamente.
En su página 158
incluye Cananor (rio) y dice: “Río que,
asentado entre los 45º y 47º de latitud austral, comienza a aparecer en la
cartografía europea en 1502, en los mapas de Caverio y Kunstmann II; por lo
tanto, alguna expedición debió llegar hasta esas latitudes patagónicas para
registrarlo junto con el río Jordán (Río de la Plata), entre los 34º y 36º de
latitud Sur. En otros 27 mapas se sigue marcando el rio Cananor hasta 1590. La
única expedición que puede haber llegado hasta las tierras patagónicas es la
comandada por Américo Vespucio en 1502, llevando las naves hasta 50º australes,
de acuerdo a sus afirmaciones en 1504”.
Germán Arciniegas dice que al no coincidir el nombre dado al río con el
santoral ni con los nombres de los tripulantes o conocidos de Vespucio, hay que
buscarle otro antecedente. Cananor era un recuerdo del Oriente como uno de los
puertos de exportación más importantes para la pimienta y la canela, sobre la
costa de Malabar.
Otra vinculación con
el mencionado río indirectamente la aporta Lewis
Jones en su obra La Colonia Galesa,
al referirse al río Chico y su posible desembocadura ancestral en la bahía
Camarones, y dice: “a mitad del curso de
este rio hay una gran hondonada que se abre hacia el mar frente al lugar llamado
Camarones. En el fondo de esta depresión, que comunica el Iacamán (Chico) con
Camarones, corre un curso salado cuyo caudal depende de las lluvias y de los
manantiales” .
…y sigue diciendo El
consultor Patagónico: “… y con los
similares nombres de Cananor, Cananea y Camarones, este río se sigue
registrando hasta 1883, fecha en que la expedición del coronel Lino Oris de Roa
informa de su inexistencia. Pero la creencia persistió por varios lustros.
Prueba de ello fue la reticencia de los marinos de navegar por el interior del
golfo por las tempestades frecuentes a causa del torbellino que generaba el caudaloso
rio al verter sus aguas al mar”.
Pero a mayor abundamiento sobre la
aparición de mapas que hicieran referencia a los puntos señalados, podemos
agregar:
Año 1529 – Planisferio español de
Ribero.
Año 1535 – Globo Dorado de París.
Año 1559 – Mapa portugués de Andres
HOMEM, que incorpora por primera vez los términos Mare Argentea y
Terra Argentea.
Año 1568– Mapa de Diego HOMEM.
(ilustra y describe, en zona de Amazonia, un “caníbal haciendo un asadito”)
Año 1590 – Mapa portugués de
Sebastián López. Ultimo registro del nombre CANANOR.
Año 1593 – Mapa de C. de Jode.
Aparece Río del Camarón.
Año 1608 – Mapa de Hondius. R. del
Camarón.
Año 1779 – Mapa de D’Anville. Designa
Rio
de los Camarones.
Año 1836 – Mapa de D’Orbigny. En este
mapa, el Río de los Camarones desemboca exactamente en la bahía
homónima, al norte del Cabo Dos Bahías.
En este punto cabe señalar que el
señor, Victor Heinken, vecino rural de Camarones residente en Trelew que fuera
durante mas de 20 años capataz general de estancia San Jorge y desde 1962 hasta
los años 90, Administrador de Estancia La Maciega, tiene una lámina original de
un mapa editado en Francia en el año MDCCXXXXVI (1746) titulado AMERICAE –
Mappa Generalis, que ubica en el mismo sitio al río designándolo F. de
les camarones (debe ser “Fleuve”, del francés: río).
Los mapas detallados más arriba se
encuentran publicados, junto a otros varios, en el libro editado por la
Municipalidad de Río Gallegos el 13 de diciembre de 1985 con motivo del
Centenario de Río Gallegos, bajo la dirección de Juan Bautista Baillinou, en
los talleres del Instituto Salesiano de Artes Gráficas de Buenos Aires.
Finalmente, para acercar esta teoría
a lo verosímil, debemos procurar comprender cuál puede haber sido lo que indujo
a la confusión de aquellos primeros cartógrafos de hace 5 siglos atrás. Quienes
conocen la comarca, saben que a 40 km. de Camarones por la Ruta 1 hacia el
norte, se atraviesa un zanjón de considerables dimensiones. Es el SALADO, cuyos
múltiples cañadones afluentes nacen todos sobre las pendientes límite de la
Meseta de Montemayor, casi llegando a la Ruta Nacional Nº 3. En tiempos de
lluvia, este zanjón suele traer un
caudal que en determinados lugares alcanza un ancho de cerca de 500 m., para
luego, en los últimos 5 o 6 km., encajonarse entre elevaciones rocosas de mucha
altura (40 m.) y escasa separación, formando un embudo que potencia el caudal
sobre la desembocadura. Todo permite suponer que, de haberse producido lluvias
intensas y prolongadas (no hay registros de regímenes de lluvia de la época),
el caudal que ingresaba al mar podía ser suficiente como para amenazar la
navegación de los navíos de la época y dar por verdadera la existencia de un
río torrentoso y alarmante, aconsejando a los navegantes, cuanto menos, la
prudencia y el alejamiento. Esta circunstancia no desvirtuada a lo largo de los
muchos años que separaban un viaje de otro, fue afirmando la convicción de que
se trataba de un río permanente, al que como dice Arciniegas, dieron en llamar
Cananor. Luego, como puede verse en los mapas agregados, el “tránsito
cartográfico” por llamarlo de alguna forma, concluyó convirtiéndolo en Río del
Camarón y luego “de los camarones”, hasta que se verificó su inexistencia como
tal.
Se agrega un mapa satelital de la
cuenca del zanjón del Salado, obtenido del Google Earth, para facilitar la
estimación de esta creencia. Como dato aleatorio, bueno es recordar que hacia
fines del siglo XIX, según los primeros pobladores de la comarca, este arroyo tenía
un caudal mínimo casi constante de agua salobre, proveniente de las múltiples
aguadas que perduraban, y cuando llovía sobre la meseta era seguro que
desapareciera todo cuanto se oponía a la correntada, principalmente hacienda y
alambrados.
Gerardo ROBERT
31-octubre-2014
(*) Disertación ofrecida por Gerardo Robert en el Programa de Capacitación de Guías de Sitio llevado a cabo recientemente en la localidad de Camarones (Chubut)
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